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JOAO GILBERTO Y CAETANO VELOSO ACTUAN JUNTOS EN BUENOS AIRES
Mejor que esto, sólo el silencio

Uno llegó el miércoles, otro anoche. Ensayarán esta tarde, en la intimidad. Para los shows de esta noche, mañana y el domingo están todas las entradas vendidas. Aquí un paseo por la historia de la relación entre dos artistas enormes de la música popular mundial.

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Joao admira a Caetano, pero no lo dice en público, casi nunca.
En su carrera le grabó apenas tres temas, entre ellos “Sampa”.

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Caetano jugó a ser como Joao en su disco “Totalmente de mais”.
Esta noche, hará un set solista y lo acompañará en el final.


Por Miriam Sosa

t.gif (862 bytes) Las entradas están agotadas, y los músicos en las gateras. Joao Gilberto llegó el miércoles por la tarde e hizo un par de sus desplantes famosos. Caetano Veloso anoche, tarde, dispuesto a ensayar hoy para los tres recitales. Buenos Aires será hoy, mañana y el domingo, con todas las entradas vendidas, escenario de un encuentro cumbre entre dos grandes, muy grandes de la canción popular mundial. Se trata nada menos que del hombre que con su voz y con su guitarra llevó por el mundo la bossa nova y de su hijo artístico más dilecto, el artista latinoamericano más prestigioso de los últimos veinte años, por lo menos. Que Joao Gilberto y Caetano Veloso se reúnan en un escenario es un suceso precioso, en cualquier circunstancia. Es la reunión del maestro –el mágister, el “más”– y el discípulo, que ya es maestro, con que todas sus legiones de fans soñaron. Pocos encuentros generarían más expectativas o prometerían más excelencia y emoción, tanto por la obra en común, como por la relación entre ambos y la mitología en torno de ellos. Para el arte es un evento de las mismas proporciones que si hubiesen coincidido en un escenario Vaslav Nijinsky y Julio Bocca, o para el fútbol, en una cancha, Maradona y Pelé. El organizador de los recitales creía anoche que el orden sería así: primero Caetano, después Joao, al cierre Joao-Caetano. Ambos solos, con guitarras.
Más que reunión, se trata de una comunión momentánea, por inspiración de Caetano, que se sumó con humildad a la segunda visita de Joao a Buenos Aires en los últimos tres años. Desde hace un lustro, siempre que viene, Veloso es el músico que cada vez tiene más público, el músico al que van a escuchar los músicos, o deberían. En su última visita llenó cinco veces, y podría haber seguido, el Gran Rex en que hoy coincidirán. Gilberto vino en octubre de 1997, agotó las entradas para dos Opera y quedó tendida la línea para que sumase Buenos Aires a su agenda. Eso ocurrió esta vez, sólo que al enterarse, Caetano le ofreció acompañarlo. Hoy, ensayando en la intimidad, decidirán aquí qué temas tocan juntos.
Este evento podría ser la culminación de treinta años de historia, si no hubiese ocurrido algunas otras veces (ver recuadro). En 1968, cuando se iniciaba el tropicalismo y Caetano comenzaba a ser lo que es, en un artículo definió su máxima aspiración estética como “la continuación de la línea evolutiva de la tradición de la música brasileña, en la medida en que Joao Gilberto lo hizo”. Puede decirse que fue infatigable en sus homenajes al maestro. Cuando le abra el paso esta noche acaso lo haga cantando una definición, incluida en su último disco, en el marco de una canción-homenaje a buena parte de lo mejor de la historia de la música brasileña: “Melhor do que isso só mesmo o silêncio/ E melhor do que silêncio só Joao”.
Gilberto fue desde un principio el número uno absoluto de la canción en portugués. “En poquísimo tiempo influenció en toda una generación de arregladores, guitarristas, músicos y cantantes”, escribió el a su vez inmenso Tom Jobim en la contratapa de Chega de saudade, el disco considerado el nacimiento de la bossa nova. Lo habían grabado juntos, Gilberto y Jobim, en 1959, y que aquello sería histórico era apenas un secreto entre los artistas de la vanguardia brasileña. Desde entonces ese cascarrabias que solía presentarse como Joao Ninguém (así se nombra a un nadie en portugués) fue para sus colegas el Joao Mais Alguém de Brasil. Sólo tenía un disco hasta el longplay mítico, un simple grabado pero ya había compuesto “”Bim-bom” y “Hô-ba-la-lá”. Ahí tocaba y cantaba “Desafinado” (“Si usted insiste en clasificar/ mi comportamiento de antimusical/ mintiendo debo argumentar/ que esto es bossa nova/ que esto es muy natural”). Por ese registro, en esa voz, del tema de Jobim y Newton Mendoça, es que este año la bossa nova cumple cuarenta años. Haciendo inmensa una forma chiquita de cantar, Joao “inventó” en su interpretación el género.
Los dos son bahianos. Joao Gilberto (do Prado Pereira de Oliveira) nació en 1931 en Juazeiro, al norte del estado de Bahía. Caetano en 1942 en la hermosa y colonial Santo Amaro da Purifaçao, en el Recóncavo Bahiano. Gilberto siempre sostuvo que lo suyo era samba y no ha hecho más que eso en los últimos cuarenta años. El oído absoluto, la voz hecha melodía, y las manos sacrificadas al hábito de “bater” la guitarra de una forma inigualable son su bagaje. Como Joao, y por Joao, Caetano suele profundizar canciones que el público ya conoce pero había descartado, u olvidado. Lejos de las conciencias buenas y los plácemes, revoltoso en su arte, económico en lo que Caetano puede, si quiere, ser plural, Gilberto se centra en el sonido renovándolo en un juego perpetuo. Es un hombre-melodía. Caetano, en cambio, puede hacer del arte, y la filosofía, y hasta de su cuerpo un apéndice de la música. Si quiere (sus shows Circulado y Fina estampa ya lo demostraron en Buenos Aires). Caetano puede ser un hombre-show. Pero en “Totalmente de mais”, que no le gusta mucho porque tiene las imperfecciones de una grabación en vivo demostró, haciendo con la guitarra pequeñas bellezas puras que, además, puede actuar al estilo del maestro. De hecho, el trabajo incluye dos temas de Joao. ¿Así será su participación en estos tres días que conmoverán a la ciudad?

