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MILOSEVIC  ACEPTO EL PLAN DE PAZ DEL G-8, PERO SIGUEN LOS ATAQUES
Denle la enésima oportunidad a la paz

El presidente yugoslavo Slobodan Milosevic aceptó el plan de paz del Grupo de los Ocho y pidió que las negociaciones sigan en la ONU. La OTAN continuó atacando y la Casa Blanca se manifestó escéptica sobre el anuncio.

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t.gif (862 bytes)  Luego de más de dos meses de bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia, el presidente Slobodan Milosevic abrió ayer la posibilidad más seria de llegar a un acuerdo de paz con la Alianza Atlántica. En un viaje relámpago a Belgrado con perspectivas muy poco optimistas, el enviado ruso para los Balcanes, Viktor Chernomyrdin, terminó firmando con Milosevic un comunicado en el que Yugoslavia se compromete a aceptar “los principios generales del G-8 (los siete países más industrializados del mundo y Rusia) para una salida al conflicto de Kosovo” y llamó a que “el Consejo de Seguridad de la ONU adopte una resolución en conformidad con la Carta de la ONU”. El anuncio explosivo fue tomado con cautela en Occidente: los países de la OTAN quieren ver hechos, no palabras. Recién allí los aliados considerarían un cese del fuego.
“Si en realidad están preparados para aceptar el marco de acuerdo propuesto por el G-8, debemos verificar que las acciones son coherentes con tal aceptación”, dijo un funcionario de la Casa Blanca que pidió el anonimato. Francia y Alemania son escépticos sobre la veracidad de las palabras del presidente yugoslavo. “Ya hemos oído cosas de este estilo en boca de Milosevic”, dijo a la cadena alemana ZDF el ministro adjunto de Relaciones Exteriores alemán, Günter Verheugen, a la salida de una cumbre franco–alemana en Toulouse. “Para tratar con Milosevic, lo importante es leer la letra chica del contrato. Hay que esperar a que haya signos visibles y tangibles”, completó Verheugen. Estos signos son, básicamente, un retiro de las fuerzas de seguridad serbias de Kosovo.
Luego de reunirse durante los tres últimos días en Moscú, los principales negociadores de paz les daban a las gestiones un tono entre pesimista y dramático. Estados Unidos se mantenía inflexible. “No estamos negociando con Belgrado, y tampoco estamos negociando con Belgrado a través de los rusos o del presidente finlandés. La cuestión crucial no es cuánto se haya podido avanzar durante las semanas pasadas con Moscú, sino qué es lo que la dirigencia yugoslava esté preparada a aceptar”, había dicho el subsecretario de Estado norteamericano, Strobe Talbott. El presidente finlandés Martti Ahtisaari, designado negociador por la ONU, se había vuelto a su país, ante el escaso avance de las conversaciones.
Y el que aparecía más pesimista era Chernomyrdin. Ante la noticia del enjuiciamiento de Milosevic y tres de sus máximos funcionarios gubernamentales en el Tribunal Internacional de La Haya para Yugoslavia, Chernomyrdin dijo que “esto complicará aún más el proceso”. La queja del enviado ruso se dirigía a la necesidad de considerar a Milosevic el único interlocutor válido para las negociaciones. “Milosevic es el presidente legítimamente electo de Yugoslavia y debemos tratar con él”. El premier ruso Serguei Stepashin había lanzado un ultimátum: “Luego del regreso de Chernomyrdin, sabremos si cualquier diálogo político sigue siendo posible o si Yugoslavia será llevada a una guerra terrestre”.
Pero Chernomyrdin volvió ayer con buenas nuevas. Después de una reunión que ocupó toda la tarde de ayer, el enviado ruso para los Balcanes se manifestó “muy satisfecho”, al punto que consideraba probable “en un 95 o 97 por ciento” que regrese la semana próxima junto a Ahtisaari en lo que sería su último viaje a Belgrado en calidad de emisario especial ruso. Las palabras del comunicado conjunto de Chernomyrdin y Milosevic son las más alentadoras desde el inicio de las negociaciones diplomáticas. “Ambas partes comprobaron que es de interés común alcanzar una solución pacífica en la crisis en Kosovo”, dice el documento, y agrega que para ello “es indispensable trasladar el conjunto del problema a la ONU y al Consejo de Seguridad”. El comunicado subraya que “es necesario asegurar lo antes posible la normalización de la situación y el regreso en la seguridad de los refugiados y personas desplazadas a sus hogares en Kosovo”, pero que a la vez se debe respetar “la salvaguardia de la soberanía y la integridad territorial de la República Federal de Yugoslavia”.
