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EN DEFENSA DE SU PROPIA RESOLUCION SOBRE EL FALLO DE LOS SKINS
Teoría Bisordi sobre el odio racial

Una sala de la Cámara de Casación Penal dijo que un fallo suyo anulando un fallo que condenaba a tres skinheads era una cuestión que interesaba sólo a las partes y no a la sociedad. La Procuración se queja ante la Corte.

Por Martín Granovsky

t.gif (862 bytes) El Derecho Penal argentino y la Sociología la conocerán de aquí en adelante como “Doctrina Bisordi”. Podrá expresarse más o menos así: si la sociedad se preocupa por un fallo sobre discriminación, en este caso antisemita, es un problema de exceso de curiosidad social y no del fallo que excitó esa sensibilidad.
La nueva doctrina lleva el nombre de uno de los miembros de una de las salas de la Cámara de Casación, Alfredo Bisordi, quien junto a Liliana Catucci y Juan Carlos Rodríguez Basabilvaso escribió una resolución defendiendo un fallo de la propia sala. El fallo había revisado la condena que un tribunal oral había impuesto a tres skinheads que atacaron en la calle a Claudio Salgueiro.
La sentencia de Casación contenía este párrafo: “Uno de los skinheads vociferaba muerte a los stones, muerte a los rockeros y a los judíos, por lo cual no puede saberse si el ataque contra Claudio Salgueiro obedecía a que era parte de una banda de stones, porque era rockero o por una pertenencia racial”. Y agregaban los camaristas: “Las expresiones antisemitas han sido más que nada una especie de grito de guerra de común utilización de los denominados skinheads”.
La anulación provocó que la Delegación de Asociaciones Israelitas de la Argentina y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos pidiera al procurador Nicolás Becerra que protestara ante la Corte Suprema. En términos jurídicos, que presentara un recurso extraordinario. El ministerio público lo hizo, pero la Cámara de Casación rechazó el recurso. Es justamente en el texto del rechazo que Bisordi, Catucci y Rodríguez Basabilvaso incluyen estos textos inreíbles:
ron2.gif (93 bytes) “Tampoco puede habilitarse la vía federal (es decir, el recurso ante la Corte Suprema) con base en la doctrina sobre gravedad institucional. En efecto, más allá de la repercusión periodística dada al presente caso -circunstancia que no habilita la aplicación de tal doctrina– no es posible advertir que el fallo impugnado afecte principios de orden social vinculados con instituciones básicas del derecho, ni que lo resuelto supere el interés de las partes envueltas en el asunto”.
ron2.gif (93 bytes)  “No puede perderse de vista –por más ruidoso que sea el clamor de grupos de opinión o de personas interesadas en una determinada solución del asunto– que aquí solo se debate la forma en que un tribunal superior, sin ejercer competencia positiva alguna sobre la decisión definitiva del caso, ha descalificado un pronunciamiento que consideró arbitrario”.
Tras el rechazo, la APDH y la DAIA volvieron a comunicarse con el procurador Becerra, y éste les aseguró que insistiría en otra protesta ante la Corte Suprema. En la jerga de tribunales, les garantizó que iría en queja a la Corte. Y lo hizo: ayer el fiscal Pedro Narvaiz, por indicación de Becerra, se presentó ante el máximo tribunal para pedir la anulación de lo decidido por la Casación sobre el intrascendente tema de un hombre golpeado en plena calle con gritos contra rockeros, stones y judíos.
Ahora la decisión final está en manos de la propia Corte, que hará la primera movida de un tablero. Sin otro plazo que su propia conciencia y la idea que tenga del tema –si merece trascendencia social o no– la Corte puede desestimar el expediente, o puede pedirlo. Si lo pide, puede rechazar la queja. También puede admitir la queja y entonces estará aceptando el recurso extraordinario presentado por la Procuración. En este último caso tiene dos caminos: confirmar la resolución de los casadores o establecer que no tienen razón. Y, en fin, después puede emitir ella misma un nuevo fallo sobre el tema de fondo o, por ejemplo, enviar el expediente a la otra sala de la Cámara de Casación.
No es la primera vez que Bisordi aparece envuelto en una polémica sobre la percepción social de la discriminación. Cuando su sala anuló el fallo sobre Salgueiro recibió por parte de los abogados de la DAIA y la APDH unpedido de juicio político. La presentación sostuvo que, después de la sentencia, el mensaje sería que los grupúsculos neonazis violentos podrían recibir protección judicial, la sociedad quedaría indefensa frente a ellos y debería minimizarse cualquier delito grave si, al cometerlos, alguien se ampara en el racismo.

