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Cuando la OTAN juega a policía

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Las fuerzas de la OTAN impiden como pueden el caos en Kosovo. Y las muertes, heridos, saqueos y exilios demuestran que pueden poco.


El País
de Madrid

Por Jorge Marirrodriga
Desde Pristina, Kosovo

t.gif (862 bytes)  La fuerza internacional de pacificación para Kosovo (KFOR) libra una carrera contrarreloj para imponer el orden en las ciudades y en las áreas rurales de la región, donde los tiroteos, agresiones, incendios y robos no han disminuido desde la entrada de las tropas occidentales, hace un mes. Aunque la seguridad personal de la mayoría de los habitantes de la zona parece garantizada, al menos durante el día, siguen produciéndose saqueos, agresiones –especialmente contra gitanos y serbios–, robos e incendios en todo el territorio.
Las organizaciones internacionales están insistiendo en la necesidad de poner en funcionamiento de manera inmediata a la policía civil internacional que velará por la seguridad en las ciudades hasta que se forme a los primeros policías albanokosovares. Hasta entonces, en la mayoría de los lugares, los vecinos tendrán que arreglárselas con un mínimo de prudencia y el amparo de las patrullas de los soldados de la KFOR, que estos días están redoblando sus esfuerzos, especialmente en la capital, Pristina, con patrullas a pie en los barrios donde se han producido tiroteos e incendios de casas de gitanos, y ocasionalmente el empleo de helicópteros en la vigilancia diurna de la ciudad.
Ya se empiezan a escuchar voces que no descartan la implantación del toque de queda ante la situación que se vive en algunas zonas. Cuatro son los frentes en materia de seguridad: el restablecimiento del orden en las grandes ciudades (que incluye la prevención de pequeños delitos y la protección a las minorías serbia y gitana); el desarme de los guerrilleros del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK); la limpieza de las zonas minadas, y evitar a toda costa que la poderosa mafia albanesa extienda sus redes por Kosovo. Los resultados son: serbios y gitanos continúan huyendo de la región, escoltados por la KFOR, debido a las agresiones de los albanokosovares; el UCK sigue presente incluso en la capital, aunque sin uniformes ni armas; hasta el momento se cuentan por decenas los muertos y heridos por la explosión de minas, y cada vez son más numerosos los coches modelo Mercedes con matrícula de la capital albanesa de Tirana que circulan por Pristina.
Muchos albanokosovares pensaban, cuando permanecían en los campos de refugiados, que sólo los serbios los habían echado de sus casas. Pero, cuando terminó la guerra algunos descubrieron que sus casas o viviendas ya estaban habitadas por otros albanokosovares que, al haber regresado antes del exilio, las habían ocupado. Al no existir registros de la propiedad (destruidos por los serbios), ni tribunales a los que acudir, estas familias han tenido que emprender, esta vez, el exilio interno.

 

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