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Argentina con el Vaticano y contra todo el mundo

En un encuentro convocado por Naciones Unidas sobre población,
Argentina rechazó entre otras cosas que los adolescentes accedan en forma confidencial a servicios de salud sexual.

Aldo Carreras, subsecretario de Población, encabezó la delegación argentina.
Su posición sólo coincidió con la de Libia, Sudán, Irán y Nicaragua, además del Vaticano.

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Por M. C.

t.gif (862 bytes) A contramano del mundo, el gobierno argentino expresó su oposición a que los adolescentes accedan en forma confidencial a servicios de salud sexual y reproductiva y –en sintonía con la Santa Sede– consideró que los padres deben conocer sobre qué consultan sus hijos. La posición argentina fue sostenida, en Nueva York, por el subsecretario de Población, Aldo Carreras, en una sesión especial convocada por Naciones Unidas y fue duramente criticada por organizaciones no gubernamentales y delegados de otras naciones. Así, la Argentina junto con Nicaragua fueron los únicos países latinoamericanos que se plegaron totalmente al discurso del Vaticano, coincidiendo con las posturas de Libia, Sudán e Irán. Carreras también rechazó el concepto de “género”.
El funcionario encabezó la delegación argentina que participó de una sesión especial convocada por la ONU para evaluar la implementación hasta la fecha del Plan de Acción aprobado en El Cairo, durante la Conferencia de Población, realizada en 1994. Se trata de la primera revisión que se efectúa en el período de 20 años previsto en ese programa. Las sesiones terminaron el viernes último.
“La Argentina planteó reservas, es decir, se opuso, a casi todo lo acordado por el resto de los países en lo referente a la salud reproductiva, oponiéndose una vez más a las propuestas contenidas en el Plan de Acción consensuado en El Cairo. No creo que sea la posición de la mayoría de los hombres y mujeres de la Argentina que piensan, por ejemplo, que nuestros niños tienen derecho a ser educados para evitar embarazos en la adolescencia e infecciones sexuales incluido el vih/sida”, señaló a Página/12 Mabel Bianco, quien participó de la reunión, en Nueva York, como secretaria regional del Consejo Latinoamericano de ONGs con Trabajo en Sida. Bianco consideró que el subsecretario de Población demostró tener “escaso conocimiento” del Plan de Acción en discusión, luego de afirmar que tal programa contemplaba el aborto como un método anticonceptivo, cuando no es así.
Uno de los puntos más cuestionados por las ONG y otras delegaciones fue la negativa de la Argentina –claramente alineada con la Santa Sede– de apoyar el acceso confidencial de los adolescentes a la educación sexual, tal como plantea la plataforma de El Cairo. “¿Por qué los representantes del Vaticano insisten en que los padres sean los únicos supervisores de la educación y el cuidado de la salud sexual y reproductiva de los y las jóvenes, cuando es sabido que la mayor parte de los abusos sexuales, en particular el incesto, ocurre en el seno del hogar”, observaron organizaciones de mujeres latinoamericanas y del Caribe. Un repudio similar emitió la Coalición Internacional de Jóvenes, que nuclea a representantes de 111 países.
Teniendo en cuenta la posición argentina, los médicos deberían violar el secreto profesional para informar a los padres sobre qué preguntan sus hijos. “Existen muchos secretos, por ejemplo, el de confesión. A nadie se le ocurriría decir que se debe violar. El secreto médico es igual y se debe respetar”, reflexionó el representante de México, cuya delegación junto con las de Suiza, Canadá, la Unión Europea, Noruega, Estados Unidos, Dominicana, Japón y Letonia, entre otras, defendieron la importancia de educar a los jóvenes.
En realidad, la posición argentina no sorprendió en Nueva York: es la misma que viene sosteniendo el Gobierno en los foros internacionales. Una delegada porteña, incluso, recordó que hace apenas dos semanas, en esa misma ciudad, el presidente Carlos Menem fue condecorado por el Vaticano, tras ser el primer jefe de Estado que estableció el Día del Niño no Nacido, el pasado 25 de marzo, en una ceremonia presidida por enviados de la Santa Sede.

 

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