Desde que
"Poliladron" abrió la puerta para que Adrián Suar comenzara a transitar
caminos tapizados de oro, sus productos probaron el éxito y terminaron explotando la
fórmula más allá de lo necesario. Pero mientras "Gasoleros" se parece cada
vez más a una caricatura y "Campeones" se pasa de rosca al querer retratar a la
gente más común de todos los comunes, la fábrica de Suar puso en pantalla el que, sin
dudas y considerando el rubro estrictamente artístico, es su mejor criatura. Si
"Vulnerables" fuera de procedencia extranjera, estaría conformando un suceso de
proporciones mayores a sus 15 puntos de rating. Rating que, teniendo en cuenta los
movimientos de las medidoras, es además materia discutible. Ocurre que en las
producciones de Suar juegan factores ajenos a la apreciación artística (como su aceitado
vínculo con el grupo Clarín), y a veces el resto de la prensa siente cierta resistencia
a también hablar bien de aquellos programas del 13 deificados por su órgano difusor
gráfico. Todo ello, sin embargo, debe quedar a un lado con la saga de los seis analizados
del martes a las 23. Ciclo de personajes y detalles visuales trabajados al detalle,
"Vulnerables" recuerda por momentos a aquel "Thirtysomething"
estadounidense de los 80, en el que cada protagonista, al revés de lo que sucede en la TV
y en concordancia con lo que pasa en la vida real, posee profundidad y una multitud de
capas. Apenas la Jimena de Inés Estévez se acerca a lo esquemático, pero sólo cuando
su charla chirriante se vuelve incontenible. Soledad Villamil, Damián De Santo, Gustavo
Garzón --que vuelve a demostrar su estatura actoral con un personaje apocado que de a
poco amenaza con el estallido--, una Sandra Mihanovich sin mohínes de más y Alfredo
Casero (radicalmente diferente al clown de "Cha Cha Cha", más que creíble como
el culposo voyeur de travestis) tejen cada semana una historia de varias dimensiones. Con
una factura cinematográfica y mayor hincapié en esa otra prueba de fuego actoral que son
los primeros planos, "Vulnerables" ofrece aquello que la TV argentina acostumbra
a retacear. Una trama atrapante, llena de dobleces inesperados, sin psicología barata y
--al menos por el momento-- sin bolsas del supermercado Cacho o de papas fritas Pepirí.
Y, además, con eso cada vez más difícil de hallar: momentos antológicos no por su
estupidez o por la acumulación de desidias, sino por un cuidadoso trabajo de guión,
cámara y actuación. Justo cuando Suar empezaba a hacer series como chorizos,
"Vulnerables" vino a dar un toque original. |