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LE GANO A PALMEIRAS PERO POR UN SOLO GOL
Ahora, River necesita una hazaña

El gol de Berti parece poco para ir confiados a la revancha en San Pablo. Los brasileños se conformaron con perder por poco. Para ser semifinalista, en la Libertadores deberá sacar un empate en San Pablo. Baiano y Astrada. Expulsados.

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Por Daniel Lagares

t.gif (862 bytes) Era cierto eso de que se trataba de una final anticipada. River y Palmeiras jugaron un partido de gran jerarquía, acaso uno de los mejores de esta Copa Libertadores. Y en ese marco toma más importancia la victoria de River. Porque para ganar, había que jugar muy bien. Y River jugó muy bien. Eso sí, si la final tiene 180 minutos, la diferencia que lleva a San Pablo es mínima. Allá, en el Parque Antártica tendrá que aguantar a un Palmeiras con la misma categoría pero mucho más ofensivo que el que anoche se llevó una derrota más que decorosa. Y hasta podría pensarse que en el vestuario festejaron el exiguo 0-1 de ida.
Ganó River pero el resultado bien pudo haber sido empate y hasta un triunfo del Palmeiras. Pudo ser más holgada la diferencia para Ramón Díaz si en los tres mano a mano del primer tiempo el triunfador hubiera sido Saviola y no el magnífico Marco. Pero también lo pudo ganar Palmeiras si entraba ese zapallazo de Paulo Nunes que rebotó en el palo en un contraataque feroz, cuando apenas iban 5 minutos y River estaba lanzado a dar un golpe rápido. Y pudo igualarlo el equipo paulista si ese cabezazo de Junio Baiano hubiera salido con un poquito más de fuerza para anticiparse al cierre desesperado de Bonano. Por ahí pasaron las oportunidades que estuvieron en sintonía con los méritos de uno y otro. Al fin, este primer pleito se definió cuando River tuvo la fortuna en losprimeros cinco minutos del segundo tiempo que no había encontrado en la primera parte. Después de dos tiros consecutivos en los palos de Saviola y de Angel, Berti metió el derechazo ganador. En el momento justo. La diferencia exacta. Y justa.
Este Palmeiras juega de carterista. Como esos que en el subte o el colectivo hacen el viejo truco de tocar el hombro de la víctima para distraerlo mientras que el groupie mete los dedos en los bolsillos del otro lado. Así juegan los morenos. Parecen fríos y distraídos y de golpe salen disparados para el otro lado. El viejo zorro “Felipao” sacrificó al punta Oseas para hacer una doble línea de volantes con Rogerio-SampaioZinho y más adelantados Alex-Galeano, pero nunca resignó las posibilidades ofensivas. River padeció todo el primer tiempo cuando Lombardi no podía contener a Paulo Nunes, el Barros Schelotto rubio y brasileño, que se le tiraba por ese lado para jugar con Alex, Zinho y la subida permanente de Ruben Junior. Astrada no auxiliaba, Escudero no llegaba y River padecía en cada réplica. Todo lo que intentaba Saviola arriba en sociedad con Gallardo, temblaba atrás ni bien Palmeiras cambiaba el ritmo y agredía a un fondo que también dudaba con cada salida de Sarabia.
El empate era derrota. River salió a buscar el triunfo sin preocuparse por los agujeros que tenía atrás.Palmeiras fue desbordado en esos primeros minutos y el local pudo establecer la diferencia. Hubo un cuarto de hora más en que River rozó el segundo y esperado gol que lo hubiera llevado con más tranquilidad a San Pablo pero pasado ese lapso, Palmeiras volvió a equilibrar el juego, el dominio de la pelota y la posición territorial para animarse a ir a buscar el empate. El conservador “Felipao”.Scolari se la jugó con el ingreso de Oseas pero enseguida sufrió la expulsión de Junior Baiano y entonces sí, se aferró al 0-1 como si fuera un empate.
River apeló al coraje y la vergüenza pero el tiempo del fútbol ya había pasado. Y River raramente gana corriendo. Se consumió el tiempo, se sufrió la tonta expulsión de Astrada y se llegó al final con el triunfo. Magro, pobre en el marcador, pero triunfo al fin. River va a Brasil con el primer chico ganado. Pero no va tranquilo. Anoche, la salida del Monumental era en silencio y con caras largas. Nada tiene que reprocharle la gente a su equipo que jugó un gran partido pero sin hacer la diferencia suficiente. Ahora, empieza otra historia. La decisiva. Y lejos de casa.

 

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