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Acto único por la AMIA a cinco años de la masacre

Las organizaciones de familiares y víctimas del atentado,  la DAIA y la AMIA lograron consensuar un acto, en Pasteur 633, para el domingo, cuando faltan pocos meses para el juicio oral.

Responsables: Memoria Activa cree que el Gobierno tiene la misma responsabilidad que el juez en una investigación que consideran desastrosa.

La sede de la AMIA, en Pasteur 633, después del ataque.
El estallido se produjo a las 9.53 del 18 de julio de 1994.

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Por Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes) Habrá un único acto de conmemoración del quinto aniversario del atentado contra la AMIA. A diferencia de lo ocurrido el año pasado, el próximo domingo 18 de julio, frente al predio de Pasteur 633, confluirán Memoria Activa y Familiares –es decir las agrupaciones de los amigos y parientes de las víctimas del atentado–, la AMIA y la DAIA, cada uno de los cuales tendrá un orador. Ese domingo, los clubes e instituciones de la comunidad judía cerrarán sus puertas para fortalecer la convocatoria de un acto que, a primera vista, será de envergadura.
El año pasado, la dura interna llevó al entonces presidente de la DAIA, Rubén Beraja, a negarse a compartir la tribuna con Memoria Activa, que le venía imputando su estrecha relación con el gobierno encabezado por Carlos Menem. Además, ya eran tiempos de crisis para la conducción, ya que por entonces había entrado en proceso de desguace el Banco Patricios. En ese marco, la convocatoria oficial y la de Memoria se hicieron por separado y ambas fueron relativamente débiles.
El indiscutido punto de conflicto de los actos del 18 de julio fue el realizado en 1997 cuando ministros y altos funcionarios del Poder Ejecutivo tuvieron que soportar una durísima silbatina de la gente que reclamaba por el esclarecimiento del atentado. Aquella concentración fue también el punto de partida de las diferencias posteriores ya que los presidentes de la DAIA y la AMIA concurrieron por la tarde a pedir disculpas a la Casa Rosada, un gesto que fue fuertemente resistido por la mayoría de la comunidad judía. Los actuales titulares de ambas instituciones, Rogelio Cichowolsky y Hugo Ostrower, tienen una visión crítica de aquel pedido de disculpas, pero las discrepancias se mantienen, sobre todo en torno de la actuación en la causa del juez Juan José Galeano. Memoria Activa, por ejemplo, considera que el magistrado tiene la misma responsabilidad que el Gobierno en una investigación que juzga desastrosa, en cambio Familiares sostiene que a Galeano hay que otorgarle respaldo y que no debe ser criticado públicamente.
Después de algunas dificultades en las negociaciones, todas las partes convinieron en hacer un acto único que sirva como fuerte reclamo, sobre todo teniendo en cuenta que buena parte de la causa judicial llegará al juicio oral en los próximos meses. Ayer se cerró el plazo para que las partes realizaran su acusación (ver aparte) y todo indica que antes de fin de año estarán sentados en el banquillo de los acusados el armador de autos truchos Carlos Telleldín, el ex poderoso comisario Juan José Ribelli y otros tres policías bonaerenses, todos acusados como partícipes necesarios por su relación con la Trafic usada como coche-bomba.
Los organizadores aspiran a que la convocatoria unificada logre una masiva concurrencia. Para la víspera del aniversario la agrupación “Juventud en guardia hasta que aclare” se instalará desde las 21 frente a la sede de AMIA, Pasteur 633 con la consigna “Peligro, falta justicia”.
Dentro de la comunidad judía hay un fuerte descontento por la falta de resultados de la investigación, sobre todo porque no se ha podido esclarecer la parte clave del atentado: dónde y quién armó el coche-bomba en los días previos al atentado, quiénes participaron de los trabajos de inteligencia, quién condujo la camioneta hasta estrellarse frente a la AMIA y qué organización planeó y pagó el ataque.

 

