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  AVISO: ENCUENTRO TEMATICO DE PSICOLOGOS DEL MERCOSUR
AVISO: ENCUENTRO TEMATICO DE PSICOLOGOS DEL MERCOSUR

 



LA RELACION ENTRE LOS GENEROS: SUBJETIVIDAD, PODER Y PSICOANALISIS
Un amor que todavía no existe en Occidente

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En la semana del Día Internacional de la Mujer, la autora de este ensayo critica una concepción de la feminidad –”la que goza pero no se entera”- y arriba a “una nueva figura para el vínculo entre mujeres y hombres”.

“Goza pero no se entera”: lugar de muchas mujeres en la sexualidad.

Por Ana María Fernández *

t.gif (862 bytes) La articulación –necesaria– entre las teorías de género y el psicoanálisis lleva a repensar cuestiones básicas. ¿Cuánto de lo que ha sido pensado como estructura inconsciente universal no da cuenta sino de un modo sociohistórico de subjetivación de la Modernidad para varones y mujeres? ¿Cuál es la articulación entre deseo e historia? ¿Podemos seguir pensando lo inconsciente como una estructura invariante universal?Algunos planteos, particularmente cuando hablan de estructura inconsciente o de un orden simbólico planteado de modo estructuralista, parecen confundir lo inconsciente con el destino. Lo inconsciente no es destino. Es sintomática la necesidad de fijar a un destino la sexuación femenina en las teorías psicoanalíticas. Si Freud pudo desdibujar la noción de series complementarias a la hora de pensar en las mujeres y colocar allí ideas tan poco freudianas como anatomía es destino o la roca viva, Lacan no es menos sorprendente cuando da por sentado que habría –en la mente del niño y de allí a la cultura– una falta de significante del genital femenino y pasa a considerar dicha falta como una invariante inconsciente, quedando así “La Mujer” definida como falta, vacío, ausencia.La mujer No-Toda, no toda en el orden simbólico, por lo tanto un poco fuera de la ley. Desde este reducto corporal fuera de la ley de lo simbólico, del falo, del padre, la mujer tendría acceso a un goce suplementario, a un plus de goce. Pero al no ser subjetivable, la mujer goza pero no se entera y su goce transcurre y se agota en el sí-del cuerpo, sin pasaje por el fantasma.Reintroduce el destino, ahora no a través de una anatomía sino a través del lenguaje, en un naturalismo no biológico sino simbólico. Naturalismo en tanto el orden del lenguaje está planteado como condición fija que no puede ser de otra manera, está por fuera de la historia y sella su destino. Si hay destino no hay sujeto. Una vez más parece insistir aquel curioso debate platónico-medieval sobre si las mujeres tendrían alma.Goza pero no se entera. Más que característica esencial de la condición femenina, efecto histórico-político del lugar de muchas mujeres en el dispositivo de la sexualidad. Lugar que ha obligado a desalojar todo hábito de registro de sus deseos. Esta no es una cuestión menor en el orden social. Ha garantizado y garantiza su monogamia. Dispone un modo de erotismo: la pasividad femenina, el goce místico, que sólo permite poner en juego un tipo de virilidad fálica excluyendo necesariamente de la escena erótica muchas formas de potencialidad de los placeres de las mujeres y otras tantas formas de placeres de los varones. Goce siempre hay.El “baño de lenguaje” en el que nacemos, más que un orden estructural, es un magma de significaciones, que no es sino el modo de ser de lo histórico-social (Castoriadis).Suponer que el género es una categoría sociológica y por tanto nada tiene el psicoanálisis que interrogarse al respecto, es renunciar a pensar la articulación entre deseo y poder. El psicoanálisis clásicamente ha teorizado la articulación deseo-ley. Deseo-poder no es sinónimo de deseo-ley, ya que la ley (prohibir-permitir) es sólo uno de los recursos del poder. Es, por tanto, renunciar a teorizar un impensado, encore del psicoanálisis: la dimensión política de la subjetividad, terreno que complejiza más que anula la teorización ya realizada de la relación deseo-ley.Según Michel Foucault, lo que distingue la teoría de las pulsiones de la ley del deseo es el modo en que ambas teorías del psicoanálisis conciben la naturaleza y dinámica de las pulsiones, pero no la manera de concebir el poder. Ambas parten de una representación común del poder. Ambas imaginan “un poder pobre en recursos, que sólo sabe decir no”, y cuyo modelo sería esencialmente jurídico: centrado “en el solo enunciado de la ley y en