Frente a la desconfianza que genera entre los países de la OTAN la falta de una retirada efectiva de tropas serbias de Kosovo que acompañen estasdeclaraciones bienintencionadas, la reunión de ayer trajo una novedad: fue la primera vez que los altos mandos militares rusos y serbios participaron de las conversaciones. En ese sentido, Chernomyrdin declaró que el alto mando militar yugoslavo y el viceministro ruso de Defensa, Leonid Ivachev, discutieron concretamente “las modalidades de la retirada militar de Kosovo y las condiciones para la llegada a la provincia de un contingente internacional bajo la égida de la ONU”.
Sin embargo, la composición de este “contingente internacional” es, desde el inicio del conflicto, uno de los puntos más complicados en la agenda de negociaciones. En principio, Milosevic sólo iba a aceptar una fuerza “civil” de paz, pero luego concedió a Chernomyrdin que la fuerza sea “militar”. Sin embargo, persiste aún la discusión sobre cómo estará compuesta esa fuerza. La OTAN insiste en ser el núcleo de esta fuerza, que calcula en principio de 45.000 hombres. Rusia, en cambio, ha propuesto que las tropas estén encabezadas por un país neutral, como Finlandia. Quien no está demasiado entusiasmado con la propuesta rusa es el propio presidente finlandés.
En las próximas horas, la posibilidad de que la OTAN responda al anuncio de Milosevic con un cese del fuego depende de este acuerdo sobre la composición de las fuerzas que entrarán en Kosovo y de las noticias sobre una retirada ostensible de las tropas serbias de esta provincia.
Qué es lo que se aceptó
El acuerdo para un arreglo del conflicto en Kosovo, del que Yugoslavia afirmó ayer que está dispuesta a aceptar “los principios generales”, fue elaborado por los ministros de Relaciones Exteriores de los siete países más industrializados y Rusia el 6 de mayo en Bonn. Este es el texto del acuerdo adoptado en esa ocasión:
“Los siguientes principios deben ser aprobados e instaurados para resolver la crisis de Kosovo:
* Cese inmediato y verificable de la violencia y la represión en Kosovo.
* Retirada de Kosovo de las fuerzas militares, de policía y paramilitares.
* Despliegue en Kosovo de una presencia internacional eficaz, civil y de seguridad, endosada y aprobada por las Naciones Unidas, capaz de garantizar que se llegue a los objetivos conjuntos.
* Establecimiento de una administración provisional para Kosovo que debe ser decidida por el Consejo de Seguridad de la ONU para asegurar las condiciones de una vida pacífica y normal para todos los habitantes de Kosovo.
* Regreso libre y en seguridad de todos los refugiados y desplazados y el acceso a Kosovo sin obstáculos a las organizaciones de ayuda humanitaria.
* Un proceso político hacia el establecimiento de un marco de acuerdo político provisional que prevea una autonomía sustancial para Kosovo, tomando plenamente en cuenta los acuerdos de Ramouillet y los principios de soberanía e integridad territorial de la RFY y de los otros países de la región y la desmilitarización del UCK.
* Una visión amplia del desarrollo económico y la estabilización de esta región en crisis”.



Claves

* El de ayer es el desbloqueo más importante para la paz en más de dos meses de guerra, pero EE.UU. quiere pruebas de que Milosevic cumplirá.
* Al mismo tiempo, aún no es claro qué quiere decir que Yugoslavia aceptó “los principios generales” del plan del G8.
* Por lo tanto, un cese del fuego no parece una posibilidad inminente, pero sí una aceleración de la dinámica diplomática.


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