El camino al juicio oral

El armador de autos Carlos Telleldín, cuatro de sus cómplices y quince policías bonaerenses seguramente estarán sentados en el banquillo de los acusados antes de fin de año. Ayer venció el plazo para que las partes querellantes presenten la acusación y efectivamente la DAIA, la AMIA, Memoria Activa y Familiares de las Víctimas, cada uno por separado, presentaron sendos escritos para fundamentar que Telleldín y los policías fueron cómplices del atentado básicamente por su relación con la Trafic que fue usada como coche-bomba. La mayor diferencia entre las presentaciones radica en que Memoria Activa dejó por sentado una serie de acusaciones contra la investigación encabezada por el magistrado: “Quede constancia que la instrucción en la que el juez Galeano invirtió cinco años y cuantiosos medios económicos y técnicos está lejos de encontrarse completa”. El próximo paso será la acusación de los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, quienes entregarán su escrito esta semana. En dos extensísimas presentaciones de 300 páginas cada una, el abogado de la AMIA y Familiares, Luis Dobnievsky, sintetiza que “se encuentra acreditado que el atentado se perpetró a través de la utilización de un coche-bomba, preparado y armado en una camioneta marca Renault Trafic en la que se cargó el explosivo que voló el edificio blanco del ataque. Asimismo, se encuentra acreditado en este estadio procesal que las personas imputadas se encuentran directamente vinculadas a la materialización del atentado, toda vez que se encargaron, por un lado, de preparar la camioneta aludida y luego la facilitaron a los autores materiales de hacerla detonar en el edificio de mención”. Por su parte, los letrados de Memoria Activa, Alberto Zuppi y Pablo Jacoby, coinciden en que “el motor y otras partes del vehículo que perteneciera a la firma Messin y fuera adquirido por Carlos Telleldín, fueron utilizados para armar el vehículo que, cargado de explosivos, detonara el 18 de julio de 1994”. Zuppi y Jacoby señalan que Telleldín preparó especialmente la camioneta pues le incorporó un elástico de mayor tamaño destinado a soportar la carga explosiva.


 

EL PERITAJE DA POCO PROBABLE LA VERSION DE DATTOLI
Para muestra basta el botón

Por Romina Calderaro

t.gif (862 bytes) Es “mecánicamente posible”, pero “poco probable” que Alberto Ricardo Dáttoli se haya tropezado con los cordones de sus zapatos para caer con su pulgar justo sobre el botón que activa el portón de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI) de la SIDE mientras Sofía Fijman alimentaba a los gatos del jardín. A esa conclusión llegaron ayer, en la cuarta jornada del juicio oral que se sigue por la muerte de Fijman, Horacio Cordani y Edgardo Sinso, los peritos que intervinieron en la investigación. Beatriz Lancelle, la médica forense que hizo la autopsia, aseguró que en el momento de su muerte, la mujer tenía la cabeza, el tórax y el brazo derecho dentro de las rejas. El lunes se leerán los alegatos de las partes y el escrito en el que Hugo Anzorreguy, el titular de la SIDE, explicará por qué fueron cambiados de destino los guardias de seguridad de la ENI después del “accidente”.
Fijman murió en 1997. En esa época, Dáttoli pesaba 115 kilos, treinta más que ahora. Su versión es que cuando se levantó del sillón en el que estaba sentado, cayó con el pulgar y accionó accidentalmente el botón que abre el portón. Según explicó ayer Cordani, arquitecto de Gendarmería, los botones no son digitales: están hundidos cinco milímetros en la caja que los contiene. Coincidió con el ingeniero mecánico Edgardo Sinso en que es “poco probable” que una persona de la contextura física de Dáttoli, “al caerse lo haga sobre uno o dos dedos”, aunque la hipótesis del acusado es materialmente posible.
Como en cada uno de los días del juicio, también hubo testimonios de los llamados “testigos de concepto” del imputado. La declaración más pintoresca fue la de Ricardo Daniel Stockdale, primo hermano de Dáttoli. Stockdale dijo haber militado primero en la organización Descamisados y después en Montoneros. Contó que su cuñada, Inés Cobo, fue secuestrada embarazada en 1976 y que está desaparecida, y que ese año él decidió exiliarse. “Siempre supe que trabajaba en la SIDE, pero nunca sentí que eso me separaba de él”, dijo de su pariente Dáttoli, quien ingresó al organismo en 1975. Más tarde lo definió, literalmente, como un “líder positivo”. “Nunca he visto manifestación alguna de antisemitismo por parte de Dáttoli, ni siquiera en broma hacia ningún miembro de la comunidad judía, lo juro por mi hermano muerto en 1977 por la Armada”, aseguró.
Después llegó a la sala Salvador Sosa, un veinteañero de pelo largo y renegrido. Se presentó como amigo de Dáttoli y aseguró: “Es incapaz de hacerle daño a alguien, eso lo demuestra en los salvatajes”. Los “salvatajes” son un capítulo aparte. Muchos de los testigos que presentó la defensa conocen a Dáttoli de Mar de Ajó, su habitual lugar de veraneo, y destacan la “vocación de servicio” que evidenciaba cada vez que alguien se estaba por ahogar en el mar y él ayudaba a los bañeros en el rescate.
El Tribunal Oral 29 pasó ayer a cuarto intermedio hasta el lunes a las diez de la mañana, cuando se leerán los alegatos de la querella, la defensa y la fiscalía. La hipótesis del accidente que sostiene el acusado no parece muy firme, pero la última palabra la tendrá el martes el tribunal, cuando dé a conocer la sentencia.

 

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