Por Cecilia Bembibre
Todo
comenzó cuando, en una de las primeras charlas mantenidas entre escritores y asistentes a
la 25º Feria del Libro, alguien disparó la pregunta. ¿Ha muerto el lector?,
inquiría con impertinencia el programa de la exposición, y en un segundo el público
presente en la sala, el que recorría los pasillos en busca de precios, el que hacía cola
para conseguir el autógrafo de su autor favorito, el que evaluaba la presentación de un
ejemplar como quien compra un adorno... todos ellos comenzaron a dudar de su existencia y
a mirarse con cara de espanto. Las cifras ensayan una convicción que desmiente el resto
del año, y aunque ciertas, no anulan la esquizofrenia. Un millón de personas visitaron
este año la Feria del Libro y, con la licencia de las estadísticas (ya que se venden un
millón de libros en cada Feria), cada una se llevó un libro a casa. Al mismo tiempo, las
estadísticas juran que casi la mitad de los argentinos no lee ni un libro por año. Las
salas de conferencias rebosaron de asistentes, aunque los actos más concurridos fueron el
de Alejandro Dolina (mil quinientos lectores-oyentes) y el del gurú espiritual Paulo
Coelho y mil cuatrocientos cincuenta seguidores. El tercer acto más concurrido fue el de
los Grandes clásicos populares argentinos, organizado por Página/12, con mil
asistentes.
Las estimaciones de asistencia aún no oficiales, ya que la exposición permanece
abierta hasta hoy a las 22 superan en alrededor de un dos por ciento a las cifras de
1998. Convertida desde hace varios años en el evento cultural más evidente, este año se
celebró en el predio el centenario del nacimiento de Jorge Luis Borges (ver aparte). La
última Feria del siglo contó, como siempre, con la visita de escritores, lectores y con
un desfile permanente de personajes mediáticos. Muchos de los cuales aparecieron, con el
don de la oportunidad, a presentar su propio libro. Carlos Fuentes, Gilles Lipovetsky,
Alvin Toffler, Ernesto Sabato y Juan Gelman fueron algunas de las figuras que llegaron
para charlar con el público y firmar ejemplares. No faltaron tampoco best sellers que
realizaron maratones de firmas, como Paulo Coelho, Robin Cook y Patricia Cornwell.
La convocatoria de la exposición recuperó, como cada año, un efímero
debate sobre la verdadera naturaleza del evento, que suele agotarse apenas se vacían los
stands. Y volvió a cuestionarse la finalidad comercial de la Feria. No me importa
que la Feria sea un shopping, respondió, polémica, la directora del evento, Marta
Díaz, ante la consulta de Página/12. Por definición, es el encuentro entre el
vendedor y el potencial comprador; el comercial es un aspecto legítimo y nada
despreciable de esta exposición. Pero además tiene la posibilidad de ser un hecho
cultural. Lo más importante es que la gente se acerca a los libros. Si a eso se lo llama
shopping, bienvenido sea. Y no hay que olvidar las actividades culturales al alcance de
todos, subrayó. Con menos optimismo, Héctor Yánover había precisado, al
inaugurar las jornadas de homenaje a Borges, que éstas eran el único evento no
comercial de la Feria.
Si consumir es el objetivo principal de quienes franquean la entrada de la exposición, la
evaluación de las ventas arroja datos importantes sobre el perfil del lector argentino.
En líneas generales se cumplieron las expectativas que teníamos. Estamos cerrando
el balance con un 10 o 15 por ciento más de ventas que el año pasado, comentaron
en Editorial Sudamericana, una de las más importantes del país, cuyo stand tuvo como
vedettes a Hijas de la fortuna, de Isabel Allende y Los negocios en la era digital, de
Bill Gates. Planeta también adelantó sus cuentas con saldo positivo: diría que
vendimos un 20 por ciento más que en la Feria pasada, lo cual en parte se debe a la
amplitud de la oferta, evaluó Raúl Robledo, ante la consulta de este diario. La
editorial publica al autor más taquillero de la exposición: Paulo Coelho.
Para ver al escritor brasileño, más de mil lectores hicieron anteayer cuatro horas de
cola:Coelho, instalado en el stand, resistió con estocicismo una verdadera maratón de
autógrafos en su libro más reciente, Verónika decide morir. En Emecé el balance es
similar: estamos muy conformes. Nuestras dos novedades, Toxina, de Robin Cook y
Cuéntame tu sueño,de Sidney Sheldon se vendieron muy bien, así como todos los títulos
de Borges que editamos, explicaron los empleados de la editorial que este año
invitó al primero de los best-seller mencionados a caminar los pasillos de la feria. La
opinión sobre el alza en ventas no es unánime. Néstor Rodríguez, encargado del stand
de Riverside (que maneja a Anagrama, Taschen y Siruela, entre otros sellos), trazó un
perfil de esta edición de la muestra diciendo que más gente compró libros más
baratos, y señaló que tenemos un 12 por ciento abajo, pero dado el poder
adquisitivo de la gente es bastante digno. Aunque vemos que los lectores hacen un
esfuerzo, el libro que más se vende es el económico. Cuando el precio de un ejemplar
supera los diez pesos, la gente lo piensa dos veces.
