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Los gobiernos bomba están más cerca del botón rojo

Combates aéreos y terrestres indo-paquistaníes subieron la tensión entre las más nuevas potencias nucleares del mundo.

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The Guardian
de Gran Bretaña

Por Owen Bennett Jones
Desde Hamzigund, Pakistán


t.gif (862 bytes)  En su conflicto militar más serio desde la guerra de 1971, India y Pakistán bombardearon ayer sus respectivas posiciones con denso fuego de artillería en la disputada frontera de Cachemira. “Estamos muy cerca de la guerra”, declaró ayer un comandante local paquistaní, el brigadier Nusrat Sial, en el área de Hamzigund, cerca de la línea de control que hace las veces de frontera. “Somos soldados entrenados para defender a nuestra madre patria y tenemos la decisión para hacerlo.” Ayer los paquistaníes derribaron un helicóptero indio. Los cuatro tripulantes murieron.
El brigadier afirmó que cazabombarderos indios habían atacado posiciones de artillería bienna22fo02.jpg (19352 bytes) dentro del lado paquistaní de la línea de control. Residentes de la zona lo confirmaron: “Dos aviones hicieron cinco pasadas y arruinaron uno de mis campos”, dijo un granjero, que junto con otros campesinos sostenía en sus manos piezas de metralla que dijeron haber recogido en las cercanías. El brigadier Sial estaba llevando a observadores de las Naciones Unidas y a periodistas a ver los restos de un avión indio derribado el jueves por misiles paquistaníes basados en tierra. Los restos del MIG 27 aparecían desparramados en un radio de cientos de metros. Entre las esquirlas, sobre el terreno se distinguían partes del motor y municiones sin usar. Solamente la cola del avión, con claros distintivos indios, permanecía intacta. Entre las esquirlas sobre el terreno había partes del motor y municiones sin usar. “El avión cayó sobre el abrupto valle rocoso que se encuentra por encima nuestro –dijo el brigadier–. La mayor parte de los restos del avión se encuentra ahora en el río Indus.” El río, marrón, barroso y con su caudal inflado por el agua proveniente de glaciares que se van derritiendo por la estación primaveral, no mostraba huella alguna del cazabombardero indio, y oficiales paquistaníes presumen que el piloto indio desaparecido ha muerto.
Los paquistaníes mostraron algunos de los efectos personales del piloto, pequeños trofeos de guerra: su revólver, raciones de emergencia de chocolate y azúcar, y su tarjeta de identificación, que lo nombra como teniente de vuelo Ajai Ahuja del ala 33 de la Fuerza Aérea India. Su libro de instrucciones de supervivencia se inicia con la frase: “Usted tiene la misión de sobrevivir, para su fuerza aérea y para su país”.
Nueva Delhi afirma que está combatiendo a infiltrados respaldados por Pakistán, que han tomado y aún controlan territorio en el lado indio de la línea de patrullaje, pero los comandantes paquistaníes desmienten la noción de que las acciones indias sean defensivas. “Cuando Hitler estaba avanzando hacia Rusia decía que sus propósitos eran defensivos”, recordó el brigadier Sial. El militar negó que los paquistaníes hubieran respaldado a militantes que hayan capturado territorio: “Si los indios afirman que hemos capturado sus alturas (elevadas cordilleras), deberían tener pruebas de ello. ¿Dónde están los cadáveres? ¿Dónde están las pruebas?”.
En la frontera disputada, 45 observadores militares de las Naciones Unidas patrullan la línea de control monitoreando la situación. Afirman que son tan pocos que no pueden mantenerse al tanto de las últimas novedades: “Durante el último mes, la situación ha sido tensa, con intercambios diarios de fuertes disparos de artillería” –dice el capitán Jan Ejeklint, del grupo de monitores–. Mientras hablaba, tropezó con un fragmento de balas de metralla: “Esto es parte de una descarga de artillería –afirmó–, pero es demasiado pequeña como para poder calcular su calibre”.
A todo esto, los civiles que viven cerca de la línea de control han estado escapándose del lugar. Los residentes del lado paquistaní dicen que la mayoría de las mujeres y los niños ya se han ido. Los hombres hanpermanecido, temerosos de abandonar sus terrenos. De acuerdo con un granjero, Ahmed Ali, “la mayoría de los hombres ahora están solos, y los disparos son tan fuertes que ya no podemos trabajar en nuestros campos”.
Muchos de los hombres han encontrado refugio en cuevas que se encuentran en las alturas del Himalaya. En una de las cuevas, a la que se llega por un camino casi invisible que se encuentra en la ladera de una montaña, 210 hombres acampaban en el suelo cocinando con un fuego pequeño. “El fuego de artillería es tan denso que tenemos que venir aquí, especialmente de noche”, dijo uno de ellos. Los hombres contaron que habían entregado a los comandantes paquistaníes locales peticiones de ayuda dirigidas al gobierno en Islamabad.
Incluso a 130 kilómetros de la línea de control muchas familias están huyendo, porque temen una intensificación del conflicto. Los que permanecen, en el pueblo de Skardu, han recibido instrucciones de las autoridades paquistaníes de observar un ejercicio de oscurecimiento durante la noche para proteger el aeródromo de la localidad.
Este conflicto emerge mientras Pakistán celebra el primer aniversario de su test nuclear. En las afueras de Islamabad se exhibe una réplica de nueve metros de alto de las montañas Cjhagai, donde se realizó el test. La réplica está dotada de efectos lumínicos y sonoros.
En la capital, las calles están llenas de banderas y pasacalles de colores vivos saludando a “los héroes nucleares de Nuestra Nación”. Los carteles muestran fotos de los principales científicos de Pakistán, así como del primer ministro del país, Nawaz Sharif.

 

Sonaron los teléfonos rojos
Tres días después de que los cazabombarderos indios iniciaran operaciones sobre las montañas de Kashmir, llevando las tensiones entre las potencias nucleares más nuevas del mundo a nuevos y peligrosos niveles, el premier de Pakistán dijo anoche que había telefoneado a su par indio para proponer conversaciones. El diálogo telefónico entre Nawaz Sharif y su contraparte india Atal Bihari Vajpayee, que se realizó por medio de una hot line construida para evitar episodios de alto riesgo como éste, marca el primer intento diplomático de bajar la temperatura en la frontera disputada en los Himalayas. “Le dije a Vajpayee, y él estuvo de acuerdo, en que no hay solución salvo las negociaciones”. No hubo reacción oficial en India, pero antenoche un asesor de Vajpayee afirmó privadamente que el primer ministro estaba más predispuesto a aceptar la alternativa propuesta por Sharif que el entorno de sus burócratas.

 

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