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LA ALIANZA ATLANTICA INICIO AYER SUS ATAQUES AEREOS CONTRA YUGOSLAVIA
Lluvia de fuego sobre los serbios

La OTAN inició ayer por la tarde su demorada ofensiva contra objetivos militares serbios en Yugoslavia. Misiles de crucero Tomahawk y 130 aviones, de los cuales uno fue derribado, participaron en la primera ola. El secretario de la ONU, Kofi Annan, apoyó la ofensiva que Rusia condenó.

Condena: El secretario general de la ONU Kofi Annan condenó a Belgrado por “rechazar el acuerdo que hubiera podido detener un baño de sangre”.

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Un misil Tomahawk despega desde el crucero estadounidense “Phillipine Sea” en el mar Adriático.
El Pentágono estimó ayer que para la madrugada de hoy se habrán disparado cerca de 100 de estos misiles.


t.gif (862 bytes)  La OTAN inició ayer la primera acción militar conjunta en sus 50 años de historia. Consistió en una serie de ataques aéreos contra objetivos militares serbios en la República Federal de Yugoslavia. Unos 100 misiles de crucero fueron disparados a partir de las 15 de ayer desde los buques de guerra de la Fuerza Naval Permanente de la OTAN en el mar Adriático, y por bombarderos B-2 y B-52 de gran altitud contra objetivos en Montenegro, Kosovo y Serbia. En un mensaje televisado, el presidente norteamericano Bill Clinton defendió la necesidad de evitar “los riesgos de la inacción”. En un sentido nada diferente, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, sostuvo que “hay momentos donde el uso de la fuerza puede ser legítimo para alcanzar la paz”. Rusia adoptó la posición contraria. “Es una clara violación a todas las normas de la ley internacional”, declaró fulminante el presidente Boris Yeltsin. Los ataques de ayer cesaron a la madrugada, pero la ofensiva seguirá hasta que Serbia “termine con la represión de los kosovares”, advirtió el secretario de Defensa norteamericano William Cohen.
El ataque inicial fue seguido por una decidida ofensiva aérea de 130 cazabombarderos que partieron de la base aérea de Aviano, en Italia. La OTAN confirmó que uno de sus aviones fue derribado por las defensas serbias, pero agregaron que “varios aviones yugoslavos” fueron a su vez abatidos.
Después de las tensiones de la última semana, el ataque fue ejecutado con una prontitud notable. Sacando partido de la mejora en las condiciones climáticas en la región, generalmente neblinosa, el comandante de la OTAN en la región, el general Wesley Clark, ordenó ayer el comienzo de la “fase uno” de la ofensiva. El buen tiempo es un factor indispensable para asegurar el funcionamiento de los sistemas de guía láser de varios misiles. La primera fase de la ofensiva comprende ataques para degradar la capacidad antiaérea de las fuerzas armadas yugoslavas. Diez bombarderos furtivos F-177, dos cazas anticarros A-10, 33 cazabombarderos F-16 de escolta formaron la primera oleada de aviones que partió de Aviano, en el transcurso de un ataque que sumó 130 aviones en su ofensiva contra Yugoslavia. La flota aérea estaba armada con misiles antirradar para la supresión de instalaciones antiaéreas, además de armamento aire-aire.
Clinton declaró que la ofensiva tenía tres objetivos: a) servir como una advertencia de la voluntad de la OTAN para detener al presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, b) disuadirlo de continuar sus agresiones contra la etnia albano-kosovar, y, “si es necesario”, c) “degradar la capacidad de Serbia para la guerra” –es decir, neutralizar al ejército yugoslavo–.
Los blancos específicos no fueron conocidos ayer con precisión, pero se sabe que varios se encontraban en los alrededores de importantes ciudades. La agencia oficial yugoslava Tanjug detalló que siete ciudades fueron atacadas, incluyendo Danilovgrad, capital de Montenegro, Belgrado, capital de Yugoslavia, Novo Said, al norte de del país, y Uzice al sur. La presencia de tantos blancos urbanos en la lista de objetivos suscitó el temido interrogante sobre las bajas civiles. Clinton afirmó en un discurso a los norteamericanos que este riesgo “no puede descontarse”, como tampoco descontaba que hubiera bajas entre los pilotos de la OTAN. Por eso pidió “una plegaria para nuestros hombres y mujeres en uniforme”. El premier británico Tony Blair informó que Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, España y Holanda participaron de la ofensiva.
Los análisis de daños todavía no fueron difundidos, por lo que el saldo del primer día de hostilidades es mucho menos que claro. El Estado Mayor Yugoslavo aseveró que “más de 20 blancos fueron víctimas de la agresión occidental”, y Tanjug afirmó que se registraron varios muertos en un ataque a una fábrica cerca de Belgrado. Sin embargo, una corresponsal de CNN en la capital yugoslava afirmó que la gente sabía que el ataque no estaba dirigido al centro de la ciudad, y que transitaron libremente por las calles. La policía serbia reaccionó al ataque clausurando todos los medios de transmisión televisiva desde Yugoslavia y arrestando a varios periodistas de la CNN, luego liberados. Todas estas acciones derivaron de la instauración oficial –por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial– del “estado de guerra”.
Este desarrollo es preocupante en vista de los informes de que se registraron impactos en Montenegro. Montenegro forma, junto con Serbia, la República Federal Yugoslava, y se había opuesto a la política intransigente de Belgrado. Sin embargo, Montenegro es una base importante para las defensas antiaéreas de Serbia, lo que probablemente explica por qué ayer la OTAN no pudo evitar elegirla como uno de los objetivos del ataque. Pero su inclusión dentro de esta lista podría servir como justificación para que Milosevic instaure allí la ley marcial y elimine a sus opositores en el gobierno autónomo. La OTAN advirtió a Belgrado que no ensaye ningún golpe de mano.
La reacción rusa fue mucho más virulenta de lo que se imaginaba. Aunque económicamente en bancarrota, Rusia ha lanzado un desafío abierto a la Alianza Atlántica. El presidente Yeltsin ordenó el cese de todo contacto con la OTAN, incluyendo el proyecto de cooperación “Alianza para la Paz”. El ministro de Defensa Igor Sergeyev afirmó que Kosovo se transformaría en “un segundo Vietnam, esta vez en el corazón de Europa”, y el líder del Partido Comunista Gennadi Zyuganov comparó a Estados Unidos con “la Alemania fascista”. La agencia oficial Itar-Tass informó ayer que en la Cancillería rusa se proyectaba trasladar varias ojivas nucleares tácticas a la frontera con Polonia en Bielorrusia, un aliado ruso, como señal de represalia a la ofensiva de la OTAN.
Las respuestas de otros países fueron mixtas. Aunque los líderes de los países de la OTAN mostraron un frente unido en favor del ataque, el Vaticano calificó la ofensiva como “una derrota para la humanidad”. Sin embargo, Kofi Annan justificó plenamente la intervención de la OTAN, y se ocupó de condenar al gobierno de Belgrado por “persistir en su rechazo al acuerdo que hubiera podido detener un baño de sangre”. La OTAN tiene previsto continuar sus ataques contra la República Yugoslava durante el día de hoy, cuando también difundirá los primeros análisis de daños.

