Por Raúl Kollmann e Irina Hauser Las miradas están puestas en
tres robos cometidos en los últimos días de mayo: contra la Banca Nazionale del Lavoro,
1.900.000 pesos, el Banco Ciudad, 950.000, y el Banco Supervielle, 270.000. No fueron
perpetrados por superbandas, no hubo tiros ni se trató de la modalidad conocida como
robo express. La clave estuvo en la información que tenían los delincuentes:
supieron por dónde entrar, invocaron nombres concretos, se llevaron las cintas de video
del circuito cerrado, ingresaron al tesoro de cada banco, conocían todos los mecanismos
de seguridad. En el edificio central de la Policía Federal, la pesquisa fue iniciada por
la División Asuntos Internos y apunta a dos hombres de la fuerza con abundante
información proveniente de otra división, la de Seguridad Bancaria. Pero además, la
investigación abarca a ex oficiales, a delincuentes comunes y también a integrantes del
Servicio Penitenciario. En las fuerzas de seguridad hay conmoción: desde la SIDE insisten
en que efectivamente los robos son obra de miembros de la Federal; en la fuerza azul
están resignados a hacer la investigación, pero también contraatacan sosteniendo que,
como en el caso de los boqueteros, algunos de los delincuentes fueron ex integrantes de la
SIDE.
Desde el punto de vista oficial, los jueces y fiscales que investigan los tres robos
fueron más que parcos: Pudo haber tenido relación con el caso gente de adentro de
cada banco y esto incluye a los efectivos de seguridad. Esta gente tenía información muy
sofisticada: sabían todo sobre las alarmas, el movimiento interior, la cantidad de gente,
la ubicación de las cámaras, los tesoros, le dijo a Página/12 uno de los
fiscales.
¿Hay una investigación sobre hombres de la Policía Federal? insistió este
diario.
Usted sabe la respuesta. No voy a violar el secreto del sumario concluyó el
funcionario judicial.
Los primeros indicios que llegaron a Asuntos Internos estuvieron relacionados justamente
con el tipo de robo y la calidad de información que tenían los delincuentes.
Los robos express le dijo a este diario un hombre fuerte de la
Federal son robos rápidos, de un minuto y medio aproximadamente, en que los
delincuentes se llevan el dinero que hay en las cajas de atención al público. Esos robos
tienen una geografía muy precisa. Si usted las ubica en el mapa verá que todos están
cerca de la avenida General Paz o directamente en el Gran Buenos Aires. Esto significa que
los ladrones son personas del conurbano, mayoritariamente chicos jóvenes, que huyen
rápidamente pasándose a la provincia o metiéndose en una villa de emergencia. No
requieren de gran información y son concretados por marginales. Otra cosa es el asalto en
banda: esto ya tiene una fuerte organización. Hay autos robados, armas largas y se obliga
a los contadores del banco a abrir el tesoro más chico. Son los robos generalmente más
violentos y los integrantes de las bandas suelen ser ex convictos. Tampoco requieren de
una información muy sofisticada sobre cámaras y movimientos de gente, sino que se basan
en una organización de envergadura. Lo notable de los tres robos al Ciudad, el BNL y el
Supervielle (ver aparte) es que lo fundamental fue la información. Lo que nos llamó la
atención es que se trató de lugares muy céntricos Recoleta y el microcentro
y los delincuentes conocían perfectamente toda la estructura y los movimientos internos.
Es difícil que justo hayan coincidido tres entregadores, por lo cual hubo que buscar
otras pistas.
Lo cierto es que en Asuntos Internos se abrió un expediente en el que se apunta a dos
hombres que manejan datos de Seguridad Bancaria, la división que se ocupa de darle el
visto bueno a la construcción y las medidas de seguridad de cada banco. Por ello conocen
al dedillo todos los mecanismos y todos los planos de cada sucursal bancaria. Hubo un
sonado caso, en elque apareció vinculado un alto oficial de la Bonaerense, Orlando
Caamaño, que terminó en una causa en la que se secuestró una enorme cantidad de planos
y documentos sobre las cajas fuertes, las alarmas y los mecanismos de distintas
instituciones financieras. Ese material sigue hoy depositado en el juzgado. La
investigación está ahora misteriosamente paralizada, pero se orientó en un principio a
demostrar que todos los datos y planos iban a ser vendidos a organizaciones delictivas.
