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Los dinares truchos de Bahrain vistos en París

El diario francés “Le Monde” relató ayer el affaire de los billetes
truchos encargados por el emirato de Bahrain y que fueron impresos
en la imprenta Ciccone Calcográfica, tal como reveló Página/12.

Según los franceses, Irán trató de desestabilizar a Bahrain.
El plan era inundar el emirato con billetes falsos.

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t.gif (862 bytes)  “Una novela policial construida con ingredientes de probada eficiencia: príncipes árabes misteriosos, jefes de Estado africanos de comportamiento dudoso, valijas repletas de billetes falsos impresos en América latina y bancos instalados en las Islas Caimán.” Así presentó ayer el diario Le Monde el affaire sobre la impresión de moneda falsa del emirato de Bahrain en la que, tal como reveló Página/12 el 23 de agosto del año pasado, está implicada la empresa argentina Ciccone Calcográfica.
La imprenta de Don Torcuato, a la que el ex ministro Domingo Cavallo señaló como parte del imperio de Alfredo Yabrán, recibió el encargo de imprimir siete millones de billetes de 20 dinares del emirato, el equivalente a 365 millones de dólares. Por lo menos dos remesas de billetes nunca llegaron a destino y fueron cambiados ilegalmente en mercados de Africa. El daño fue tan masivo que Bahrain tuvo que sacar de circulación las notas de 20 dinares y cambiarlas por un diseño completamente distinto. Según Le Monde, se trató de una maniobra de los servicios secretos iraníes para desestabilizar al próspero emirato.
El diario francés informó que la fabricación de dinares fue encomendada a Richard Mwamba, un hombre de negocios congoleño de unos cuarenta años, aliado del antiguo presidente Mobutu. Mwamba, además, estuvo un tiempo en prisión por la falsificación de billetes del Congo hechos por encargo en Argentina, también por Ciccone Calcográfica.
Le Monde relató que Mwamba, presentándose como representante de la agencia monetaria de Bahrain, se contactó a fines de 1997 con el representante de Ciccone en Brasil, M. Viegas. Y por su intermedio, llegó a la dirección de la empresa en Argentina. El 13 de enero de 1998, en Johannesburgo, los ejecutivos de Ciccone y Mwamba se reunieron para firmar un contrato para la impresión de siete millones de billetes. “Contrariamente a todos los usos de la profesión –publicó Le Monde– en ningún momento Ciccone sintió la necesidad de rendir cuentas a Bahrain, su cliente oficial.”
Con el contrato firmado, el impresor, a quien le fueron remitidos todos los documentos oficiales necesarios para fabricar los dinares, pudo trabajar. Para conseguir el papel filigranado, Ciccone se dirigió al grupopapelero franco-británico Arjo-Wiggins, que el que el 5 de febrero de 1998 le envió una orden por 7,8 toneladas de papel que fueron remitidas el 28 de abril, con la filigrana oficial de Bahrain. El pago fue hecho a través del Banco Roberts de Buenos Aires.
“El trabajo de Ciccone se revela irreprochable –se aseguró en Le Monde–. Incluso después de un examen, es extremadamente difícil distinguir un billete verdadero de 20 dinares de uno verdadero-falso, según constataron los servicios norteamericanos.”
Página/12 reveló en agosto pasado que Ciccone había recibido una carta oficial del emirato, acusándolos de haber impreso sin autorización 137 millones de dinares. Las huellas de los dinares fueron seguidas por miembros de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Bélgica, Suiza y los del propio emirato desde fines de mayo del año pasado. La alerta la dieron los bancos belgas que, al recibir en depósito gruesas cantidades de divisa de Bahrain, enviaron muestras testigo a expertos de Londres y Suiza para comprobar su autenticidad. La investigación permitió varios arrestos y reunió indicios que apuntan a que el verdadero cliente de Mwamba era Irán.

 

Hubo redoble de escrache

Ayer, los integrantes de H.I.J.O.S. tuvieron doble trabajo: para hacerle un escrache al represor Guillermo Suárez Mason fueron primero hasta un edificio de departamentos en calle Libertad al 900 y, después, caminaron una cuadra hasta Santa Fe al 1100. “Es que con la guita que se afanó este hijo de puta durante la dictadura, se pudo comprar varias casas”, dijo una de las chicas de H.I.J.O.S. a la hora de explicar la segunda parada de la recorrida. “Suárez Mason actuó personalmente torturando y matando a prisioneros en los campos El Atlético, El Vesubio, El Banco y El Olimpo”, dijo uno de los chicos en la puerta del departamento de Libertad. Como siempre ocurre en los escraches, muchos policías custodiaban el vallado de la puerta de entrada. También como siempre, los chicos de H.I.J.O.S. colgaron sobre las vallas, delante de los policías, el habitual cartel: “Al servicio de la impunidad”. Muchos hinchas de Argentinos Juniors –club que hace unos meses echó a Suárez Mason por una decisión de la asamblea de socios, que cuestionó su prontuario– acompañaron a los H.I.J.O.S. en toda la recorrida y tiñeron la marcha con sus banderas rojiblancas.


 

JUICIO POR LA VERDAD EN LA PLATA
“El Estado tiene una deuda ética”

t.gif (862 bytes) Julio Poce, miembro fundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata, declaró ayer en el juicio en el que se investiga lo sucedido con más de dos mil desaparecidos. Poce testimonió las circunstancias de la desaparición de sus dos hijos, Julio Gerardo y Ricardo César. “El Estado tiene una deuda ética con los desaparecidos. Si no conocemos la verdad y no existe la Justicia, nos vamos a ver sobrepasados por la impunidad”, dijo el testigo al final de su declaración que fue acompañada por un fuerte aplauso de los presentes.
Luego se presentó ante la Cámara Federal platense la ex sargento del Servicio Penitenciario bonaerense, Inocencia Argentina Guzmán. La mujer fue confusa hasta cuando tuvo que dar su edad y también al referirse a la desaparición de una obstetra y su esposo médico, quienes habían denunciado irregularidades en nacimientos ocurridos en cárceles. Guzmán se desempeñó en Olmos entre 1976 y 1981. Un testigo que declaró anteriormente, aseguró que Guzmán podría tener datos sobre María Claudia Falcone, secuestrada en la Noche de los Lápices. Sin embargo, la testigo no aportó información y ni siquiera reconoció la foto de Falcone. La mujer negó también conocer la existencia del centro clandestino “La Cacha”, ubicado en las cercanías de la cárcel de Olmos. Finalmente se presentó ante el tribunal Guillermo Cano, quien fue cadete de la Escuela de Suboficiales de la policía bonaerense. Cano narró ante los camaristas que estuvo detenido en el centro clandestino “que presumiblemente estaba ubicado en el destacamento de Arana –a 5 kilómetros de La Plata– durante 100 días. “Durante la noche –recordó– se escuchaban tiros, el cargar de las armas y más tiros.”

 

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