Nunca un
conflicto regional estuvo tan cerca de una guerra nuclear como los enfrentamientos
fronterizos indo-pakistaníes en Kashmir, el único estado de la India con mayoría
musulmana. Ayer la India lanzó una ofensiva masiva para reconquistar las cumbres
estratégicas dominadas por una guerrilla islámica que llegó de Pakistán. El gran temor
indio es la llegada del invierno, que hará imposible recuperar esas alturas. No tiene
tropas entrenadas para el frío, y ya no podrá entrenarlas. Los guerrilleros musulmanes,
en cambio, ya pelearon en un Afganistán apenas menos gélido. Si los indios fracasan,
será el momento de la presión con armas no convencionales. Ayer Pakistán instaló
artillería antiaérea en todos los aeropuertos del país y volvió a jactarse de su
programa nuclear. Un atentado en la India dejó diez muertos y centenares de heridos, y
las autoridades lo vincularon con la cuestión de Kashmir.
Las laderas de Tiger Hills, una cima de 4950 metros, eran ayer el escenario de una
violenta ofensiva india. El gobierno de Nueva Delhi exhibía su habitual optimismo
triunfalista. Pero se cree que los guerrilleros islámicos fortificaron con cemento
durante el verano sus refugios en el Himalaya, y las posibilidades indias de ocuparlos
parecen remotos. También las de que su ejército, que por falta de vigilancia y
disciplina no controló las alturas cuando los guerrilleros islámicos se instalaron,
pueda reencontrar el tiempo perdido. Según cifras indias, los combates que comenzaron el
9 de mayo han provocado 149 muertos y 297 heridos indios y 336 muertos paquistaníes.
Los combates se acercan cada vez más a la Línea de Control (LOC) que separa a los dos
países. India afirma no querer sobrepasarla, a pesar de las presiones cada vez más
importantes de los mandos militares de que cortara las vías de abastecimiento por el lado
paquistaní y poder así trabajar más rápido. Pero esto significaría una
internacionalización del conflicto que la India quiere evitar por todos los medios.
El gobierno de Pakistán hizo instalar ayer cañones antiaéreos en todos los aeropuertos
del país, incluido el de la capital Islamabad, para repeler un eventual ataque de una
India desesperada por no poder ganar en el terreno. También se ha instalado artillería
en edificios estatales y se han reforzado las medidas de seguridad en los edificios de
radio y televisión. Un comunicado oficial del gobierno paquistaní emitido ayer anunció
que el ejército sigue rigurosamente el movimiento de las tropas indias no sólo a lo
largo de la LOC en Kashmir (fijada por la ONU después de la guerra de 1971), sino
también de toda la frontera internacional. A su vez, India ha asegurado que está
preparada para hacer frente a cualquier eventualidad y su ministro de Defensa, George
Fernandes, viajó ayer al estado indio de Gujarat, para revistar a las tropas en la
frontera. El científico Abdel Qader Jan, considerado el padre del programa nuclear
paquistaní, recordó ayer que Pakistán fabrica y almacena armas atómicas (en cantidades
y lugares que no reveló) para enfrentarse a la amenaza que la India supone para su
seguridad.
Diez personas murieron y más de un centenar resultaron heridas al estallar una bomba en
la estación de trenes de la localidad de Jalpaiguri, en el estado indio de Bengala Oeste.
Las autoridades indias sospechan que el atentado fue cometido por un grupo clandestino que
obedece órdenes de los servicios secretos paquistaníes. Y el Frente Unido de Liberación
de Assam (FULA) que lucha por la secesión de ese estado, se responsabilizó del atentado.
Según la India, la finalidad es impedir el traslado de tropas de India a la región de
Kashmir. Tanto India como Pakistán suelen acusarse recíprocamente (y automáticamente)
de las explosiones de bombas que se producen con regularidad en estos países.
SE ACERCARON LA IZQUIERDA Y LA DERECHA
ISRAELIES
Gobierno (más) a la vista
El primer
ministro electo israelí, el laborista Ehud Barak, y el jefe interino del partido de
derecha Likud, Ariel Sharon, reanudaron ayer sus conversaciones para formar una
coalición. Esta vez se registraron progresos. Al menos, fue la versión optimista de los
responsables políticos. Es posible formar un gobierno en el que el Likud sea socio
pleno, y en el que participe en las decisiones cruciales que se avecinan, declaró
Sharon, considerado un clásico halcón, a los periodistas.
Más prudente, un negociador laborista, David Libai, aseguró a la prensa que había
algunos puntos de acuerdo, pero también importantes divergencias. Un
negociador del Likud, Moshé Katzav, consideró prematuro todo anuncio de un
acuerdo entre laboristas y el Likud para formar una coalición. Pero a la noche dijo
sí, he cambiado de opinión, y pudo declarar a la televisión que creía que
la integración de la coalición con el laborismo era un hecho.
Según la radio pública, Sharon afirmó a los responsables del Likud que Barak con
quien mantuvo un largo encuentro durante la noche le daría el Ministerio de
Relaciones Exteriores o el de Finanzas, en caso de que concluyan positivamente las
conversaciones. La radio añadió que serían creadas dos comisiones ministeriales con la
participación del Likud: una para supervisar las negociaciones de paz con los árabes y
otra para las colonias judías en Cisjordania, un núcleo clave de votantes de derecha.
Esta última comisión, sobre uno de los temas más delicados que enfrentará el gobierno
que resulte, estaría integrada a partes iguales por representantes de la derecha y de la
izquierda. En caso de empate, Barak tendría el poder de decidir.
Sobre el asunto capital de los Altos del Golán obtenidos de Siria durante la Guerra
de los Seis Días de 1967 se llegó a una solución de compromiso. Los acuerdos
entre los dos políticos estipulan que el gobierno evitará proclamar que se opone a
un compromiso territorial sobre el Golán, aunque rehúsa reanudar las negociaciones con
Siria en el punto en que fueron suspendidas al llegar al poder el Likud de Benjamin
Netanyahu. Siria exige una reanudación de las negociaciones a partir del punto mismo en
que fueron detenidas. Según Damasco, los laboristas entonces en el poder con Isaac Rabin,
habían aceptado el principio de una retirada de los Altos a cambio de la paz. Las
informaciones sobre los progresos en las conversaciones entre el Likud y los laboristas
suscitaron la cólera del aliado natural de éstos, el partido de izquierda Meretz (10
diputados), que suspendió sus propias conversaciones con Barak.
El Meretz no puede participar en un gobierno que aplique la política de
colonización del gobierno Netanyahu, declaró a la prensa el jefe del partido,
Yossi Sarid. Las informaciones sobre negociaciones serias entre laboristas y el
Likud nos inquietan mucho, añadió. Según la ley, Barak tiene hasta el 8 de julio
para presentar su gobierno al Parlamento.
OPINION
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