La pesquisa por los casos porteños apuntó en todo momento a la búsqueda de quién pudo
haber aportado la información. Después de algunas vacilaciones, los hombres de Asuntos
Internos se concentraron en personal de su propia fuerza que está en actividad. Se
analizaron las conductas de los agentes que hacen las custodias para ver si había alguna
coincidencia efectivos que hubieran estado en dos o tres de los bancos
robados, pero esa línea de investigación quedó descartada. Esta misma semana, por
ejemplo, fue detenido un policía bonaerense que entregó el asalto al BNL de
Pilar, donde el imputado era custodio. Otro policía bonaerense también
custodio será detenido en los próximos días por complicidad con el robo al Banco
Credicoop de Arrecifes. Sin embargo, Asuntos Internos no detectó entregadores
individuales en los casos porteños: la pesquisa se encaminó hacia dos integrantes de la
Federal que manejan datos de Seguridad Bancaria y, según se alardea en fuentes cercanas a
la investigación, la expectativa ahora es recuperar alguna parte del botín. Los hombres
imputados serían responsables de los robos al BNL y al Supervielle, no al Ciudad.
Un tema de controversia está referido a las demás personas que actuaron en los robos.
Los federales habrían aportado la información, pero otros participaron de las
operaciones. No fueron marginales, sino personas con formación, explicó uno
de los fiscales que trabaja en la pesquisa. La polémica se desata justamente porque
hombres de la Federal dicen que participaron ex integrantes de la SIDE, tal cual ocurrió
con el robo de banco más famoso de la década, el de los boqueteros, en el que fueron
detenidos Joaquín Pomponi y Rubén Escobar, que estuvieron en la SIDE, después fueron
parte de la banda de secuestradores de Aníbal Gordon e integraron el staff de siniestros
represores durante la dictadura. Además de la SIDE, también hay sospechas sobre algunos
integrantes del Servicio Penitenciario, a través de los cuales se habrían reclutado dos
o tres hombres más ex convictos que formaron parte de la mano de obra de los
asaltos. En la Federal piensan que, por el nivel de los robos, es más probable que haya
actuado mano de obra desocupada con antecedentes en Inteligencia que en Penitenciario.
La velada acusación de los federales produjo inmediata reacción en la SIDE, que en
realidad viene haciendo un seguimiento de los hechos con el curioso argumento de que
podría haber algún grupo subversivo involucrado. Hombres de la jefatura de
los espías, que lidera Hugo Anzorreguy tradicionalmente enfrentados a la Federal y
al ministro del Interior Carlos Corach no sólo coincidieron con el diagnóstico
sobre la participación de policías federales, sino que incluso deslizaron una
hipótesis: A estos asaltos los dejaron correr porque les vienen bien para la
discusión sobre la seguridad bancaria. El argumento es el siguiente: el Ministerio
del Interior, la Policía Federal y el gremio de los bancarios están presionando para que
se establezcan nuevos y costosos mecanismos de seguridad en todos los bancos, por lo que
hay una dura controversia que incluye fuertes intereses económicos. La Federal quiere que
se obligue a los bancos a hacer las compras de esos implementos blindajes, cámaras
láser, detectores de metales y los bancos se niegan argumentando que no quieren
poner el dinero. Además, sugieren que detrás de todo hay algún negociado de los
funcionarios. Los robos espectaculares servirían supuestamente para poner
más presión en favor de que sefirme el decreto que obligue a los bancos a comprar los
elementos de seguridad.