el solo funcionamiento de lo prohibido”.Freud planteaba que los requisitos de la salud mental eran la capacidad de amar y trabajar. Si se busca cómo pensar esta cuestión a la luz de la cuestión de género, es decir a la luz del análisis de la subordinación histórica de las mujeres y sus cicatrices en la subjetividad, y el análisis del también histórico poder de género de los varones –con las prácticas de impunidad que conlleva– y sus cicatrices en la subjetividad, hay diferentes tareas por delante para varones y para mujeres. En el caso de los varones se trata de deconstruir las naturalizaciones de sus ejercicios cotidianos del poder patriarcal. En las mujeres se trata de avanzar en la constitución de su autonomía subjetiva.Salud, hoy, es construcción de autonomía para mujeres, deconstrucción de poder para varones.La idea de autonomía se desmarca de cualquier psicología del yo. Es aquí un término político, implica la capacidad de instituir proyectos propios y la producción de acciones deliberadas (voluntad) para lograrlos, es decir subjetivarse como sujetos capaces de discernir sus deseos y sus intereses y de elegir las mejores acciones para concretar esas elecciones.En el caso de la autonomía de género estamos hablando del grado de libertad que una mujer tiene para actuar de acuerdo a su elección y no a la de los otros. Hay una estrecha relación entre la adquisición de autonomías de las mujeres y los espacios de poder que puedan, tanto individual como colectivamente, instituir.En realidad, el grado de autonomía de un sujeto singular es inseparable del grado de autonomía del grupo social al que pertenece. Es decir que el grado de autonomía personal que una mujer pueda desplegar dependerá también de la autonomía posible de su grupo social y de aquella que las mujeres de la sociedad a la que pertenece hayan alcanzado. En síntesis, la autonomía de un grupo social no depende exclusivamente de la voluntad personal de quienes a él pertenecen. Para que alguien pueda saber qué quiere en su vida y cómo lograrlo, que se sienta con derecho a decir no, a incidir en su realidad para lograr sus proyectos, necesita un tipo de subjetividad cuya construcción no depende exclusivamente de su psiquismo. Entran en juego aquí condiciones de posibilidad histórico-sociales de gran complejidad y, bueno es reconocerlo, de lenta y difícil modificación.Producción de autonomía en las mujeres es también desandar una estrategia histórica, por la cual “educadas en la mística del amor, y al son de los boleros, las mujeres han pensado que a través del amor ejercido como un trabajo lograrían apropiarse de los bienes materiales producto del trabajo de un varón privilegiado, sin percibir que ellas serían a su vez sutilmente expropiadas del fruto de su trabajo reproductor y doméstico” (Irene Meler).En los varones la deconstrucción del ejercicio cotidiano del poder patriarcal implica registrar la trampa histórica que significó apropiarse del erotismo de las mujeres. Ella se “entregó”, pero él nunca puede fallar. Si él no la completa, siempre y en cualquier plano de la vida y absolutamente, ella lo denigrará. Y aquí ella no tendrá ningún temor al protagonismo; amor y odio, admiración y envidia, dependencia y exigencia serán componentes infaltables en sus posicionamientos frente al otro “sexo”.Vendría muy bien una nueva voluntad de los varones. Aquella que les permitiera devenir minoritarios (Deleuze). En el sentido que da Deleuze al término, las minorías no se distinguen numéricamente de las mayorías. Una minoría puede ser más numerosa que una mayoría; lo que define a la mayoría es un modelo al que hay que conformarse, por ejemplo el europeo, medio, adulto, masculino, urbano. En cambio las minorías carecen de modelo, son un devenir, un proceso. Sus potencias proceden de aquello que no han sabido crear y que se integrará en mayor o menor medida en el modelo, sin depender nunca de él. Muchos hombres han quedado aprisionados en su “mayoría”. Son en ese sentido más género que sujeto. Esto no significa ceder poder a las mujeres o subordinarse a ellas. Fundamentalmente significa ganar libertades. Aquellas que el género masculino aprisiona.El desafío será inventar una nueva figura, aún inexistente en Occidente, de las relaciones entre hombres y mujeres: el amor entre pares políticos. Resistir al género para devenir sujetos.* Profesora titular de Teoría y Técnica de Grupos e Introducción a los Estudios de la Mujer en la Facultad de Psicología de la UBA.

