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UN FAN DEMANDA A SU GRUPO, LA POLICIA Y LA MUNICIPALIDAD
La batalla de un ricotero herido

Juan Pablo Romero perdió un ojo en el accidentado concierto de los Redonditos en Mar del Plata. Y demandó al grupo, al municipio y la Policía. El caso abre la polémica sobre quién es responsable de la seguridad en los recitales.

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Juan Pablo Romero, tornero de profesión, asegura que su pasión por los Redondos “sigue intacta”.


Por Pedro Lipcovich
t.gif (862 bytes)  La pasión de Juan Pablo Romero por los Redonditos de Ricota “sigue intacta”, pero acaba de iniciarles juicio por dos millones de pesos, tras haber perdido un ojo en el último recital. La demanda responsabiliza conjuntamente a los Redondos, la Policía Bonaerense y la Municipalidad de Mar del Plata. El 19 de junio, cuando entraba al recital que se hizo en el Patinódromo de esa ciudad, el joven recibió 28 perdigones de goma en la cara, de una escopeta policial a tres metros de distancia. Además, según su abogado, fue maltratado y privado de asistencia por la seguridad privada del recital: “Si los que organizan el espectáculo aceptan estas condiciones, son responsables de las consecuencias”, sostuvo. Un representante de la organización del recital respondió que no hay control sobre la policía “aunque uno la contrate” y que entre los concurrentes hubo “infiltración política”.
“Yo estaba ingresando al estadio. Los amigos que iban conmigo se dispersaron cuando la policía empezó con los gases. En el primer vallado, el tipo de seguridad sin decirme nada me agarró de los pelos: yo le mostré que tenía mi entrada y me dejó pasar, pero entonces vino el policía que me pegó el tiro en el ojo”, contó su martirio a Página/12 Juan Pablo Romero, que precisamente hoy cumple 23 años.
“Caminé tres pasos y me desmayé –continuó–. Me desperté cuando un vendedor de choripanes me ayudaba; me lavó la cara, la cabeza. Después le pedí a la policía por favor una ambulancia pero me dejaron solo. Fui caminando por la avenida Juan B. Justo; un muchacho me dio un trapo para poner- me en el ojo y me acompañó hasta una estación de servicio pero la policía lo echó, y no me querían llevar en el patrullero al hospital. Al final, una chica y un chico me llevaron. Yo tenía 28 perdigones en la cara.”
El abogado Fernando Soto, representando a Romero, presentó la demanda por dos millones contra Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Patricio Rey Producciones (“ellos mismos son los que hacen la producción de sus espectáculos”, según Soto), la Policía de la provincia de Buenos Aires y la Municipalidad de Mar del Plata: “El juez determinará la proporción de responsabilidad de cada uno”.
Soto destacó que “Juan Pablo es tornero y ahora no va a poder trabajar más en su oficio”, además del “daño moral y psicológico”. Dijo el abogado que “estos incidentes se repiten desde hace años pero nunca nadie le hizo una demanda al grupo. Si ellos convocan a miles de chicos, tienen que hacerse cargo de resguardar la seguridad de los que no participan en los desmanes. El personal de seguridad que contrataron no tenía la menor capacitación. No había un sistema de enfermería para emergencia: a Juan Pablo lo dejaron tirado”.
Para el abogado, “con este nivel de seguridad los Redonditos no pueden seguir actuando. No puede ser que la policía haga lo que quiera: el que le disparó a Juan Pablo estaba del lado de adentro del vallado de seguridad privada: tiene que haber un control del Estado pero también de los organizadores”.
Pablo Baldini, titular de Producciones Integrales –empresa que se hace responsable de la organización del recital de Mar del Plata–, dijo a este diario que “lo sucedido no es ajeno al contexto de violencia que hay en el país y en América latina. En este recital hubo infiltración política, como que llegaron a tirar bombas molotov, que los pibes no llevan; hubo vandalismo, robo de puertas, ventiluces; los Redondos pueden tener antecedentes de muchas cosas pero no de incendiar viviendas, locales o autos”.
Baldini sostuvo que “nosotros tomamos todos los recaudos: abrimos las puertas temprano, controlamos que la gente con entrada pudiera pasar y que la gente sin entrada se quedara afuera. Es cierto que mucha gente con entrada no pudo ingresar o se vio dañada por la acción de la policía, pero, aunque uno los contrate y vaya a una reunión previa, son ellos los que determinan cuántos agentes van a ir, dónde van a estar y qué van a hacer”. En cuanto a la seguridad privada, “la contratamos sólo para el acceso al estadio y el interior; tienen órdenes precisas de no pegarle a nadie, y no están armados”.
Por su parte Carlos Brun, subsecretario de Asuntos Judiciales de la Intendencia de Mar del Plata, dijo que “la Municipalidad no es responsable por lo sucedido”. Para Brun, corresponde “primero, establecer si hubo negligencia de quien disparó la bala; en segundo término podría ser citado a juicio el promotor del espectáculo, y la banda que tocó en el recital”.
Juan Pablo Romero, todavía con su ojo vendado, quiso destacar que lo que siente por los Redondos “sigue intacto”.
–¿Qué es lo que siente por los Redonditos de Ricota?
–Es una pasión que tengo.
El caso de Bulacio
El 19 de abril de 1991, cuando tenía 17 años, Walter Bulacio fue detenido con otros chicos en las puertas del estadio Obras, donde tocaban los Redonditos de Ricota. Fue llevado a la comisaría 35, sin notificación a ningún juez de menores. Al día siguiente se descompuso y, llevado al hospital Pirovano, alcanzó a contar que la policía le había pegado. Entró en coma y falleció el 26 de abril.
El único acusado en la causa, comisario Miguel Angel Espósito, sigue en libertad, aunque pesa sobre él un pedido de 15 años de prisión. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) hizo lugar a una denuncia contra el Estado argentino presentada por organizaciones de derechos humanos.
La abogada María del Carmen Verdú, quien representó a la familia de Bulacio, recordó que “esa noche, la policía adicional había sido contratada por el club a pedido de los organizadores del show”.


