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Yabrán fue el testaferro de los
negocios sucios de la Aeronáutica

Investigadores en actividad y retirados de la Prefectura, la Gendarmería, la SIDE y las policías Federal y Bonaerense revelan, por primera vez, qué dicen las fuerzas de seguridad del empresario muerto hace un año.

La cámara de Cabezas tomó a Yabrán y a su  esposa en Pinamar
Su negocio era el control de lo que entraba y salía del país.

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Por Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes) A un año de su muerte, Alfredo Yabrán sigue siendo un misterio. Nadie habla en voz alta de algunos de los puntos claves de su vida: de dónde salió su dinero, cuál era su verdadero negocio, si estaba o no metido en operaciones de narcotráfico o tráfico de armas, cuál era su relación con Estados Unidos, si efectivamente era el jefe de una mafia y qué papel jugaban los siniestros represores que lo rodearon.
1 El origen de la fortuna de Yabrán
Prácticamente todas las fuentes coinciden en que su gran arreglo inicial fue con la Fuerza Aérea. Dio sus primeros pasos en Juncadella, desde donde emergió ya como dueño de OCASA, de la mano del comodoro Juncadella, titular de la empresa. Todos piensan que efectivamente administró fondos que venían de la Aeronáutica. Hacia al final de la dictadura las tres fuerzas vieron que tenían que preservar sus estructuras. En la represión, el Ejército había llevado adelante el 90 por ciento de las operaciones de genocidio, la Marina el 9 por ciento y la Fuerza Aérea el 1 por ciento. Esto le permitió a la Aeronáutica preservarse más que el resto y conservar sus grandes operaciones comerciales: sobre todo, los negocios de entrada y salida de mercancías del país, los aeropuertos y el control del espacio aéreo. En las fuerzas de seguridad, la definición sobre Yabrán es unánime y taxativa: fue el testaferro de hombres de la Fuerza Aérea al final de la dictadura.
2 ¿Hay sospechas de que tuvo que ver con operaciones de narcotráfico?
Coinciden los consultados de todas las fuerzas: no hay indicio alguno de que Yabrán estuviese involucrado en el tráfico de drogas. Ni la DEA ni el FBI cursaron nunca un pedido de antecedentes. Tampoco hubo denuncias de ningún tipo, ni siquiera las más habituales: algún individuo detenido en un operativo que hubiera declarado pertenecer a la organización de Yabrán, alguna vinculación del propio empresario. Las fuentes consultadas también coinciden en una duda: ignoran si parte de sus capitales provenían del lavado de dinero del narcotráfico, “porque en la Argentina el lavado nunca se investigó y sigue sin investigarse”
3 ¿Cuál era su verdadero negocio?
El férreo y despiadado control de todo lo que entraba y salía del país. Yabrán tenía sociedades y una notoria relación con la Fuerza Aérea. Dominaba los galpones, los correos, los free shops, los clearings bancarios; tenía poder en la Aduana, fuerte influencia en el aparato de seguridad, camionetas, aviones y, sobre todo, hombres del gobierno con los que mantenía una oscura vinculación económica. También controlaba, ganando todas las licitaciones, el movimiento de cartas y paquetes de casi todo el Estado argentino.
4 ¿Cómo era su relación con Estados Unidos?
En las fuerzas de seguridad todos coinciden en que era buena. No hay ningún paper norteamericano y ni siquiera pedidos de informes que lo acusen. Incluso algunos dicen que los norteamericanos estaban muy contentos con Yabrán porque garantizó toda la correspondencia de los bancos de ese origen. En los años 80 tener cuentas en Estados Unidos era ilegal y en esa época los depósitos de argentinos en ese país trepaban a más de 40.000 millones de dólares. Yabrán garantizaba la inviolabilidad de esa correspondencia y que todo siguiera funcionando. De allí vienen sus buenas relaciones.
5 ¿Por qué mantenía un ejército de represores?
La mayoría de los siniestros personajes que lo rodearon, todos con antecedentes en secuestros y torturas, habían revistado en el Servicio Penitenciario. Quien los reclutó fue Víctor Hugo Dinamarca, hombre de confianza de Yabrán y ex agente del Servicio Penitenciario. El principal objetivo de ese ejército fue presionar, intimidar e incluso destruir acualquier competidor que quisiera disputar franjas del mercado que eran de Yabrán. En las fuerzas de seguridad coinciden en que también el Tigre Acosta, el hombre que decidía sobre la vida y la muerte en la ESMA, fue parte del ejército del empresario, al igual que Gregorio Ríos, el ex sargento imputado por el asesinato de José Luis Cabezas, y el matón sindical Coco Mouriño.
6 ¿Cuál fue su relación con el gobierno radical y el gobierno menemista?
Es evidente –dicen las fuentes– que mantuvo una relación más que estrecha con la Casa Rosada y con la mayoría de los ministerios durante los dos gobiernos. En época de Alfonsín la relación se estableció –otra vez– por conducto de la Fuerza Aérea, especialmente a través del brigadier Ernesto Crespo, jefe del arma. En esa época consiguió las concesiones más importantes; todas las de los aeropuertos. En las fuerzas de seguridad aseguran que Yabrán tuvo relaciones económicas con hombres que, a su vez, estaban económicamente cerca del presidente Menem. Esos hombres eran Emir Yoma y Aldo Elías. Cuando se pregunta si el empresario podía tener negocios o ser testaferro de funcionarios de la Casa Rosada, todos se encogen de hombros. Pero apuntan que el supercartero ganaba casi todas las licitaciones y que consiguió privilegios inéditos y una extensión inexplicable de las concesiones en los aeropuertos.
7¿Por qué nunca se lo investigó?
En la SIDE, por ejemplo, Yabrán fue un tema tabú en los dos gobiernos: en ningún momento se permitió ninguna investigación sobre el supercartero. Hubo un único caso en que la SIDE compró un informe sobre los represores que rodearon a Yabrán –ese informe fue dado a conocer por Página/12–, pero lo cierto es que siempre hubo órdenes de no investigar. En la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura la indicación tácita era la misma, e incluso en el argot interno se decía que tal jefe era amarillo (el color de las camionetas de Ocasa), es decir vinculado con Yabrán. Todos coinciden en las razones de no investigarlo: cualquier pesquisa iba a mostrar las relaciones con el poder e incluso el grado de infiltración que tenía en los distintos servicios y fuerzas.

