|
Por Mariano Blejman Por detrás, Marcela Tinayre y sus nietos le daban gritos de aliento.
Mientras tanto, la temperatura aumentaba dentro del estudio. Yo no soy tan fuerte
como la gente cree, no hago más que llorar y llorar y extrañar a Dany, aseguró
Mirtha, y afuera llovía a cántaros. Soy Giordano, soy Giordano..., había
gritado el peluquero mediático, intentando sortear la maraña de cámaras para acercarse
ampulosamente a la conductora y espetarle un bravo, Chiquita. Un aplauso
generalizado premió su originalidad. Luego de agradecer al dueño del canal, el
empresario Eduardo Eurnekian, a su productor Carlos Rottemberg y a sus amigos cercanos,
repitió: Aquí estoy, señores, he venido a ocupar mi lugar. También
agradeció los llamados de sus hermanos Silvia y José, y el Martín Fierro, que fue
el único que ganó Canal 9. Además, aprovechó el posible alto rating del inicio
para promocionar su otro programa en América La noche de Mirtha, que irá los
viernes a las 22.La diva de los almuerzos esta vez ofreció a sus invitados sólo un aperitivo. Fueron cinco: Soledad Silveyra, que ingresó al canal con unos enormes ruleros pero en cámara resplandeció, Enrique Pinti, Juan Carlos Calabró, Ana María Campoy, Nacha Guevara y el sacerdote Julio César Grassi quien, además de hacerle un regalo, se atrevió a bendecirla en cámaras. Entre todos la mimaron, y sus lágrimas se transformaron en sonrisas, aunque en general de dientes apretados. Vas a tener toda la libertad para trabajar, le aseguró Eurnekian, quien recordaba las interrupciones que hacía Alejandro Romay, cuando era el zar de la televisión. Muchas gracias, contestó. Ustedes deberían mejorar un poco Ezeiza, ¿eh?. Una foto de Mirtha con el presidente Carlos Menem, cuando bailó la danza de los siete velos, lucía como parte del decorado. ¿Padre, saca plata?, le preguntó a Grassi, que debió sumergirse en explicaciones variadas. Nacha Guevara hizo lobby para que se apruebe una ley de mecenazgo. La empresa privada debe invertir en el espectáculo y en el arte, afirmó, con tono de estar hablando de sus propios sus proyectos. Mirtha recordó entonces a Juan Carlos Thorry, que cumplió 91 años y está en precario estado de salud. Cuando lo invité a Juan Carlos Thorry a El Contra, lo confundí con Labruna. Hasta el día de hoy la gente se acuerda de eso, recordó Calabró. Dentro del estudio, especialmente contratado por el canal para su comodidad cuenta con baño privado, cocina, living y aire acondicionado el calor seguía siendo insoportable, y los periodistas colgaban sus camperas en la cintura, una situación rara, muy televisiva, porque afuera la sensación térmica era de 0 grado. Va a haber que alargar la cortina musical, Mirtha estira demasiado y nos quedamos sin música, se apuraban en el control. En el piso, con el inminente final del programa uno de su temporada 1999, Mirtha rezongaba: Ni en televisión te dejan llorar tranquila, decía, mientras se volvía a secar la nariz con el pañuelo. Los fotógrafos la acribillaban. Ellos no son la televisión.
|