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OPINION
Los redondos y la batuta
Por Marcela Bordenave *

A raíz de los acontecimientos registrados el pasado fin de semana en la ciudad de Mar del Plata, en torno de los recitales de Los Redonditos de Ricota, resultan llamativas las conclusiones a las que arribaron algunos medios de comunicación. La principal conclusión a la que puede llegarse, si se concreta una lectura rápida de lo expuesto en esos medios, es que los seguidores de Los Redonditos son vándalos, delincuentes, saqueadores, alteradores del orden público y responsables absolutos de los hechos acontecidos.
Es fácil, es simple e irresponsable hacer creer que los más de treinta mil fans del grupo que colmaron el Patinódromo son responsables de lo que ocurrió el sábado y domingo en los alrededores del estadio y de otros incidentes conexos como los ocurridos en los viajes en tren. Según la policía, había alrededor de cinco mil personas sin entrada pugnando por entrar violentamente. Pero en las imágenes televisivas en ningún momento se vio esa cantidad de jóvenes. A lo sumo, se observan unos cien, escapando de los gases lacrimógenos y las balas de goma ante el avance de la infantería de la policía bonaerense.
Lo que me lleva a escribir estas líneas es producto del relato de tres de mis hijos que padecieron una represión indiscriminada (tristemente acostumbrados) el día sábado, gracias a la mala organización que demoraba en unos 25 minutos el acceso al estadio para cacheos y verificar la autenticidad de las entradas, formando dos filas “de a uno” por una extensión de 100 metros. Para llegar al corredor había un gran problema: en el primer control se acumulaba a la gente esperando que avancen las filas, en esta aglomeración se juntaban quienes tenían entradas y quienes no, pero automáticamente al crecer en número este grupo se procedía a reprimir sin importar la posesión de la entrada. Por lo tanto, el ingreso estaba vedado, había que apurarse e ingresar cuando la policía no estuviera disparando.
Hay que agregar dos constantes en el accionar de la policía. No sólo reprimía indiscriminadamente sino que también detenía con el mismo criterio, y así fue que muchos chicos que pagaron los 22 pesos más el viaje para asistir a la fiesta ricotera terminaron encerrados bajo el orden marcial de las comisarías, cuyo personal golpeaba al que hablara y saqueaba sus pertenencias, ya que a nadie se le entregó recibo por las mismas. Es incomprensible que si se preveían incidentes como ocurre reiteradamente en los recitales de Los Redonditos, ni los organizadores ni las fuerzas de seguridad hayan adoptado medidas adecuadas, racionales y respetuosas para con los miles de jóvenes que hicieron un esfuerzo económico importante para ver a su banda favorita, y hayan sido víctimas de una represión indiscriminada y de un “arréglense como puedan” por parte de los organizadores. Hoy se los quiere presentar ante la opinión pública como vándalos que producen destrozos. Mientras, los ricoteros esperan ver quién dirige la batuta.

* Diputada de la Nación por el Frepaso-Alianza

 

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