 


 

LAS REFLEXIONES DEL ALUMNO SOBRE EL MAESTRO QUE NO HABLA
“Ningún otro artista fue tan decisivo”

t.gif (862 bytes) Estos son algunos textos y opiniones de Caetano Veloso sobre Joao Gilberto:
ron2.gif (93 bytes)  “Un amigo me dijo que había aparecido un cantor que cantaba desafinado, enteramente fuera de tono: la orquesta iba para un lado y él para otro. Pero mi amigo estaba influido por el hecho de que la canción se llamaba ‘Desafinado’. Los acordes disonantes, el tipo de orquestación de Tom Jobim, la manera de Joao de cantar le dieron a mi amigo, que no era una persona muy musical, la idea de que Joao Gilberto era desafinado. Yo quedé muy interesado en conocer el disco. Unas dos semanas después, me lo mostraron. Ahí vibré, vi que era genial y quedé encantado. Desde ese día empecé a preocuparme más por la música que por el resto de las cosas. Eso me dio ganas de profesionalizarme, junto al encuentro con Gilberto Gil, que también había sufrido el mismo impacto con el disco de Joao Gilberto” (Al escritor Eduardo Homen de Mello, en Música popular brasileña contada y cantada por ..., Sao Paulo, 1976)
ron2.gif (93 bytes)  “Ningún otro artista brasileño fue más decisivo para mi formación personal. Ninguno de los que también lo fueron resistió más la criba crítica de mi mente a través de los años. Joao Gilberto lanzó una luz angelicalmente suave y diabólicamente penetrante sobre el pasado y el futuro de la música popular brasileña, y nada puede ser visto ahí con propiedad si no se tiene en consideración esa luz. Toda la cultura y hasta toda la vida de los brasileños fue alcanzada por ella, y por ella alquímicamente transformada. Con su simple modo de tratar la palabra cantada, él hizo tanto por la lengua portuguesa como sus mayores poetas. Comprendiendo y sintiendo como nadie la plasticidad del portugués hablado en Brasil, él actúa a un tiempo domesticadora y normativamente sobre su historia. Haciendo siempre la misma cosa que nunca es la misma, Joao no para de deleitarnos y sorprendernos, serenarnos e intrigarnos. La elección del repertorio, el gusto de las cadencias armónicas, la duración de las notas de la melodía dentro del tiempo, el sentido del silencio, la forma única de hacer sonar la guitarra, todo eso hace que su canto y su ejecutar la guitarra sean siempre una nueva lección y una eterna oración” (En el programa del show de Joao Gilberto en el Coliseo dos Recreios de Lisboa, Portugal, junio 1984)
ron2.gif (93 bytes)  “En 1959, en un barcito en Santo Amaro da Purificaçao, el bar de don Bubu, un negro analfabeto, tocaba el disco de Joao Gilberto el día entero. Nosotros terminábamos las clases e íbamos a la puerta del bar a escuchar el disco. Desde ese tiempo hasta ahora yo escucho a Joao Gilberto casi diariamente. Chega de saudade jamás envejeció para mí: ahí ya cantaba viejos sambas de Ary, de Caymmi. La bossa nova del inicio para mí fue eso” (Entrevista de Almir Chediak aparecida en Songbook-Bossa Nova 2, 1990)
ron2.gif (93 bytes)  “La bossa nova era un movimiento de la clase media de la zona sur de Río de Janeiro, donde floreció, pero la bossa nova nació a orillas del río Sao Francisco, en Juazeiro, en Bahía, en la cabeza de Joao Gilberto. Es necesario recordar eso, sólo se habla de departamentos de Ipanema, nadie se acuerda de Juazeiro. Joao Gilberto vino de allá con todo aquello. El tiene la fuerza, él es el He-Man de la bossa nova, él centraliza. Eso no desmerece el valor de las otras personas. La personalidad nuclear, el destino, el mensaje secreto, todo eso es de Joao Gilberto” (Songbook-Bossa Nova 2, 1990)
ron2.gif (93 bytes)  “La bossa nova tuvo una importancia fundamental en la historia musical de Brasil. No sólo en la música, sino también en la propia cultura. Yo mismo encontré en la bossa nova un punto de partida para mi formación cultural en todas las áreas. Al oír a Joao Gilberto por primera vez, en 1959, alguna cosa se revolvió en mí que me llevó a querer entrar en un mundo nuevo que no se limitaba a la música, concernía también a la literatura, la filosofía, el cine, todas las cuestiones de cultura. Lo que aquellos músicos, cantantes o poetas estaban haciendo era una renovaciónsorprendente. En un país tan pobre como Brasil, la música de ellos tenía un grado de sofisticación de primera línea, en términos internacionales. Tal vez haya sido uno de los acontecimientos culturales más importantes en la formación del Brasil. Espero que Brasil, algún día, pueda corresponder como país a lo que la bossa nova le propuso” (Songbook-Bossa Nova 2, 1990)