 

Voces contra los fundamentos

“Peligrosos”
Rogelio Cichowolski *

Me parecen peligrosos los fundamentos de la Sala de Casación porque dan pie a que se repitan hechos violentos y confirman nuestra crítica a la resolución anterior de la misma Cámara. Parece que los camaristas no advierten el peligro que significaría la proliferación de hechos violentos. Con argumentos así, en lugar de reprimir, alientan hechos como éstos. Desde la DAIA, en su oportunidad, dijimos que la anulación del fallo contra los skinheads iba a generar un grave perjuicio y nuestra advertencia se vio confirmada el lunes cuando ocurrió un hecho similar.
* Presidente de la DAIA.

“Otro juicio”
Víctor Ramos *
Frente a los fundamentos de la Sala de Casación, vamos a analizar el tema en el directorio del INADI –compuesto por Simón Lázara de la APDH, Rogelio Chichowolski de la DAIA y el doctor Haddad de la Federación de Colectividades Arabes– para ver la alternativa de pedir juicio político a la Cámara. La Sala consideró que el problema que se plantea con los skinheads no tiene interés social: con esto está demostrado que el tema no es de interés para estos jueces, lo que implica que debemos pensar en otra Cámara, que sí considere esto como un tema de interés para la comunidad.
* Titular del INADI.
“Vergonzoso”
Simón Lázara *
Me parece que los fundamentos de la Sala de Casación son una prueba cabal de la actitud político-ideológica con la que actúa esta Sala, que además expone claramente por qué hemos realizado un pedido de juicio político. La Sala está prácticamente favoreciendo a los grupos violentos como los skinheads. Además, me parece simplemente vergonzoso que digan que este conflicto sólo le interesa a sectores relacionados con el tema o al periodismo: se trata de un grupo violento de ideología neonazi, por lo tanto es una problema social, político y de la opinión pública.
* Vicepresidente de la APDH.


DENUNCIA POR EL NUEVO ATAQUE DE LOS SKINHEADS
Los neonazis que odian a Cortázar

t.gif (862 bytes) La justicia federal recibió una denuncia para que se investigue el caso de Rodrigo Avelleira, el joven que fue atacado a patadas por un grupo de neonazis mientras viajaba en un subte de la línea D. La presentación fue realizada de manera conjunta por los titulares de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, la DAIA y el Instituto Nacional contra la Discriminación. El agredido, en cambio, sostuvo desde un primer momento que no sería querellante porque tiene miedo y desconfía de la Justicia.
La aprensión de Avelleira tiene raíces en un hecho concreto: la paliza sufrida, también de manos de una banda de skinheads, por Claudio Alejandro Salgueiro hace cuatro años. Después del juicio oral en el que los agresores fueron condenados a tres años de prisión, un fallo de la Sala I de la Cámara de Casación los dejó libres (ver aparte).
La golpiza contra Avelleira ocurrió el pasado 14 de junio, un lunes feriado. Esa mañana, cerca de las nueve, la línea D del subte estaba prácticamente desierta. Rodrigo, de 26 años, iba hacia su trabajo en un vagón en el que sólo había dos personas. Viajaba escuchando música y leyendo El libro de Manuel, de Julio Cortázar.
La patota de cabezas rapadas subió en la estación Palermo. “Me llamó la atención ver una bota característica de los skinheads parada adelante de mí –relató Avelleira–; levanté la cabeza y vi que era uno de ellos”. El neonazi se sentó a su lado, le sacó el auricular de su walkman de la oreja y le dijo: “Vos sos un comunista como el puto de Cortázar”.
Rodrigo no le contestó. Entonces, le arrancaron el libro de las manos y lo tiraron al suelo. “Cuando quise agarrarlo me patearon. Ahí vi que eran unos diez, desparramados por todo el vagón” recordó la víctima. Después llegaron más golpes, festejados entre risas por el grupo. Le pisaron la mano, le dieron una patada en la espalda y un borceguí pisoteó el ejemplar de El libro de Manuel. “Esta bota militar está sobre tu puto comunismo. Este puto murió de cáncer, y nosotros somos tu cáncer”, le espetaron.
Ayer, en su presentación ante la Cámara Federal, los denunciantes solicitaron que se llame a declarar a los responsables de seguridad de las estaciones de subte en cuestión para que informen sobre lo sucedido. Víctor Ramos, del INADI, subrayó que no hay que descartar la posibilidad de que quienes golpearon a Rodrigo Avelleira sean parte del mismo grupo de skinheads liberado por la Cámara de Casación. Como fuera, el vínculo entre uno y otro episodio fue puesto en blanco sobre negro por los denunciantes: “La impunidad de aquéllos –señalaron en su escrito– seguramente (generó) la revitalización de los métodos irracionales, incivilizados y violentos del grupo skinhead”.

 

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