Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


OBRAS RECIENTES DEL CELEBRE ARTISTA CHILENO
Matta: el cosmos y el comic

Trabajó en el estudio Le Corbusier,
formó parte del surrealismo de los
años 30 y sigue produciendo a los 87.

na27fo01.jpg (16470 bytes)

Por Fabián Lebenglik

t.gif (862 bytes)  Después de la reciente muestra retrospectiva de Roberto Matta que organizó el Centro Borges –con buena obra aunque montada de manera algo confusa– hay una nueva oportunidad para ver la obra de este gran artista chileno e internacional.
La exposición se presenta en la nueva galería de Diana Lowenstein, que del Paseo de la Infanta se mudó al 1595 de la avenida Alvear y cambió el nombre de Der Brücke por el de su titular, dispuesta a mostrar un perfil más alto.
En 1990 la misma galería había presentado una muestra menor de Matta, y ahora, nueve años después, como coronación de la larga amistad con el artista, se exhibe una exposición que abarca fundamentalmente su obra más actual: óleos, bronces, dibujos y algunas estampas de los años ochenta y noventa (incluidos trabajos de 1999).
Como todos los grandes artistas del siglo, Roberto Matta (nacido en 1911) tiene una imagen tan identificable como un marca registrada, y en este sentido buena parte de su producción posterior a la década del sesenta constituye una vuelta sobre su propia obra, un Matta que se copia a sí mismo.
Sus formas extrañas, que él llamó “paisajes interiores”, transfiguradas en figuras zoomorfas y antropomorfas, se mezclan y combinan en una suerte de escritura para formar un conjunto narrativo, dinámico, cargado de gestualidad y color.
Entre las pinturas de la muestra sobresale un óleo de casi 15 metros cuadrados (2,70 x 4,98) que recuerda la obra mural que Matta realizó en las décadas del cincuenta, sesenta y setenta. Eran murales políticos, sobre la Guerra Civil Española, contra la invasión norteamericana de Vietnam y a favor del Frente Popular chileno.
En esta gran pintura de Matta, pintada durante cinco años, entre 1983 y 1988, se ve claramente su concepción de América como mítica y salvaje, que lo acerca al realismo mágico y a la noción europea más emblemática de América latina, como “un mundo nuevo hecho de fuerzas míticas e indomables”. La gran tela tiene un título también simbólico Eat us, sir fire, eat us, donde el fuego se vuelve omnívoro y la violencia se estetiza.
Este óleo sobre tela funciona como una suerte de cosmogonía latinoamericana que condensa su modo de interpretar la imagen del continente. La tierra, el cielo y el erotismo son tres de los ejes constantes en esta teoría visual, que cuando se reúnen, entran en combustión y en un caótico estado eruptivo. A su modo, Matta es un pitagórico, que cree en la unidad cósmica de todas las cosas, en esa música de las estrellas, que suena como consecuencia del movimiento del universo. Aunque la diferencia central con los pitagóricos es que el centro de ese universo, en el pintor, es el hombre. En la obra de Matta, el hombre es el cosmos.
En la década del cuarenta, durante su período norteamericano, Matta se vuelca a la concepción gráfica de la pintura y transforma las extrañas figuras de sus obras en personajes que parecen salidos del mundo de la historieta. Esa etapa es la que el crítico norteamericano Robert Hughes denomina con ironía, “el comic del más allá”.
Pero más allá de la ironía, Roberto Matta es uno de los pocos artistas latinoamericanos –junto con Torres García o Fontana– que generó descendencia en Europa y en Estados Unidos.
Otro de los aspectos salientes de la exposición es la docena de grandes bronces, entre las que se destaca una silla y una forma indeterminada, ambas de la década del sesenta. Las demás son esculturas más recientes, que evocan simbologías de las culturas precolombinas. En 1957 el MoMA de Nueva York organizó una retrospectiva de Matta y habilitó a partir de entonces las grandes muestras antológicas y retrospectivas que se vienen haciendo en los principales museos del mundo. (Diana Lowenstein Fine Arts, Avenida Alvear 1595, hasta el 24.)

DE BUENOS AIRES Y NUEVA YORK
Rómulo Macció: bueno y breve

Por F. L.

t.gif (862 bytes) Con sólo catorce cuadros, Macció llena de pintura la enorme sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta. Contra el horror al vacío, el pintor elige unas pocas obras como un modo posible de la elocuencia.
Paisajes urbanos de Buenos Aires y Nueva York, pasados por el ojo del artista: edificios, avenidas, construcciones, nieve; el subte, la proliferación de autos, reflejos, vapores.
En todas las obras la luz y el clima juegan un papel central. En el caso de la luz, la centralidad pasa por la vía de la tradición pictórica del claroscuro. El clima, en cambio, aparece en sentido literal y figurado: por una parte en la acepción meteorológica, fenoménica, de las nevadas, tormentas o calores que afectan la visión de los objetos. Pero también, en las pinturas de Macció el clima genera modos de vida y modalidades de la mirada. El aire se opaca o se aclara, las figuras se deforman, contrastan, o se vuelven complementarias. Los colores se tensan o se diluyen. La sombra de los transeúntes –prácticamente ausentes– se vuelve una masa informe, indeterminada. El clima implica una atmósfera y, casi, un accidente que condiciona cierta moral urbana. Los cuadros logran que en medio de esa atmósfera se coloque el espectador.
Macció es un pintor plural. A lo largo de más de cuarenta años, ha sido muchos pintores. Pero a veces, en un mismo momento, parece ser otros, simultáneamente. Esta es una de sus marcas: Macció es muchos pintores y especialmente, mucha pintura. Pasó por el surrealismo, por la gestualidad informalista, por la neofiguración, por el realismo...
Así como en sus muestras de comienzos de la década del noventa el artista dedicó una larga serie de pinturas a la ciudad de Nueva York y en 1996 y ‘97 pintó aspectos de Buenos Aires y el río, ahora elige retratar ambas ciudades entre la figuración y la abstracción, de manera que las dos modalidades pierden sentido antagónico y se convierten en variaciones de la mirada que se alternan e incluyen mutuamente. (En el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, hasta el 18 de abril).

Inauguran en la semana
* Alfredo Londaibere, pinturas, hoy, en Gara, Honduras 4952.
* Richard Sturgeon, pinturas, hoy, en Tobago, Alvarez Thomas 1368.
* José Achem, pinturas, hoy, en Filo, San Martín 975.
* Eduardo Saperas y Andrea Nacach, fotos, hoy, en la Fotogalería del Teatro San Martín, Corrientes 1530.
* Román Vitali y Ros, mañana, en el Centro Rojas, Corrientes 2038.
* Parelos/Paralelas, envío argentino a Arco ‘99, mañana, en la galería Ruth Benzacar, Florida 1000.
* “Cien sillas clásicas”, en el Museo de Bellas Artes, Libertador 1473.
* Cúneo, historietas, mañana, en el Centro Recoleta, Junín 1930.
* Bárbara Brizzi, fotos, mañana, en el Museo del Banco Provincia, Sarmiento 362.
* Mirta Kupferminc, taller abierto y muestra, mañana y el próximo miércoles, en el Espacio Giesso Reich, Cochabamba 370.

 

PRINCIPAL