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BOCA SIGUE SIENDO UNICO LIDER Y TIENE UN INVICTO DE 31 PARTIDOS
Palermo festejó su gol en zona roja

Boca logró una difícil pero merecida victoria ante Newell’s en el Parque Independencia. Elizondo echó a Palermo porque se bajó los pantalones e hizo señas durante la celebración de su gol.

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t.gif (862 bytes)  Sólo la particular interpretación de Horacio Elizondo del festejo de Martín Palermo de su golazo privó a Boca de una alegría completa porque ahora el goleador recibirá, seguramente, una fecha de suspensión como mínimo. Si no fuera por esa mancha, lo de Boca sería para descorchar champagne toda la noche: jugó bien, ganó bien, mantiene la punta pasando la presión a sus escoltas Lanús y River, estiró su invicto a 31 partidos y se acerca al record de 39 que aún conserva el Racing mítico del ‘66. Y en el medio de tanto fasto hay un “detalle” que pasa inadvertido: va derechito rumbo al bicampeonato.
El festejo de Palermo fue la versión “hard” del gol que celebró en Liniers ante Belgrano. El domingo se arremangó los pantalones, anoche se tiró al piso y se los bajó dejando su slip negro al aire. El Mellizo Barros Schelotto se dio cuenta y le subía el pantaloncito mientras el resto se sumaba a la montaña de la celebración. Palermo, ya compuesto, siguió el rito con una rutina digna del Bolshoi y Elizondo ni mu. Hasta que Palermo señaló con su dedo, allá al fondo, como diciendo “para vos” o “para ustedes”. Y Elizondo, que permitió que se pegaran e hizo un culto del “siga-siga”, le sacó la roja. Abbondancieri dijo que “me lo dedicó a mí, siempre lo hace así porque somos amigos y compartimos la habitación en la concentración, pero Elizondo creyó que Martín se lo gritaba a los hinchas de Newell’s que estaban atrás de mi arco”. Por eso o por bajarse los pantalones, Palermo no podrá estar ante Racing.
Boca lo había intentado de todas las formas posibles. Por arriba, por abajo, desde afuera y sin embargo no había conseguido quebrar a un Cejas experto en rechazar con puñetazos, recurso aconsejable para una cancha rápida y traicionera y una pelota siempre mojada. Boca lo había intentado y lo logró con la fórmula menos ortodoxa: pelotazo frontal y cabezazo de espaldas que se colgó del ángulo izquierdo del arco rojinegro. Era justicia, estricta justicia, a sólo siete minutos del final de un partido que no habrá sido el mejor del campeonato, pero seguramente estará entre los más dramáticos.
Boca lo tuvo encerrado a Newell’s en los dos primeros cuartos de hora. En los quince iniciales sin solidez y ayudado por los nervios de los pibes rojinegros que, pese a su entusiasmo, daban ventajas y descuidaban a un Palermo sereno pero poco certero que merodeaba el área como una fiera al acecho. Lo tuvo otra vez en el comienzo de la segunda parte, donde hizo su mejor fútbol ante el mejor momento de despliegue, concentración y respuesta de contraataque de Newell’s. Sin embargo, sólo se llevó sinsabores cuando quiso gritar el gol, como en ese extraordinario derechazo de Riquelme –en una jugada que ya le dio dividendos en partidos anteriores– que reventó el travesaño de Cejas.
Castelli había dicho que iba a presionar a Boca “pero en los lugares donde más nos conviene”. Lo que se vio fue que los chicos de Newell’s “corrieron” a los Boca, que es algo diferente a presionar. Presión fue la que ejerció Boca, porque apretó la marca sabiendo siempre qué hacer después de conseguida la pelota. Esa fue la gran diferencia. Mientras Newell’s tardó veinte minutos en ubicar a Manso a espaldas de Serna, desde donde generó las aproximaciones a Abbondancieri para salir siempre recto ychocar con Bermúdez-Samuel, Boca ganaba la pelota y abría hacia afuera para después buscar a Riquelme con un Bernardi siempre encima. Y con dos sistemas parecidos tomó predominio el equipo que tiene más experiencia, más solidez y por supuesto mejores individualidades. Por eso fue justo el triunfo de Boca, aunque en los últimos diez del primer tiempo, cuando los locales llegaron seguido, la sensación era que el partido estaba para cualquiera de los dos. El mejor estado físico de los visitantes hizo el resto. Mientras los pibes de Newell’s casi se arrastraban y sólo seguían corriendo por amor propio, los de Boca corrían con resto de aire y además con criterio.
Y entonces llegó la jugada clave. Cagna en posición “de diez” levantó la vista y miró el área. Palermo iba hacia afuera, de espaldas al arco y le había sacado medio metro a su marca. Cagna se jugó la ficha un pleno y Palermo cantó azul y amarillo el 9. El lungo metió el cabezazo hacia atrás y le dio una comba perfecta a la pelota para que aterrizara detrás del vuelo de un Cejas sorprendido. Gol, victoria, punto e invicto.

 

Una Gilada

Si las imágenes del Parque Independencia llegan hasta la video de Jesús Gil y Gil, el pase de Martín Palermo al Atlético de Madrid corre riesgo de frustrarse. Gustavo Mascardi, el apoderado del goleador, no debe estar muy feliz con la expulsión de anoche y su repercusión en España. Ayer, el titular del club rojiblanco dijo que no le preocupaba la cifra que Boca pidió por Palermo (21 millones de dólares), sino que otras cosas son las que lo hacen dudar.
“Palermo se pinta mucho el pelo de colores. Más que el costo de la operación me preocupan las neuronas del muchacho”, aseguró el hombre que lleva como apellido Gil, y dos veces, al inaugurar un campo de golf en Segovia, donde fue abordado por la prensa. “Necesitamos traer a un chaval, pero debo estudiarlo muy bien porque no quiero un segundo caso Vieri”, añadió Gil y Gil, recordando que el italiano dejó este año el Atlético para irse al Lazio, cuando tenía todo arreglado para seguir en Madrid. Al presidente del club del Manzanares no le gustó mucho aquella aparición de Palermo vestido de mujer en la tapa de la revista Mística y menos su última aparición en “El Show de Video Match”, vistiendo coqueta minifalda. Debe tener miedo que haga un strip-tease en pleno estadio Calderón.

 

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