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Cuando la música celta es algo lejano a la new age

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Carlos Núñez deslumbró con su virtuosismo. En su música, se cruzan el arte gallego y lo celta, pero también folklores de América.


Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes)  El gaitero moviendo sus dedos como si se tratara de la palanca de vibrato de una guitarra eléctrica era algo con la elocuencia suficiente. El final parecía de heavy-metal. Ya habían pasado dos bises y una hora y media a través de todos los climas y todas las mezclas posibles. Pero lo que quedaba claro era que nada estaba más lejos de la moda celta que lo que el gallego Carlos Núñez acababa de brindar sobre el escenario.
En su tercera visita a Buenos Aires, la máxima estrella actual de la música gallega, el mismo al que los ilustres irlandeses de The Chieftains invitaron a sus giras y a grabar con ellos, demostró que ese estrecho molde tan cercano a la new age y a las supuestas estéticas de la meditación y el estatismo, ya le queda demasiado chico. Música celta sí, pero de actitudes contemplativas, nada. Núñez, junto a un grupo de cinco instrumentistas que incluyó un guitarrista flamenco y un notable percusionista de 18 años (Xurxo Núñez, hermano de Carlos), paseó por muñeiras, formas a mitad de camino entre los melismas del sur mediterráneo y el norte irlandés e, incluso, un “Libertango” de Piazzolla junto al grupo argentino Los cosos de al Lao y una sorprendente “La cumparsita”, primero en flauta dulce y, al final, en gaita.
También estuvo la cantante Silvia Iriondo, primero en una chaya que acompañaron Núñez y grupo y, luego, en el bellísimo romance sefardí “A lavandeira da noite”, que en el último disco de Núñez (Os amores libres) canta la israelí Noa –algo así como la protegida artística del guitarrista Pat Metheny–. Y, rematando la fiesta, León Gieco. Un emotivo homenaje a Víctor Jara y “Sólo le pido a Dios”, para el que pidió que no hubiera palmas “porque no es una canción festiva y porque hay en este momento guerras terribles en el mundo”, cerraron el círculo. Un círculo en el que la tradición celta de la música gallega es apenas el punto de partida para tejer los mapas musicales más diversos. En una entrevista con Página/12 advertía acerca del peligro de los purismos estéticos y de la utilización de la música celta por los partidos de la extrema derecha europea. Aquí pudo verse que lo suyo no es una mera declaración de intenciones.
Está, por supuesto, el conocimiento profundo de las características estilísticas del folklore gallego. Está, también, el más absoluto respeto por esas tradiciones. Pero, además, hay espíritu de libertad. Si las culturas se construyen, sobre todo, con las mezclas, con los cruces, las impurezas y los mestizajes, allí es donde Núñez apuesta con fuerza. Es posible que mucha de su música no condiga con escenas de princesas medievales cabalgando en cámara lenta por míticos bosques. Seguramente, para quienes creen que el folklore celta es inalterable y defienden la idea de la pureza, Núñez debe ser una especie de traidor. Su música, por suerte, va mucho más allá. Por un lado, cuentan su extraordinario virtuosismo instrumental y su notable manera de frasear. Por otro, un gusto por el riesgo y por la experimentación que lo llevan a convertir ese viejo conjunto de saberes populares que es la música gallega, en un auténtico lenguaje contemporáneo.

 

CARLOS NUÑES

9
PUNTOS

Carlos Núñez presenta “Os Amores Libres”
Carlos Núñez: flautas dulces y gaita, Pancho Alvarez: bozouki, mandolina, guitarra, violín y canto, Isabel Sanjuan: violín, Cris Gándara: contrabajo y bajo eléctrico, Xurxo Núñez: batería, percusión y teclados y Luis Robisco: guitarra flamenca.
Invitados: León Gieco, Los cosos de al Lao y Silvia Iriondo.
Teatro Coliseo. Viernes 4 y sábado 5.

 

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