 


 

LA OTAN DEBATE COMO CONTINUAR LA OFENSIVA
Usar o no usar tropa de tierra

Por Richard Norton-Taylor desde Londres

t.gif (862 bytes) Los planes de acción militar contra Yugoslavia no incluyen aún tropas terrestres. Los gobiernos aliados, bien impresionados por los ataques misilísticos norteamericanos de “riesgo cero” contra Irak, prefieren entregarse por completo a los bombardeos aéreos. La presencia del submarino nuclear británico “Splendid”, equipado con misiles norteamericanos, en las costas de Yugoslavia, significa que por primera vez Gran Bretaña participa directamente en la primera vuelta de esos ataques aéreos que se han convertido en un rasgo clave de la política moderna.
“Los ataques aéreos son un arma política en esta situación, pero no van a detener a los serbios que matan a albaneses étnicos en Kosovo”, dijo una fuente cercana a funcionarios del Ministerio de Defensa británico. Agregó: “No son tampoco la solución militar”. Los gobiernos de la OTAN, especialmente Estados Unidos y Gran Bretaña, confían que los ataques aéreos van a ser suficientes para arrastrar finalmente al presidente yugoslavo Slobodan Milosevic a la mesa de negociaciones. Algunos funcionarios, haciéndose eco de comentarios formulados por líderes de la oposición en Yugoslavia, sugieren que Milosevic necesita los ataques para aparecer como mártir.
La pregunta que se hacen en los círculos militares es ¿y ahora qué viene? A los estrategas militares, acostumbrados a planear campañas desde el comienzo hasta el fin, sus jefes políticos les dijeron que no se preocupen. “Si uno lleva a cabo cualquier acción de guerra debe estar preparado a llegar hasta las últimas consecuencias”, dijo anteayer el general Sir Michael Rose, ex comandante de las fuerzas de las Naciones Unidas en Bosnia. “Por el momento tengo mis dudas sobre si los bombardeos nos van a sacar las papas del fuego ... Eso se consigue sólo si ponemos un ejército en el terreno”, aclaró a la BBC. Rose dijo que existía un notable peligro de que cualquier acción de guerra de la OTAN contra Serbia se extendiera a Bosnia y posiblemente a Macedonia. Los estrategas militares británicos advirtieron al Gabinete sobre las posibles represalias serbias contra las tropas de paz británicas estacionadas en Bosnia. “Dudo mucho que los países del mundo occidental quieran lanzarse a una tercera guerra balcánica”, dijo Rose.
Jane Sharp, investigadora en el Centro de Estudios de Defensa en el King’s College, Londres, dijo: “Si el propósito es proteger a los albaneses de la opresión, se necesitan tropas de tierra”. Pero los gobiernos norteamericano y británico aseguraron que no ven ningún rol para sus tropas en el terreno. Preguntado repetidas veces sobre si veía alguna posibilidad de enviar tropas de tierra, el premier laborista británico Tony Blair dijo de que “no había planes” de hacerlo. George Robertson, secretario de Defensa, dijo dos semanas atrás a las tropas británicas estacionadas en Macedonia que no tenía ninguna intención de pedirles que cruzaran la frontera y lucharan en Kosovo.
“No hay ninguna perspectiva, ninguna voluntad política, de enviar tropas”, dijo Donald Anderson, laborista, presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de los Comunes. Los ataques aéreos, dijo, podían ser necesarios para mantener la “credibilidad” de la OTAN, pero, citando a un ex agregado militar británico en Belgrado, añadió que dudaba hasta qué punto serían exitosos. Hay cerca de 12.000 soldados de la OTAN en Macedonia, pero sólo unos pocos son norteamericanos. Esto es menos que la mitad de los 28.000 soldados que la OTAN calculó que necesitaba para asegurar un acuerdo de paz, y mucho, mucho menos que los 80.000 necesarios en el caso de acciones de guerra.