OPINA STEFANUOLO, UN ABOGADO DE MUSICOS DE ROCK
La responsabilidad de una megabanda

Por P.L.
t.gif (862 bytes) “Los Redondos tienen que revisar lo que está pasando en sus recitales, porque es grave”, dijo a este diario el abogado Joe Stefanuolo, defensor de muchos músicos de rock. Al grupo, sostiene, le falta admitir que “son el megaevento más importante del país”: hacerse cargo de eso facilitaría hacerse cargo también de todos los detalles de la seguridad. Por ejemplo, organizar un dispositivo que reemplazara y mantuviera alejada a la policía de las proximidades de los recitales, ya que ése es un motivo de conflicto.
“Los Redonditos ya son una megabanda; son, sin ninguna duda, el evento mayoritario en el país, y tienen que hacerse cargo de esta situación, más allá de la filosofía under y la cosa mística –resumió Stefanuolo–: hoy por hoy tienen más convocatoria que un clásico de fútbol.”
Según el abogado, “los organizadores de un recital pueden plantearle a la policía que ponga el patrullero lejos, a 20 cuadras, si saben que su presencia les genera bronca a los pibes. Claro que, entonces, tienen que contar con un aparato propio muy bien organizado para suplir a la policía”.
De todos modos, en principio, “los organizadores no tienen responsabilidad puertas afuera del recital. Sí lo son cuando un incidente involucra al que controla la entrada, por ejemplo. También son responsables de abrir las puertas en horario, de no sobrevender la capacidad del estadio, de disponer las barreras para ordenar la entrada, e incluso de no generar peleas que puedan tener secuelas afuera”.
En un caso como el de Mar del Plata, “el que tiene más responsabilidad es el municipio, que debe brindar garantías de seguridad; y, desde luego, la policía es responsable en la seguridad pública”.


El caso de Puerto Madero
El lunes 1º de marzo, Puerto Madero fue escenario del recital Buenos Aires Vivo III, organizado por el gobierno porteño. El programa indicaba la presentación de Divididos y Caballeros de la Quema, pero lo que hubiera sido una fiesta terminó suspendido por la muerte de dos jóvenes, electrocutados al tocar un cable tendido para abastecer de electricidad a los puestitos de comestibles y bebidas. Minutos antes, decenas de jóvenes, aprovechando un corte de luz, se dedicaron a cometer arrebatos, provocando corridas y peleas. Hubo 15 heridos y 13 detenidos durante la refriega.
El espectáculo estaba ya en su apogeo. Eran alrededor de las 22.30 cuando se produjo un corte de luz que dejó a oscuras parte del sector ubicado a la izquierda del escenario. El corte fue aprovechado por varios grupos de muchachos que se dedicaron a arrebatar carteras, bolsos, manotear bolsillos y arrasar con todo lo que encontraban en su camino. La seguridad del lugar, a cargo de la Prefectura y medio centenar de custodios contratados por el gobierno, se vio completamente desbordada. En la confusión, un cable de la red eléctrica habría entrado en contacto con el alambrado que cerraba el predio. Alejo Lumille y Diego Aguilera, de 20 y 21 años, se aferraron al alambre y murieron electrocutados.

 

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