Textuales autorizados
* No sé cuantos poetas, astrónomos, escritores hay en esos chicos que vienen, se
maravillan con lo que ven, pero se va de acá con las manos vacías. Creo que las
editoriales podrían hacer algo para que los chicos se vayan de la Feria con al menos un
libro. (Juan Gelman, 29/4, en la presentación de su libro.)
* Evidentemente, los argentinos no son estúpidos y son educados. Puede ser que no
estén enfocados en la dirección correcta, puede ser que no tengan la mezcla correcta de
profesiones y carreras, pero por cierto tiene una oportunidad mejor que Vietnam...
(Alvin Toffler, 25/4 entrevistado por Página/12.)
* El feminismo podrá hacer que las mujeres entren en la esfera política,
probablemente porque lo político es menos prestigioso quizás ahora; pero las
esferas de poder del dinero siguen ocupadas por los hombres. (Gilles Lipovetsky, 2/5, en
entrevista con Clarín).
* Hubo un momento en América latina donde la ausencia de organizaciones sociales y
la pobreza de la sociedad civil llevaron a los escritores a asumir posiciones políticas
definitivas. Pablo Neruda es un ejemplo. Pero habiéndose ganado la batalla de la
democracia, le corresponde a la sociedad civil manifestarse por la misma. Y ahí, los
escritores pasamos a ser ciudadanos. (Carlos Fuentes, 29/4, entrevistado por
Trespuntos.) |
Números para leer y pensar
En la Feria del Libro se multiplicaron las
charlas, los debates y las conferencias, pero las cifras adquieren personalidad propia.
Aunque también se pueda reflexionar a partir de ellas. En definitiva, en la Feria hubo:
1.000.000 visitantes
800 actos culturales
1.270 expositores
97.000 consultas sobre información bibliográfica
17 días de exposición
1.500 personas en el acto de A. Dolina, el más concurrido
23.920 metros cuadrados de superficie
92 libros con Borges en el título
4 horas de cola para una firma de Paulo Coelho.
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La última oportunidad
Estas son algunas de las actividades que se darán hoy en la jornada de cierre de
la Feria:
15.30 Navegación en Internet, a cargo de Norma Goicoechea. Uso de
software de ciencias e idiomas. (Un lugar para jóvenes)
18.00 Mesa redonda: ¿Cómo ser escritor?. Presenta Juan Lázara.
Participa Silvia Renée Arias, Alicia Jurado, Jovita Montes, Noemí Ulla y María Esther
Vázquez. (Sala Jorge Luis Borges)
León Benarós leerá a Enrique Cadícamo. Coordina Solange Fernández Ordóñez.
20.00 Lectura de poemas: Poetas argentinos contemporáneos. Participan
Ivonne Bordelois, Lucía Carmona, Antonio Requeni, Máximo Simpson, Nina Thürler y Rubén
Vela. Coordina Susana Boechat. (Sala Jorge Luis Borges)
20.30 Mesa redonda Florencio Sánchez hoy. Participan Roger Mirza, Mirta
Arlt, Luis Ordaz, Osvaldo Pellettieri, Roberto Cossa y Fernando Silberstein. Alicia
Berdaxagar y Alfonso De Grazia leerán fragmentos de Barranca Abajo de Florencio Sánchez.
(Sala Domingo Faustino Sarmiento).
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Borges, el homenajeado
Los homenajes a Jorge Luis Borges tuvieron como denominador común la
continuidad, aunque no las miradas. La presencia más obvia del escritor argentino fue la
imagen: se multiplicó en las tapas de los 92 libros con su nombre, en los paneles
fotográficos repartidos por los pasillos y en las bolsas amarillas que repartía el stand
de la Secretaría de Cultura de la Ciudad. Hubo otra dimensión, claro, en la que
ensayistas, traductores y lectores cruzaron opiniones, críticas, interpretaciones sobre
los textos de Borges y sus influencias. El de los traductores exponiendo las complejidades
de su tarea al abordar cada línea del autor de Ficciones fue uno de los ejes
(¿Cómo traducir el envido?, se preguntó Mirjana Polic Bobic, responsable de
la traducción de las obras completas de Borges al croata). Las visitas de colaboradores y
amigos del escritor contrastó las anécdotas con los trabajos académicos. Y no faltó
una polémica: la iniciada por el autor español Arturo Pérez Reverte, que calificó a
Borges de concheto y gilipollas.
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