 


 

Milosevic, un mesías serbio admirador de Hitler

Para el presidente yugoslavo Milosevic sólo importa seguir en el poder. En 12 años llevó a su país a las guerras de Eslovenia, Croacia y Bosnia, y fue el campeón de la depuración étnica. Ahora su objetivo son los albano-kosovares.

El líder utlranacionalista Slobodan Milosevic con su custodia.
Es el ideólogo oportunista de la supremacía étnica serbia.

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Por Hermann Tertsch desde Madrid

t.gif (862 bytes) Slobodan Milosevic pasará sin duda a la historia, aunque todos los que lo conocen consideran que eso le importa poco. Como tampoco le preocupa lo que piensen de él en vida. No tiene mayor necesidad de ser querido, ni por su pueblo ni por el exterior. Es posiblemente el menos sentimental de los gobernantes desde Stalin. Y un increíble prestidigitador a la hora de burlar a la derrota. Es un maestro de la supervivencia. Algunos intentan descalificarlo como comunista o ultranacionalista o incluso iluminado panserbio o paneslavo. Se equivocan. Piensa de forma mucho más prosaica. En realidad, no tiene ideología y el único concepto inmutable que lo guía es el instinto de poder. Por el poder, desnudo en realidad de todo objetivo que no sea preservarse, es capaz de matar, cambiar radicalmente su mensaje, ordenar genocidios o enviar a la miseria y a la derrota militar a su propio pueblo.
Este hombre es, más que otros sátrapas de este siglo, más que otros hombres de poder y sin pasión, un fascinante objeto de estudio. Su padre se suicidó cuando él tenía 21 años. Su madre hizo lo mismo once años después. También se suicidó su tío, un general del ejército yugoslavo. Los que esperaban que él algún día imitara a sus padres perdieron las esperanzas. Su llegada al poder ya fue un indicio de su carácter. En un golpe de mano liquidó en mayo de 1989 a quien había sido su íntimo amigo y mentor en el partido, Ivan Stambolic. Con una ofensiva propagandística implacable en contra de la persona a la que debía todo, llegó a la presidencia de Serbia. Viendo cómo caían uno tras otro los regímenes comunistas en el Este de Europa, reconoció la necesidad de una ideología sustituta para garantizar la supervivencia del aparato del Estado y del partido y recurrió al nacionalismo. En aquel Estado plurinacional y federal, la ofensiva de Milosevic en favor de los derechos de los serbios, supuestamente ignorados por Tito, pronto se convirtió en una virulenta campaña en favor de la hegemonía étnica de este pueblo en toda Yugoslavia. El 28 de junio de 1989 se cumplía el 600 aniversario de la batalla de Kosovo Polje en la que el zar serbio Lazar sucumbió ante las tropas otomanas. Milosevic convocó aquel día a cerca de un millón de serbios en el escenario de la batalla y les dijo que “jamás nadie os volverá a tocar”. Los serbios tenían que ser los dueños de Kosovo aunque, por la emigración de los serbios y la alta natalidad de los albaneses, aquella provincia autónoma tenía ya una población albanesa del 90 por ciento. Entonces se abolió la autonomía de Kosovo y de paso la de Vojvodina, con una importante minoría húngara.
Así, con su exigencia de hegemonía racial serbia, Milosevic provocó el movimiento secesionista y se convirtió en el verdugo de Yugoslavia. Después comenzaron las guerras, primero en Eslovenia, muy breve, después en Croacia ya muy cruenta y después, atroz, la de Bosnia. Milosevic depuró el ejército del elemento yugoslavista en favor del serbio y quiso hacer una Gran Serbia, desde la frontera griega hasta muy cerca de Zagreb.
Hubo momentos en 1992 en que parecía capaz de lograrlo. Pero ahora, siete años después está claro que ha perdido todas las guerras y que va a perder también Kosovo. En 1989 lo celebraban como el adalid de la causa, el que haría de Serbia un gran país, en el que todos los serbios vivirían en esa bucólica sociedad de armonía que los nacionalismos tienen como mito, expulsados los perversos foráneos y los impuros. Hoy es difícil negar que Milosevic se ha convertido en una maldición para el pueblo serbio, férreamente controlado por el aparato e intoxicadosistemáticamente por su propaganda. Como sucedió con su admirado Hitler en Alemania, el pueblo lo siguió como a un mesías. Y él los llevó al abismo.

