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AUMENTO DEL MINIMO JUBILATORIO Y SABLAZO A LA PBU
Roque anuncia, pero paga Chupete

Las cuentas no dan, pero Economía promete una mejora para los jubilados del antiguo régimen que Menem no tendrá que afrontar.

Roque Fernández, ministro de Economía, yendo a oficiar de vocero del gabinete en Olivos.
Cada vez que el Gobierno usa la palabra “solidaridad” es porque va a perjudicar a alguien.

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Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes) “Antes de fin de año se podrá elevar la jubilación mínima de 150 a 190 pesos, y a 200 a partir del año 2000”, dijo ayer Roque Fernández tras la reunión del gabinete nacional en Olivos. Según el ministro de Economía, serán beneficiados unos 400 mil jubilados del antiguo sistema, que rigió hasta 1994. El esquema, basado en una propuesta de Carola Pessino, secretaria de Equidad Fiscal, que debería lograr el apoyo del Parlamento, propone además la reducción de la PBU (Prestación Básica Universal) para los trabajadores que se vayan jubilando con haberes relativamente altos, y su supresión completa para los del tope. De allí saldría teóricamente el dinero para subir la mínima del viejo régimen. Sin embargo, a los analistas previsionales no les dan las cuentas, y sospechan que todo se reduce a una jugada política. Como la elevación del piso no tiene financiamiento y debería ser pagada por el próximo Gobierno, la medida obligaría a la Alianza o a Eduardo Duhalde a absorber el costo político de anularla.
En el proyecto de Pessino, al que aún le faltan los números, la PBU sería en realidad sustituida por una Prestación Básica Solidaria. Este adjetivo ya había sido utilizado al imponerse el principio de caja para la Seguridad Social, que en el fondo dispuso que los jubilados que le ganaran juicios al Estado cobrarían sólo en la medida en que al sistema previsional le sobraran recursos tras atender el pago de jubilaciones y pensiones. De modo que cada vez que el Gobierno apela al término “solidaridad” es porque se dispone a perjudicar a alguien.
La iniciativa de Carola y Roque –ambos oriundos del CEMA– cayó mal entre los entendidos, incluyendo las AFJP, porque es un nuevo manoseo a un sistema que, como el previsional, debería ser permanente, ya que implica un contrato intergeneracional. “Si dos veces por semana aparecen en los diarios proyectos para modificar el régimen y cortar beneficios –se quejó una fuente, que pidió reserva–, nadie va a querer seguir aportando al sistema. Es lo mismo que sabotearlo.” Es importante recordar que los aportantes no pueden hacer valer ningún derecho adquirido porque, según la jurisprudencia, los derechos se adquieren recién en el momento de jubilarse.
El régimen abolido en 1994 prometía como jubilación un 82 por ciento del sueldo al momento del retiro, pero no lograba pagarlo. Con el nuevo sistema, un asalariado promedio, con un sueldo de unos 800 pesos, puede esperar cobrar algo menos de un 60 por ciento. Alrededor de un 30 lo recibirá como resultado de la capitalización de sus aportes (en la hipótesis de una rentabilidad promedio del 5 o 6 por ciento anual a lo largo de treinta años), y el resto por la PBU. Suprimida ésta, la jubilación esperable sería de apenas un 30 por ciento, por lo que desalentaría la contribución a un sistema que ya sufre altísimos niveles de evasión.
Fuentes próximas a Pessino insisten en que aún no hay números precisos, aunque trascendió que la PBS, que reemplazaría a la PBU, declinaría respecto de ésta a partir de las jubilaciones de 700 pesos. Pero si así fuera, el ahorro fiscal sería muy pequeño en el corto plazo, y sólo se acercaría a los $ 300 millones anuales dentro de unos 15 años. En ese momento quedarían muy pocos jubilados del viejo sistema a los cuales beneficiar. Por ahora la economía oscilaría entre 20 y 30 millones en un año, mientras que el aumento prometido a 400 mil pasivos costaría 208 millones.
Como número comparativo, la rebaja de un punto en la contribución patronal al sistema le hace perder al fisco $ 500 millones anuales.
Aunque es obvio que a la PBU no se le puede sacar tanto jugo, la iniciativa puede servir, manipulando un poco las cifras, para respaldar los argumentos en favor de una nueva quita en los porcentajes de aporte empresario. En cuanto a la elevación de la edad jubilatoria de las mujeres a 62 años, asimismo anunciada ayer por Fernández, tampoco tendría un efecto fiscal significativo. Aunque hay consenso en la razonabilidad de tender a igualar la edad de retiro para los dos sexos, suena contradictorio que al mismo tiempo otra área de Gobierno, como Trabajo, impulse la prejubilación cinco años antes de lo debido para damas y caballeros.

 


 

INFORMES CONTRADICTORIOS SOBRE EL NIVEL DE EMPLEO
“Las cifras son consistentes”

Por Pablo Ferreira

t.gif (862 bytes) El nivel de empleo formal en el área metropolitana subió en marzo un leve 0,2 por ciento respecto del mes anterior. La encuesta de indicadores laborales dada a conocer ayer por el Ministerio de Trabajo muestra, además, que la cantidad de horas trabajadas creció un 2,5 por ciento y que se registra una importante caída en la suspensión de trabajadores.
La cartera laboral se apresuró en asegurar –en un comunicado– que las mejoras demuestran que “la crisis desatada en meses anteriores ha comenzado a revertirse”. Sin embargo, Héctor Gambarotta, secretario de Empleo y responsable de la encuesta, relativizó ante Página/12 esa afirmación, al asegurar que los datos “dan para pensar en un comienzo de reversión”.
Asimismo, las cifras oficiales se contradicen con los resultados del relevamiento de la Sociedad de Estudios Laborales (SEL), que dirige el economista Enrique Kritz. Ese estudio, conocido también en la víspera, indica que durante el mes pasado la ocupación retrocedió 0,6 por ciento. Tampoco coinciden las encuestas en cuáles fueron los motores del incremento del empleo en marzo. Para Trabajo la mejora fue liderada por las firmas de la construcción. El informe destaca que la dotación del sector trepó el 7,6 por ciento. En cambio, de acuerdo al trabajo de Kritz –en línea con la evaluación generalizada que hacen, por ejemplo, los comerciantes de materiales de este rubro– la construcción sufrió una reducción del 0,3 por ciento.
Al respecto, Gambarotta dijo a este diario que no descarta que haya una falla en la medición, aunque destacó que para él “las cifras son consistentes”. Pese a ello el funcionario admitió que está chequeando sus datos con la Cámara Argentina de la Construcción y la Unión de Obreros de la Construcción (UOCRA). Otra discrepancia apreciable entre las dos investigaciones, que el secretario reconoció que tenían similar cobertura y metodología, se refiere al tamaño de las empresas que muestran menor empleo. Para el gobierno las firmas medianas lograron, luego de un trimestre de bajas, un aumento del 2,3 por ciento. En tanto, para la CEL esas empresas “concentraron” las caídas de marzo en el orden del 2,4 por ciento.

 

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