Más allá de toda esta polémica, lo cierto es que las fuerzas de seguridad coinciden en
el diagnóstico: hay hombres de uniforme detrás de los robos. A los jueces y fiscales
todavía no les entregan lo sustancial de la investigación, que se intenta mantener en
reserva. Sin embargo, la polémica entre las fuerzas hace tanto ruido que las acusaciones
mutuas ya llegaron al juzgado 41 que tiene a su cargo la investigación de dos de
los tres grandes robos y todo indica que esta semana habrá un pedido de
explicaciones. Asuntos Internos seguramente tendrá que entregar el expediente que ha ido
engordando en los últimos 20 días.
COMO ACTUARON LOS ASALTANTES EN LOS TRES CASOS
Robos que sacudieron la city
En solo
diez días tres sofisticados robos de bancos sacudieron a la city porteña. Los ladrones
se llevaron hasta dos millones de pesos todos juntos, lo hicieron a cara descubierta, en
tiempo record, sin alterar el funcionamiento de la sucursal atacada y sin disparar ni un
tiro. Los investigadores judiciales no salen de su asombro y aseguran que se trata de
grupos con una organización impecable, un minucioso conocimiento de los movimientos del
local elegido y de la ubicación de las cámaras de seguridad. En dos casos los asaltantes
se llevaron las cintas grabadas.
El 21 de mayo dos
ladrones se llevaron casi un millón de pesos de la sucursal de que el Banco Ciudad tiene
en Esmeralda 660. Entraron como si nada, a las siete y cuarto de la mañana, vestidos de
civil y sin ocultar sus rostros. Les bastó con atravesar la reja que separa al banco de
un patio interno perteneciente a la Dirección General de Rentas. Aprovecharon la llegada
de dos obreros encargados de hacer refacciones en ese organismo y se infiltraron con
disimulo detrás de ellos por un portón de la calle Viamonte 860, que a su vez permite
acceder al patio en cuestión.
Con pistolas calibre 9 milímetros los asaltantes amenazaron al custodio y lo obligaron a
que los guiara hasta el tesoro del banco. A los empleados bancarios que se toparon en el
camino los obligaron a tirarse al piso y algunos terminaron atados. A una mujer le
exigieron que desactivara la alarma. En 10 minutos exactos agarraron 927 mil pesos (buena
parte de esa suma estaba destinada al pago de jubilaciones) y se fueron caminando lo más
campantes por la misma ruta que usaron para entrar. Ninguno de los demás presentes en los
otros pisos del banco advirtieron lo que sucedía. La Policía Federal le echó la culpa
al banco. Un allegado a la pesquisa dijo a Página/12 que está sorprendido por el gran
conocimiento que los ladrones tenían del lugar, el personal y el sistema de alarmas.
Con trajes de
trabajo y con la explicación que iban a arreglar el sistema de calefacción, cuatro
hombres entraron por la puerta principal a la casa central de la Banca Nazionale del
Lavoro, en Florida 40, y se terminaron llevando casi dos millones de pesos. Fue el 27 de
mayo, a las diez y media de la mañana, y el caso le tocó al juzgado 41, a cargo de
Daniel Turano, que también tuvo que intervenir en el robo del Ciudad. Los ladrones dieron
el nombre de un responsable de mantenimiento y acto seguido fueron directamente al
subsuelo, el sector donde está la caja principal, las de seguridad y el tesoro. A los
seis empleados que estaban en ese lugar los encerraron en un baño desde el cual era
imposible activar una alarma y a los guardias les quitaron las armas. Procedieron sin
violencia. Y se llevaron la plata en un bolso y un maletín de herramientas.
Antes de emprender la retirada los asaltantes dejaron una falsa granada. Luego pasaron por
un bunker de difícil acceso donde llegan las imágenes de las cámaras de seguridad que
monitorean los movimientos del edificio y se llevaron las cintas que los comprometían.
Toda la maniobra les llevó apenas 15 minutos. Nadie en el resto del banco notó nada
sospechoso. Otra fuente judicial dijo a este diario que no sólo les sorprendió la
naturalidad, eficacia y conocimiento con que efectuaron el robo sino también que
hayan habido dos casos tan similares en tan pocos días.