 

Kosovo, el Vietnam serbio

Aunque es evidente que los albano-kosovares padecían la opresión sistemática de los serbios mucho antes de que la OTAN tomara la decisión de bombardear, es probable que ahora, al menos en lo inmediato, la pasen mucho peor. Pero el balance de los riesgos depende de una evaluación de cómo es la Serbia sobre la que preside el líder nacionalista Slobodan Milosevic: ¿es una sociedad capaz de luchar con una eficacia feroz en pro de conservar a Kosovo? Todo parece indicar que la sociedad serbia, aunque desprovista de cualquier sentido de autocrítica, y dominada por un sentimiento de victimación, no está en forma para librar una guerra. Los conscriptos yugoslavos no quieren ir a la provincia de Kosovo –a la que ven como los norteamericanos veían a Vietnam, o los israelíes al Líbano–. La mayoría deserta. Muchos oficiales regulares dudan acerca de la legitimidad de las decisiones de Milosevic, y también de su capacidad militar de llevarlas a buen término. El más prominente de los críticos, el general Momcilo Perisic, fue obligado a renunciar por Milosevic porque sostuvo que la finalidad de las fuerzas armadas no era oprimir a la población civil. La mayoría de las tropas responsables de las masacres y limpiezas étnicas en Kosovo son fuerzas especiales. Estos paramilitares, que se cuentan por decenas de miles, dependen directamente de Milosevic a través del Ministerio del Interior. Son pagados por partidas especiales, que están en la base del déficit yugoslavo. Tienen equipos, armas y transportes propios, y no responden ante las fuerzas armadas regulares. Fueron definidas por la oposición como Escuadrones de la Muerte, pero no son ilegales. Y en Kosovo gozan del derecho de saqueo.


YUGOSLAVIA, UNA HISTORIA DE DESMEMBRAMIENTOS
Cómo funciona el supremacismo serbio

t.gif (862 bytes) La República Federal de Yugoslavia surgió en abril de 1992 a partir del derrumbe de la República Socialista Federativa de Yugoslavia. La integran Serbia y Montenegro, dos de las anteriores repúblicas socialistas yugoslavas. Sobre un territorio de 102.000 kilómetros cuadrados –aproximadamente la mitad de la superficie que ocupaba la anterior república socialista– viven 10,6 millones de habitantes. El 62 por ciento de la población es serbia. Un 17 por ciento está formado por los albano-kosovares de la provincia en conflicto de Kosovo, en el interior de Serbia. El resto se compone de montenegrinos, yugoslavos propiamente dichos, húngaros, y otros grupos.
Belgrado es simultáneamente la capital yugoslava y serbia, con 1,7 millón de habitantes. Sus principales actividades económicas son la industria, los servicios y la agricultura y ganadería. Las sanciones impuestas por las Naciones Unidas entre 1992 y 1995 por la crisis de Bosnia y nuevamente a partir de mediados de 1998 por el conflicto de Kosovo, junto a una conducción económica poco eficiente, han llevado al país a una profunda crisis económica y social, frente a la que el gobierno no encontró mejor solución que una progresiva derechización sobre la base del supremacismo étnico de los serbios. El desempleo alcanza casi el 30 por ciento de la población económicamente activa.
El jefe de Estado yugoslavo es el socialista serbio Slobodan Milosevic, cuyo partido ostenta la mayoría en el Parlamento federal. Milan Milutinovic y Milo Djukanovic son los presidentes de Serbia y Montenegro, respectivamente.

 

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