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OPINION
El día de las víctimas

Por Martín Granovk

Es un buen día para el corazón y para la cabeza. Para el corazón, ni hay que fundamentarlo: cumple seis meses preso y puede ser extraditado el general que cortó una maravillosa experiencia de búsqueda de socialismo en democracia (la de Salvador Allende entre 1970 y 1973), después fue el principal responsable de instalar en Chile el asesinato sistemático y lideró la reconversión social hasta fracturar un país.
Y a la vez, como en Nüremberg, de nuevo quedó impuesto un principio de internacionalización de justicia que saca de su casillero nacional la lucha por los derechos humanos. Desde ayer, está más claro que los países no sólo pueden juzgar la tortura; deben hacerlo. Y que, si lo hacen, no sólo no están fortaleciendo a los poderosos del mundo; los debilitan.
Los poderosos alentaron a Pinochet, a la vez un buen comprador de armas y modelos de organización social. Los que aún comparten en Londres el viejo sueño colonial pudieron haber disfrutado con el castigo de un militar del tercer mundo. Sin embargo, lo criticaron.
Pero, ¿el gobierno de Tony Blair es coherente? ¿Actúa bien cuando el secretario de Interior confirma que Pinochet es extraditable y mal cuando el Foreign Office falla en detener la escalada de Slobodan Milosevic hacia la cumbre de la limpieza étnica? ¿Bien cuando respalda el fallo de los lores contra la tortura y mal cuando el secretario de Defensa codirige los bombardeos que producen cada vez más víctimas por error?
Es tentador apretar la tecla Delete para suprimir, toda junta, la internacionalización de la justicia con este argumento: cualquier decisión jurídica justificaría moralmente otra. Resulta obvio que, para Blair, es más fácil intervenir en los Balcanes cuando declara extraditable a Pinochet. Y que Washington es incoherente cuando declina ratificar las convenciones sobre derechos humanos. Pero en política internacional conviene resistir las tentaciones demasiado fáciles:
*  El mismo principio de extraterritorialidad de los derechos humanos permitiría juzgar a Pinochet y, eventualmente, a Milosevic.
*  Desde el mismo Derecho Internacional que lleva al procesamiento de Pinochet es discutible una acción de la OTAN sin la decisión previa de las Naciones Unidas.
*  La construcción del derecho internacional de los derechos humanos ha sido, desde que terminó la Segunda Guerra, de Guatemala a la Argentina, un instrumento de los perseguidos, y los verdugos resistieron su extensión.
Ayer no fue el Día del Verdugo. Fue el Día de las Víctimas.

 

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