 


 

CUANDO SURGIO UN NUEVO MODO DE SER MUJERES
Las chicas de los sesenta

Por A.M.F.

t.gif (862 bytes) A partir de los 60, el ingreso masivo de mujeres a la universidad creó condiciones para un nuevo modo de subjetivación. Las chicas que imaginaban para sí futuros profesionales y autonomías económicas se ubicaban de manera muy diferente de aquellas que esperaban buena performance en la carrera matrimonial.Muchas se volcaron a la vida política estudiantil. Ingresaron al mundo intelectual y artístico. También los cafés y la noche se volvieron mixtos. Las chicas sixties no fueron todas las mujeres ni todas las estudiantes, ni siquiera la mayoría. Su importancia no estuvo en el número, sino en una particular potencia de enunciación de sus prácticas. El no era ni el novio ni el marido. Se llamaba compañero. Se compartían la militancia, el erotismo, los sueños, las tareas domésticas y la crianza de los bebés. Los gastos se pagaban –con orgullo– fifty-fifty. Irse a vivir solas, trabajar y mantenerse eran cuestiones prioritarias. Casarse por iglesia era un impensable. Por civil, casi de mal gusto, sólo cuando la presión familiar era demasiado fuerte.Las relaciones amorosas, aun las efímeras, se vivían con “compromiso”. Compromiso, palabra de época. Cada una de las prácticas que la política, el amor, o la invención de nuevos espacios profesionales requirieran –las carreras de Psicología y Sociología, de alta matrícula femenina, se crean de 1957 en adelante– se instituían desde el desafío. Desafío a lo posible, desafío a los padres, desafío a los profesores. A la moral sexual tradicional. A la “línea” que bajaba de algún arriba de la política. Desafío, compromiso y entusiasmo eran ingredientes infaltables en una buena receta de chica sixty.Se podía no ser fiel en el sentido convencional, pero se era leal. Leal al acontecimiento, fuera éste político o amoroso, más que al amante o al partido. Sentimientos como el miedo o la culpa no debían existir. Cuando algo de eso nos asaltaba se contaba sólo a la íntima amiga. Avergonzaban. En los divanes solían librarse verdaderas batallas ideológicas. Muchas interpretaciones eran desestimadas por burguesas. Había que ser valiente, tanto en la vida privada como en la vida pública. La revolución estaba por llegar y había que entrenar tanto el cuerpo para la pelea como el alma para la solidaridad.La alegría de inventar nuevos mundos en los 60 tuvo que soportar duras pruebas en los 70. No sólo por la dureza de las condiciones de las militancias armadas y la violencia represiva del Estado. Los nuevos modos del amor, que se habían instituido en un imaginario heroico, se deterioraban en las rutinas cotidianas. Algunos “compañeros” comenzaban a cansarse de tanto entusiasmo. De aquel pacto de lealtad inicial, ellas ahora, en medio de las crianzas, exigían fidelidad. El atractivo que las chicas habían tenido por su liberalidad erótica, a muchos “compañeros” les impidió advertir que en las convivencias ellas exigirían héroes domésticos. Eso no estaba contemplado en la construcción del Hombre Nuevo.Con la represión del ‘75 en adelante, también las nuevas prácticas de sí fueron abruptamente abortadas. Algunas mujeres se acomodaron a los nuevos tiempos, necesitando olvidar su historia. Otras resistieron desde pequeñas acciones cotidianas. Acunar un bebé cantándole muy bajito canciones de la revolución española podía ser un modo íntimo, secreto, de resistir el aniquilamiento de una historia de sueños colectivos.Queda la incógnita de qué huella han dejado, en sus hijos y en sus hijas, estas madres tan diferentes de otras madres.

 

POSDATA

Educación. Programa de Asistencia Técnica al Sector Educativo, de la Facu de Psico de la UBA, para instituciones públicas y privadas. 4931-6900 int. 121.
Acuerdo. Se firmó un acuerdo entre la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (Apdeba) y la Secretaría de Educación de la Ciudad de Buenos Aires para contribuir a los Equipos de Orientación Escolar.
Adicciones. Talleres para operadores comunitarios y docentes sobre prevención de la drogadicción en CeNaReSo. 4304-6248. Gratuito.
Deporte. Posgrado anual “Medicina y psicología aplicadas al deporte” dirigido por R. Antonowicz en la UCA. 4349-0419.
Acompañantes. Seminario anual de acompañamiento terapéutico en A-Compañar. 4374-6966.
Psicodrama. “El psicodrama y sus aplicaciones”, clases abiertas en el Instituto Jacob L. Moreno, dirigido por Dalmiro Bustos. 4862-7867.
Más psicodrama. Taller abierto en la Sociedad Argentina de Psicodrama, el 20 a las 10. Thames 620, 4854-8742. Gratuito.
Tatopsicodrama. Taller abierto de introducción al psicodrama por Eduardo Pavlovsky, el 20 de 10 a 13. 4866-4242. Gratuito.
Psicoanálisis. Posgrado de psicoanálisis en el Ameghino. Córdoba 3120, Docencia, de 14 a 19.
Más psicoanálisis. Programa de formación en el Instituto Psicoanalítico de Vicente López dirigido por José Slimobich. 4796-9195.
Docentes. Cursos semipresenciales para directivos y docentes en Instituto Superior de Investigaciones Psicológicas. 4373-0604.

 

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