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MONICA GIRON EN LA GALERIA RUTH BENZACAR
El arte contra el vacío

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Detalle de “Corner pieces”, una de las instalaciones de Mónica Girón.

Vivió hasta los veinte años en la Patagonia, se formó en Suiza
y tiene una intensa carrera internacional. Ahora presenta dos instalaciones, tan poéticas como concisas, en Buenos Aires.


Por Fabián Lebenglik
t.gif (862 bytes)  Mónica Girón (Bariloche, 1959) pasó sus primeros veinte años en la Patagonia; luego vivió en Suiza, donde se formó en la Escuela Superior de Artes Visuales de Ginebra, entre 1979 y 1984. Desde 1985 vive en Buenos Aires. En 1994 fue seleccionada para participar del “Taller de Barracas”, organizado por la Fundación Antorchas. Participó en exposiciones en Bariloche, General Roca y Buenos Aires y ha venido construyendo una carrera internacional: integró la exposición antológica itinerante “Arte de Argentina”, organizada por el Museo de Arte Moderno de Oxford (que sirvió como muestra inaugural del Centro Borges, en 1994); participó de la V Bienal de La Habana (1994); así como de importantes exposiciones en México, Venezuela, Brasil (Bienal del Mercosur en Porto Alegre), EE.UU., Alemania, Suecia y en la última Feria ARCO de Madrid. Ahora acaba de inaugurar dos instalaciones, tan poéticas como concisas, en el “Nuevo espacio” de la galería Ruth Benzacar, que la artista dividió en dos, dándole un nuevo sentido y aprovechamiento a la sala.
Cuando se baja al “Nuevo espacio”, lo primero que se ve es una sala vacía, que oficiaría de antesala de la muestra que está en la sala anexa, donde se exhibe “Corner pieces”. Pero en esa antesala vacía está montada la instalación “Obrador”. Allí hay cinco spots que iluminan sectores específicos y aparentemente vacíos de las paredes. Inmediatamente el espectador, al desplazarse, pasa a formar parte de un dispositivo lumínico y sonoro que pone en marcha el obrador. Siguiendo cinco marcas en el piso, el breve recorrido del visitante, sus pasos y sus paradas, está pautado para activar o desactivar cinco juegos de luces y sonidos que interactúan. Entonces sí puede verse en las paredes una serie de estrofas escritas con pintura fluorescente blanca, de modo que se leen mejor en la penumbra –o bajo la sombra del propio espectador, lector– que bajo el haz de luz. Las citas de textos visibles/invisibles pertenecen a San Juan de la Cruz, William Blake, T. S. Eliot, Joaquín Giannuzzi y Daniel Wilhem. Al mismo tiempo que cada estrofa se hace visible, se activa un abismo sonoro de voces que, entre el gemido y el canto de sirena, modulan una a una, las cinco vocales. El clima de “Obrador”, que primero limpia la retina y los oídos del visitante para predisponerlo a la dificultosa y comprometida experiencia de la lectura, está en sintonía con la percepción actual, que requiere de un refinado dispositivo contextual y de una serie de actos rituales, para poder prestar toda su atención y estar en disposición de leer, mirar, escuchar y eventualmente, comprender.
En la sala contigua, “Corner pieces” (1997) es una instalación que se juega entre dos elementos de naturaleza y sentido opuestos: por una parte, recortes circulares de frazadas, reunidos en pilas de alturas variables, y por la otra, piezas de cerámica bellas y extrañas, de colores, texturas y formas diferentes. La ubicación de todos los elementos hacia los laterales también introduce la idea de vacío, pero en otro sentido, menos extremo que el de la sala anterior.
Las frazadas gastadas, recortadas y apiladas evocan una ambigua hospitalidad en relación con el abrigo y el amparo. Pero al mismo tiempo lo exiguo de cada recorte supone que ese clima hospitalario es tan precario como transitorio: estaría fuertemente limitado, en el espacio y el tiempo, por la imposición de las convenciones. Entre esos recorte, ubicadas de un modo aleatorio, se reparten extrañas formas de cerámica que tienen una apariencia excesiva e inequívocamente orgánica -.emparentadas con los “fondos marinos” de cerámica de Lucio Fontana–, como si fueran bellos tumores que crecen incontrolados y fascinantes. Mientras las frazadas apiladas sugieren un ámbito de familiaridad, con coordenadas de espacio tradicionales, la ubicación de las formas orgánicas de cerámica introducen un nuevo ordenamiento del espacio, dispuesto con otra lógica,que produce un leve corrimiento, tanto de lugar –cambiando las nociones de arriba y abajo, volcando los laterales, rebatiendo los planos– como de tiempo, porque esas piezas dan idea de crecimiento y esporulación. Son dos lógicas opuestas y simultáneas que suceden en un mismo espacio y tiempo pero implican espacios y tiempos contrastados. Ambas categorías de la percepción se diversifican con sutileza pero absolutamente. (Galería Ruth Benzacar, Florida 1000, hasta el 17 de julio.)

