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Por Fabián Lebenglik ![]() ¿Cuál es el modelo del pintor en las obras de Bianchedi? La sintaxis del título debe invertirse para comenzar a comprender el tipo de evocación que emprende el artista en esta serie. De El pintor y su modelo debe pasarse a Y su modelo, el pintor, en donde su modelo es no sólo el pintor, sino también la pintura: acorde con el gesto autoconsciente y distante que impone la época, El pintor y La pintura -.para más datos, pintados sobre tableros de trabajo son, en conjunto, el par de modelos explícitos que dramatizan la situación y el contexto del artista. Son, por lo tanto, la actualización de un subgénero clásico puesto en términos del presente y, específicamente, del presente de Bianchedi. La muestra exhibe un despliegue inusual para el espacio que la alberga, porque ocupa las dos salas principales de la Fundación y resulta no sólo funcional, sino imprescindible para completar el sentido de la muestra, así como para la complementación y la relación dialógica entre sendas series de ambas salas. La figura recurrente de todas las tablas de los dos conjuntos de obras es el personaje simbólico de Bianchedi, una suerte de ambigua imagen de la juventud, que va cambiando de carácter, es un modelo sin modelo, o un modelo perpetuo que al artista le sirve como principio ordenador y organizador. Es un modelo que funciona como imagen del artista en el espacio de la ficción de la obra. Y alrededor de ese artista solitario -una soledad al mismo tiempo deseada y padecida que, como escribe Lucas Fragasso en el texto del catálogo, contiene la tristeza del aislamiento y, simultáneamente, la alegría de no ser interrumpido se construye el mundo más inmediato del artista: sus materiales de trabajo, sus reflexiones, sus dudas, sus padecimientos, su doble. La primera sala -.junto con la primera serie pone en escena, siempre desde la perspectiva de la autorreferencialidad, una breve historia de los modos de pintar que más le interesan al artista. Es una pequeña enciclopedia de la pintura según Bianchedi. O, más precisamente, una colección de maneras de pintar que, como toda colección particular, está hecha sobre la base de convicciones, amores, caprichos y omisiones. Porque mientras la enciclopedia supone el ímpetu de la completud y la exhaustividad, la colección es incompleta y arbitraria por definición, ya que constituye un recorte, un agrupamiento selectivo. Una vez recorrido el camino de los modos de pintar, el artista genera para la segunda sala un personaje, un doble ficcional, llamado Max, con el cual establece un diálogo que vuelca como escritura en la gran serie de dibujos de la sala mayor de la Fundación. Esa figura le sirve para dramatizar entre la desesperación y la ironía un diario íntimo que, en tiempo real (mientras lo va realizando), va trasladando a las obras los temas y problemas del artista, en un diálogo hipotético sobre las urgencias del tiempo, la necesidad de terminar una serie de obras para cumplir con los compromisos, etc. También habla con Max del agotamiento creativo y de su revés de trama, la proliferación de ideas; el intercambiocontinúa alrededor del paso del tiempo, el aislamiento, la sublimación, la neurosis, la locura ... Así, cada doble, cada retrato del modelo simbólico, va pasando por distintos momentos, caracterizaciones y evocaciones. En ese diario íntimo hay una relación de identidad entre el dibujo y la escritura por la que ambos se proponen como lugares de investigación y reflexión. Entonces, el artista le escribe a Max para decirle que no puede respirar, que flota en el taller, que no es antropófago, que está saturado y suturado, que el trabajo le ayuda a recuperar la memoria, que utiliza una cita de un cuadro de Daneri y así sigue. Si en la sala pictórica Bianchedi se mueve en el plano de la colección de virtudes, en la sala dibujística -.donde el dibujo se impone porque la pintura se deshace, adelgaza, se va yendo la obra elige un tono despojado, entre confesional y pudoroso. El mundo pictórico, en Bianchedi, genera una elaboración especial y minuciosa, porque la pintura es lo que se va a buscar, mientras que el dibujo constituye el grado cero de su trabajo, aquello que viene dado. Lo dibujístico siempre aparece como clave y como punto de partida o llegada, en tanto lo pictórico se ve como sumatoria, como plusvalía, como puro lujo. (Fundación Klemm, M. T. de Alvear 626, hasta el 5 de junio.)
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