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JAVIER SOLANA, SECRETARIO GENERAL DE LA OTAN
“Una operación terrestre estuvo contemplada desde el principio”

La OTAN no retrocederá hasta que Yugoslavia ceda a sus demandas; los planes de intervención terrestre se renuevan todo el tiempo, y la campaña aérea está cumpliendo sus objetivos, según dice en este reportaje Javier Solana, secretario general de la Alianza.

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El País
de Madrid

Por Xavier Vidal Folch
Desde Bruselas

t.gif (862 bytes)  El secretario general de la Alianza Atlántica, Javier Solana, explica en esta entrevista –realizada en la mañana del jueves, a punto de cumplirse un mes de la intervención militar aliada, y minutos antes de volar para Washington– que los planificadores militares de la OTAN ya están elaborando el plan de la operación militar terrestre en Kosovo. Actualizan el borrador elaborado hace un año. Contempla dos hipótesis: la entrada en Yugoslavia de la fuerza militar internacional de pacificación con permiso de Belgrado, o cuando “el acuerdo no se haya alcanzado todavía”, es decir, sin permiso, también con misión de combate. Pero de momento la estrategia aliada sigue circunscrita a los ataques aéreos.
–¿Impulsará la cumbre la intervención terrestre?
–Lógicamente se convertirá en una cumbre fundamentalmente centrada sobre la situación de Kosovo. Los jefes de gobierno analizarán la situación y demostrarán de forma colectiva, como han hecho individualmente, su determinación para ver esta operación terminada de la manera que la comunidad internacional ha decidido que termine, logrando los cinco puntos: cese de las persecuciones, retirada de las fuerzas serbias, retorno de los refugiados, autonomía para Kosovo, entrada de una fuerza militar internacional que garantice la seguridad de todos. La cumbre no tomará ninguna decisión de encargar la puesta al día de los planes, porque los planes se actualizan de forma natural. Una de las obligaciones que tienen los mandos militares es poner al día todas las opciones que políticamente han sido aprobadas. Por tanto, en la cumbre no habrá decisión en esa dirección, porque ya se está haciendo.
—¿Se está haciendo?
–Sí, todas las opciones se mantienen al día.
–Lo que aún no se ha hecho es entrar en un plan detallado terrestre.
–Depende de qué entendamos por “detallado”. La última concreción de los planes depende de la evolución real del conflicto. Hay una parte del plan que no se puede concretar hasta que no se analizan todas las coordenadas del problema en el momento en que se va a tomar la decisión.
—Acaba de declarar que era imposible contemplar una intervención terrestre sin seguir mermando previamente la capacidad operativa de Milosevic con la actual campaña aérea. ¿Ha matizado su posición tradicional? ¿Es ahora más favorable a la intervención terrestre?
–No, realmente no. Una operación terrestre está contemplada desde el principio, con dos objetivos, garantizar la seguridad de Kosovo y el retorno de los refugiados. ¿En qué condiciones se produciría esa actuación? Puede producirse en un entorno más permisivo (con acuerdo explícito o tácito de Belgrado) o en una situación más difícil, en la que el acuerdo no se haya alcanzado todavía.
–Los mandos militares aliados pidieron grandes refuerzos cuando aún no habían pasado tres semanas de campaña. ¿Es que el plan de la operación aérea era militarmente insuficiente, o políticamente demasiado optimista, al prever una rápida cesión de Belgrado?
–El plan estaba hecho para una campaña que lógicamente debía ir in crescendo, si ello resultaba necesario. Una campaña creciente, sujeta al ritmo necesario de intensificación, pero siempre dentro de los mismos objetivos, debilitar el aparato militar y policial de Milosevic.
—Cuentan con los hombres más calificados y la mejor tecnología y, sin embargo, se han producido errores, ¿por qué?
–Cuando se han producido, los hemos lamentado profundamente y los hemos reconocido. También quiero decir que no ha habido en la historia una operación militar que se haya realizado con mayor cuidado para evitar daños a civiles. Me gustaría poder dar a conocer las órdenes con que vuelan los pilotos, son absolutamente estrictas y la prueba es que muchas veces se vuelven sin haber lanzado sus bombas. Cuando esto acabe, se podrán conocer.
–Las guerras se desbrozan en el aire, pero se ganan por tierra.
–Depende. En cualquier caso, la campaña aérea es absolutamente necesaria, ya sea para disminuir las capacidades militares y policiales de Milosevic a fin de que acepte las condiciones, ya sea para que en una situación de mayor debilidad, el riesgo de las fuerzas de seguridad internacionales sea menor.
—¿La resurrección de la hipótesis de intervención terrestre responde a un intento de recuperar la desventaja de haber anunciado que estaba descartada, lo que dio seguridades a Belgrado?
–La estrategia que los gobiernos han decidido es la que se está llevando a cabo, y no hay ninguna razón para cambiarla. Los gobiernos están comprometidos, unánimemente y más allá de su composición ideológica, a llevarla hasta el final. Esta es una batalla contra la barbarie que están decididos a ganar. Lógicamente, todas las opciones deben estar abiertas, pero la estrategia no se va a cambiar.
–Salvo que sea imprescindible.
–Eso va de suyo.
–Entrar por tierra, ¿no sería caer en una trampa, ante un Ejército entrenado desde la época de Tito a defender el terreno palmo a palmo?
–Nadie quiere hacer la guerra a Serbia. Los 19 no están luchando contra los serbios, sino contra un dictador que ha demostrado con creces su brutalidad y que representa todos los valores contrarios a ellos.
—¿Asumirían las opiniones públicas el costo en vidas humanas que supone entrar por tierra?
–No se lo puedo decir. Lo que veo con claridad es que las opiniones públicas, con carácter mayoritario, comparten con sus gobiernos la decisión de que esta barbarie debe acabarse. Comprenden perfectamente lo que está en juego. No está en juego el petróleo ni las materias primas, ni la conquista de un territorio, ni la apertura de nuevas rutas comerciales. Nada de eso. Aquí lo único que está en juego son unos valores humanos y unos principios democráticos. Si no los defendiéramos, Europa entraría en una bancarrota moral. Los ciudadanos europeos no se han recuperado del todo de lo que en cierta manera supuso un fracaso en la guerra de Bosnia, y están dispuestos a que eso no se vuelva a repetir. No es posible que Europa entre en el siglo XXI sin tener la estatura moral suficiente como para que de su territorio quede excluida la barbarie.
—No todo el mundo lo tiene así de claro.
–No sólo hay que proclamar los principios y los valores. Hay que estar también dispuestos a defenderlos. Una nueva generación de líderes europeos, que no hizo la II Guerra Mundial y es hija de 1968, está demostrando que es capaz de hacer ambas cosas, proclamarlos y defenderlos.

 

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