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VIAJE RELAMPAGO DEL PREMIER ISRAELI
La paz es el negocio

En una ofensiva relámpago por la paz, el laborista Ehud Barak,  nuevo premier israelí, se reunirá con líderes árabes y con Bill Clinton. Pero muchos dudan de que Israel conserve sus compromisos.

Ehud Barak, un ex militar victorioso, en su primer día como premier.
EE.UU. teme que no quiera cumplir el acuerdo de Wye con los palestinos.

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The Guardian de Gran Bretaña
Por David Hudson Desde Jerusalén

t.gif (862 bytes) Muerto desde hacía tiempo, el proceso de paz de Medio Oriente volvió ayer a la vida. Y hay signos de que nuevamente podrá correr a todo vapor. El martes, el nuevo premier Ehud Barak hizo un efusivo llamado por la paz en su discurso inaugural ante el Parlamento israelí. La respuesta más significativa ya llegó de Damasco. “Nuestro gobierno está dispuesto a corresponder a cada iniciativa de paz con otra similar, y a retomar el diálogo exactamente en el mismo punto donde fue abandonado”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores sirio.
La solución diplomática del conflicto de las Alturas del Golán
–territorio sirio que Israel ocupó en la guerra de 1967– fue dejada de lado desde que la derecha llegó al poder con Benjamin Netanyahu. Pero inclusive antes de que Barak asumiera, ya el presidente sirio Hafez alAssad había dirigido cumplidos al premier israelí que asumió ayer.
En su discurso ante el Knesset (Parlamento israelí), Barak dijo el martes que una paz estable y abarcativa debía reposar sobre “cuatro pilares: Egipto, Jordania, Siria con Líbano, y por supuesto los palestinos”. Ayer anunció un tour relámpago. No es que incluya a Siria todavía, pero el viernes se encontrará en Alejandría con el presidente egipcio Hosni Mubarak, el domingo en el límite de Gaza con el líder palestino Yasser Arafat y a mediados de la semana que viene con Bill Clinton en Washington. Entre tanto, también se va a encontrar con el rey Abdulá de Jordania, en un punto que debe fijarse. Funcionarios israelíes describieron los encuentros como prueba “de la determinación de Barak de reconstruir relaciones de confianza con los líderes árabes”.
Mientras que los israelíes describen estas minicumbres bilaterales como básicamente exploratorias, EE.UU. y los líderes árabes pueden tener otras cosas, y más urgentes, en sus mentes. El presidente Bill Clinton y su staff esperaron pacientemente los dos meses que le llevó a Barak formar gobierno. Ahora, aparentemente, están procurando apurar la consideración y eventual aprobación de sus propias propuestas de paz. Significativamente, ayer se decía en Washington que Clinton y Barak iban a tener dos reuniones separadas, el 15 y el 19 de julio. Esto sugiere que EE.UU. podía estar preparado para dejar bien en claro cuál es su programa de acción.
Los norteamericanos ya hicieron saber que no aceptarán cualquier intento de Barak por incumplir o dejar a un lado el acuerdo de Wye Plantation, firmado por Israel con los palestinos en octubre pasado. Según el acuerdo, Israel debe continuar cediendo terreno en Cisjordania a los palestinos. Uno de los flamantes ministros israelíes, Haim Ramon, dio a entender que Barak podría llegar a preguntarle a Arafat qué partes del acuerdo había que olvidar para siempre. “Pero Israel nunca dejaría caer nada del acuerdo unilateralmente. Lo haría sólo si Palestina presta su consentimiento”, se apresuró a matizar.
Las acciones de Barak ahora están altas. Pero las sospechas todavía no se disiparon. En el mundo árabe, ayer hubo mucha expectativa (y desafíos) por ver si Barak cumple con su palabra. El diario jordano ad-Destour dijo: “Los árabes están cansados de las promesas vacías y de las declaraciones altisonantes de los gobiernos israelíes previos”.
Los vasos de champagne resonaron ayer al chocar en las oficinas del primer ministro a la voz de Le-haim, el antiguo brindis hebreo “A la vida”, cuando las riendas del poder eran entregadas formalmente. Barak, en compañía del saliente Netanyahu, gozaba del que puede ser su último día de gracia antes de tener que enfrentar los serios problemas que le esperan por delante.

 

Londres y Libia, tan amigos

Gran Bretaña anunció ayer que reanudará totalmente las relaciones diplomáticas con Libia suspendidas durante 15 años, después de que Trípoli acordara colaborar con la investigación de la muerte de un policía británico frente a la embajada del país árabe en Londres en 1984 y aceptara indemnizar a la familia de la víctima. “Elevaré de inmediato la Sección de Intereses de Gran Bretaña en Trípoli a la condición de embajada”, aseguró el canciller británico Robin Cook luego de un encuentro con el embajador libio Abdulati Al Obeidi. Pero Estados Unidos adelantó que por ahora no tendrá la misma actitud, por considerar que Libia todavía promueve el terrorismo. El portavoz del Departamento de Estado James Foley aclaró que “esto tiene un paralelo con lo que hemos pedido a Libia que haga en el caso del vuelo de Pan Am –un atentado en el que murieron 227 personas–, así que esperamos que también se muestre cooperadora en este caso”.

 

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