El 1º de junio
tres hombres se llevaron 270 mil pesos de la sucursal del Banco Supervielle que está en
Recoleta. Eran las seis y media de la mañana. Uno de los asaltantes, disfrazado de
policía, golpeó al custodio y así hizo pasar a sus dos cómplices. A medida que iban
llegando los empleados los conducían al subsuelo. La llegada del contador les permitió
acceder al botín. Eso sí, antes de irse, los diestros muchachos se llevaron los videos
de las cámaras de seguridad para evitar ser reconocidos. Al mismo local bancario ya le
habían arrebatado 30 mil pesos el 20 de abril de este año. El Gobierno volvió a culpar
a los bancos por no adoptar sus propuestas de seguridad.
UNA DISCUSION ENTRE LOS BANCOS Y EL GOBIERNO
El tira y afloje de la seguridad
Los robos
sofisticados se producen justo en el momento en que hay una durísima polémica por la
seguridad bancaria. El Gobierno, la Policía Federal y el gremio de los bancarios quieren
que las instituciones financieras compren distintos y costosos implementos de seguridad:
que los cajeros estén en ámbitos blindados hasta el techo y se comuniquen con el cliente
por micrófono, que en los bancos haya doble puerta y un circuito cerrado de televisión
que detecte a los que entran con armas, algo parecido al aparato por el que pasan las
valijas en los aeropuertos. En los bancos dicen que no quieren afrontar esos costos.
Para algo pagamos carísimos seguros y es la policía la que debe dar
seguridad, argumentan. En privado, los banqueros deslizan que hay intereses del
Gobierno y de la Federal en las empresas que venden los implementos. Del otro lado
retrucan: A los banqueros no les importa que pueda haber muertos en los asaltos,
sólo les importa la plata, según dijo a Página/12 un altísimo funcionario de la
Secretaría de Seguridad.
Hoy por hoy, la polémica se centra en un decreto que está elaborando la secretaría a
cargo de Miguel Angel Toma y que convertiría en obligatorias las inversiones en
seguridad. Estas son algunas de las medidas:
El puesto en el
que está sentado el cajero debe estar blindado desde el piso hasta el techo y la
comunicación se hace a través de un micrófono y una bandeja por la que se mete y se
saca el dinero y los papeles. Esto es para evitar los asaltos express.
Los bancos
deberán tener una puerta de calle, luego un hall, y después otra puerta, posiblemente
giratoria. En ese hall sería obligatorio tener un sofisticado sistema de observación que
incluiría la detección de armas.
Se
establecerán sistemas mucho más modernos de filmación, para evitar el robo de las
cintas como ocurrió en los últimos asaltos.
Los tesoros
tendrán que ser más seguros. La mayoría de los actuales vienen de los años 60 y
70. Son imprescindibles sensores que detecten cualquier movimiento, lo que hubiera
evitado dicen en la Secretaría los recientes robos sofisticados y también el
caso de los boqueteros.
En los bancos no parecen dispuestos a gastar el dinero y se oponen al decreto. Incluso
hubo un fallido intento de conciliación en el que participaron la Secretaría de
Seguridad, los bancos y los gremialistas. En verdad, el argumento de los bancos parece
más bien inhumano: Nosotros tenemos los seguros correspondientes. Esto,
obviamente les permite recuperar el dinero perdido en un robo, pero no repara las vidas ni
las heridas que se puedan producir. Los dirigentes gremiales incluso sostienen que sin las
medidas de seguridad se pone en riesgo la vida de los empleados.
En medio de semejante polémica, se producen los tres extraños robos en la BNL, el Ciudad
y el Supervielle. En la SIDE y los bancos alientan desconfianzas: Esos robos
aparecen ahora como un argumento más para presionar en favor del decreto, dicen. En
el Ministerio del Interior y la Federal se indignan: En 1998 hubo robos por seis
millones de dólares en todo el año; en lo que va del 99 ya llevamos ocho millones
y cada día se ponen en riesgo nuevas vidas.
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