 

La jueza no tiene dudas

La jueza Graciela Pross Laporte reiteró ayer que no tiene dudas en torno de la muerte de Alfredo Yabrán y de que fue un suicidio y destacó que estuvo a punto de difundir una fotografía del cadáver del empresario, pero que la familia de éste se lo impidió. En una entrevista que reproduce la agencia DyN, la jueza Pross Laporte atribuyó a “un fenómeno de escepticismo de la opinión pública” las dudas que subsisten sobre si Yabrán en realidad murió y sobre si se quitó la vida o fue asesinado, y dijo que para ella, las pruebas de lo ocurrido “son contundentes”. “Mucha gente piensa que un señor con tantos medios pudo haberse hecho una cirugía, o irse del país. Yo pienso que las cosas son más simples: era Yabrán y decidió morir acá...”, afirmó Pross Laporte al cumplirse un año de la misteriosa muerte de Yabrán. En otro tramo del reportaje, admitió que no impulsó una investigación sobre la hipótesis de que se pudiera tratar de un suicidio inducido porque no se lo pidió “la familia” y dijo que tampoco ordenó investigar las últimas llamadas efectuadas desde el teléfono celular del empresario, porque “en el exhorto no se nos pidió el secuestro”, de ese u otros elementos. “Descartamos esa hipótesis. Pensando que, si hubiera existido algún elemento, se hubiera incorporado a la causa por pedido de la familia. No tuve elementos para investigar eso. Además, en la carta Yabrán no dice que lo obligan a matarse sino que toma la determinación por no sufrir más y no hacer sufrir más a sus seres queridos y hace alusión a una campaña de condena pública” recordó la jueza.

 

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