FOTOS DE MARCELO GROSMAN EN EL ICI
Los disfraces de la patria

Por F. L.
t.gif (862 bytes) El fotógrafo Marcelo Grosman (Buenos Aires, 1958) exhibe una galería de retratos de soldados, marinos y aviadores argentinos en sus ropas de trabajo. Hombre, mujeres, niños y ancianos en uniforme militar que, retratados con todos sus atributos y en su hábitat, fijan la mirada perdida en el más allá, en un horizonte de gloria.
na29fo02.jpg (4636 bytes)La serie de fotos muestran algo de ese mundo secreto, jerárquico, sectáreo, de estructura piramidal y paranoica –prepararse, organizarse y obedecer para fines abstractos y futuros– que sólo a veces y mientras se espera ese momento de gloria, se abre a la curiosidad civil: en los desfiles, durante las dictaduras, en la guerra perdida. La tradición moderna indica que ese mundo paranoico sólo sirvió en la Argentina para acosar a la población civil.
Debido a esa tradición temible, para poder apreciar estas fotos inofensivas sin preconceptos es necesario trasponer la mirada local y transformarla en una mirada de extranjero. Con el mismo gesto que el escritor argentino Arturo Cancela utilizó en su novela La historia funambulesca del profesor Landormy (1944), el espectador de estas fotos debe sostener una actitud de distante ironía. En aquella novela, un académico francés de ficción evalúa –y padece– todas las supersticiones argentinas y saca conclusiones que se mueven entre el chiste y la certeza. Con esa mirada extrañada, todo se puede ver desde otra perspectiva. Así, los simbolismos, atributos y expresiones lucen de una ingenuidad risible, y los vestuarios, con sus aditamentos, se ven irremediablemente como disfraces ridículos.
Los uniformes, oficiales o de fajina, impecables o con desopilantes camouflages, con gorras e insignia, están situados en medio de paisajes argentinos –entre cielos, carpas, aguas, globos, parques– que son los que les otorgan sentido a sus tareas: el territorio a defender. Pero todo ese mundo secreto y glorioso se ve como parte de una estructura vacía, carente de sentido, de trabajo para nada.
Lo que se observa desde este lado –desde la mirada extranjera del profesor Landormy– es un mundo extraño y loco. Pero allí no termina: en algunas de las fotos, como parte del paisaje, aparece escrita la palabra “peligro” en paredes y puertas, detrás del fotografiado. Sobre esa ingenuidad expresiva de los retratados, a la que se adhieren la extrañeza, la locura, la broma siniestra, se suma también, como hipótesis de conflicto, la peligrosidad incivil. La locura que parece alimentar estos modos de vida es el remedo de una tragedia pasada o de un melodrama presente. (En el ICI, Florida 943, hasta el 3 de julio.)

 

Inauguran en la semana

ron2.gif (93 bytes) Mirta Kupferminc y Manuela Fingueret, “A la deriva del cuerpo”, pinturas y poemas eróticos, organizada por la Fundación Huésped, hoy, en las Salas Nacionales de Cultura, Posadas 1725.
ron2.gif (93 bytes) Alberto Goldenstein, fotos, mañana, en La Alianza, Córdoba 946.
ron2.gif (93 bytes) Adriana Benvenuto, cerámicas, el 24, en la Fundación de Arte Cerámico Internacional, Honduras 4642.
ron2.gif (93 bytes) Sonia Decker, pinturas, el 24, en VYP, Arroyo 959.
ron2.gif (93 bytes) Silvia Della Maddalena, pinturas, el sábado 26, en la Galería Principium, Esmeralda 1357.
ron2.gif (93 bytes) Víctor Vallmitjana (1921-1998), muestra homenaje, el lunes 28, en Hoy en el Arte, Gascón 36.
ron2.gif (93 bytes) Enrique Liberal Cardoso, retratos digitales, el lunes 28, en Galería Nexus, Suipacha 1151.
ron2.gif (93 bytes) Entrega del “Premio Jerusalem 1999”, concurso de dibujos, el lunes 28, a las 19, en el Instituto Cultural Argentino-Israelí, Paraguay 1535.

Fotografía eslovena

El jueves 24 a las 19, se inaugura la muestra de fotografía eslovena contemporánea, en la Fotogalería del Teatro San Martín. A las 19.30 el crítico esloveno Aleksander Bassin presentará la exposición y ofrecerá un panorama completo de las artes de su país. Bassin se desempeña como crítico de arte desde 1959. Publicó 16 libros y dirige una galería de arte en la ciudad de Ljubliana. Participó como curador de los envíos eslovenos en las bienales de Venecia de 1976 y 1978 y en la de San Pablo de 1994. La cita es en el Centro Cultural San Martín, Corrientes 1530.

Gran premio de pintura

El Banco de la Provincia de Buenos Aires convoca a los pintores argentinos –o extranjeros con más de dos años de residencia en el país– al Gran Premio de Pintura 1999, que tiene el objetivo de difundir la producción artística e incorporar nuevas obras a su patrimonio. Se entregarán tres premios de $ 25.000, 10.000 y 5.000, y doce menciones. El cierre de inscripción es el 16 de julio. Para participar se deben solicitar las bases del concurso en todas las casas y filiales del banco, en los museos, direcciones de Cultura, casas de la provincia y entidades de cultura.

 

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