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SE SUICIDO EL POETA JOSE AGUSTIN GOYTISOLO
El último de una generación

Figura central de la llamada Escuela Poética de Barcelona, el escritor se quitó la vida arrojándose ayer por una ventana de su casa.

El mayor de los Goytisolo tenía 70 años.
Su generación incluía muchos poetas militantes.

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t.gif (862 bytes)  El suicidio del poeta español José Agustín Goytisolo puede pensarse como el acto final de una generación de escritores formada en la militancia antifranquista, que pregonó un universo en que política y literatura iban de la mano y en general terminó decepcionada por el mundo de la política de fin de siglo. Hermano mayor de los narradores y ensayistas Juan y Luis, el poeta de 70 años se quitó la vida en Barcelona, lanzándose al vacío desde una ventana de su casa. La muerte –según informaron los médicos forenses– resultó inmediata. Goytisolo había estado en Buenos Aires, en 1994, junto al cantante Paco Ibáñez, quien hizo famoso algunos de sus poemas –como “Palabras para Julia”– musicalizándolos en la década del 70. Los otros dos integrantes principales del movimiento que la crítica llamó Escuela Poética de Barcelona, Jaime Gil de Biedma y Carlos Barral, habían fallecido en los últimos cinco años. Cuando en 1998 Goytisolo cumplió los 70 afirmó: “Si tuviera que volver a vivir todo lo que he vivido, preferiría no volver a vivirlo”.
Nacido en 1929, el mayor de los tres Goytisolo fue una figura central de lo que la crítica llamó la generación del 50, profundamente antifranquista y de izquierda. En su obra se destacan los libros El retorno (Premio Adonais 1955), Salmos al viento (Premio Boscán 1956) y Claridad (Premio Ausias March 1961), que agrupó en el volumen Años decisivos (1961). También publicó Algo sucede en Madrid (1968), Posible imagen de Lezama Lima (1970), Palabras para Julia (1979), Los pasos del cazador (1980), Sobre las circunstancias (1983), Final de un adiós (1984), El rey mendigo (1988) y La noche le es propicia (1992-Premio de la Crítica). Preparó, además, las antologías Nueva poesía cubana (1972) y Posible imagen de Jorge Luis Borges (1974).
Las horas quemadas (1997), su última entrega, construye una suerte de recorrido autobiográfico. “A partir de los 30 años –contaba– caí en un profundo estado de depresión por culpa de la lucha antifranquista, los amigos muertos por el camino, la represión... Pensaba constantemente en el suicidio.” Toda su literatura, decía, estaba marcada por la muerte de su madre, durante un bombardeo en 1938, en plena Guerra Civil española, cuando compraba regalos para él en Barcelona. “Este hecho, que nos dejó muy marcados a mi padre y a mí, fue trascendido y convertido en literatura en 1955 (con la elegía El retorno), aunque por razones personales nunca nombré a mi madre, ya que no buscaba la compasión ni el patetismo.”
Con un cigarrillo eterno colgado de los labios –como los de Humphrey Bogart, con quien tenía mas de un rasgo en común–, Goytisolo solía hablar de literatura con desparpajo e ironía.. “Detesto esa retórica heredada del peor Neruda, que describe un cuerpo de mujer como si fuera un objeto. Los médicos no pueden escribir poesía”, decía, por ejemplo. Durante una entrevista que concedió en Buenos Aires en 1994, recordó con ese estilo su amistad con Jorge Luis Borges: “Lo conocí en 1962. Recuerdo que fui a verlo a la vieja biblioteca de la calle México. En esa época, no vivía con María Kodama y, cuando me recibió por primera vez, hizo todo lo posible para ahuyentarme”, contó. “Me dijo, por ejemplo, que la esclavitud estaba bien, que Franco era un personaje admirable, y cosas por el estilo. Como yo no me inmutaba, dejó de bromear. Borges no quería espantar a la burguesía sino a la izquierda ilustrada.” Finalmente se hicieron amigos. “Un día me confesó que alguien le había dicho que yo era un ‘rojazo’ de temer. De ahí sus prejuicios. Pero como mi intención era publicar una antología de sus poemas en España, jamás cedí a sus provocaciones. Después lo volví a ver algunas veces más. Estuvo dos veces en Barcelona, con María. Ya casi no se podía hablar con él. Esa mujer se metía en todas las conversaciones y le dirigía la vida.”

 

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