Selección y traducción: MS.

 

Los cruces de la historia

ron2.gif (93 bytes)   Desde el especial que Joao Gilberto y Caetano Veloso grabaron junto a Gal Costa, emitido el 29 de setiembre de 1971 por la TV Tupí, el diálogo artístico de los grandes no ha sido tan excepcional como pareciera: se han presentado juntos en Europa en varias ocasiones. Sin embargo, no es pan de todos los días que suban juntos a un escenario y mucho menos que eso ocurra en Latinoamérica. Caetano cuenta que para aquel especial televisivo grabaron casi seis horas, aunque sabían que saldría al aire sólo una. Tampoco pasaron a la historia una serie de curiosas fotos de Joao, Gal y Caetano en posición de loto. “Arrancaron esas páginas del libro de Brasil”, definió Caetano en una entrevista con el Jornal do Brasil.
ron2.gif (93 bytes)  En 1980, Joao, Caetano y Gal, sumando ahora a Gilberto Gil y María Bethania, los cinco bahianos grabaron en Estados Unidos el disco Brasil, que preludió el retorno del maestro a su país, tras un largo exilio iniciado en los ‘60. El trabajo es, realmente, una maravilla. Ahí están “Aquarela do Brasil”, de Ary Barroso, “Milagre” de Dorival Caymmi, la versión de Haroldo Barbosa de “All of Me” (“Disse Alguém”) de S. Simons y G. Marks, “No tabuleiro da Baiana” de Ary Barroso, y “Bahía con H” de Denis Brean, entre otras perlas.
ron2.gif (93 bytes)  Los temas de Caetano grabados por Joao son apenas tres, en toda su carrera: “Avarandado” en 1973, “Menino do Rio” en 1980 y 1986 y “Sampa” en 1991. Caetano grabó de Joao, que tiene una obra de autor muy corta, “Obálá-lá” y “Bim-bom” para su disco Totalmente de mais, en 1986. En la segunda versión en CD del trabajo Fina estampa, la que registró en vivo en 1995, incluyó además “Você esteve com meu bem”, de Gilberto y Antonio C. Martins. Era una canción casi perdida, que rescata un paso entre el antes y el después de la bossa nova.

 

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