Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


EUROPA ABRIO EL CAMINO PARA PATENTAR MATERIAL GENETICO HUMANO
Naturaleza con copyright

Si la Comisión Europea lo confirma, desde  setiembre será posible patentar allí genes  y células de humanos, y plantas y animales transgénicos. La polémica por el material viviente con derecho de autor. En qué se perjudica la Argentina con esa iniciativa.

na17fo01.jpg (8009 bytes)

Por Pedro Lipcovich
t.gif (862 bytes)  “¿De quién es esa boquita?”, preguntará él, como siempre se preguntó. “De Pretty Mouth, Inc.”, contestará ella, como nunca se contestó. La Unión Europea, presionada por los grandes laboratorios, está a punto de alinearse por completo con Estados Unidos en el criterio de otorgar patentes para materia viviente (ver nota aparte). Ya se privatizaron genes que producen cáncer, así como las células del cordón umbilical humano. El patentamiento, en Estados Unidos, incluye también plantas de uso milenario en culturas latinoamericanas. En esta situación, según especialistas, la Argentina queda rezagada “por su incapacidad crónica para explotar la ciencia y la tecnología”.
La posibilidad de patentar materia viva, tal como la narra Carlos Correa –director del posgrado en propiedad intelectual y de la maestría en política y gestión de ciencia y tecnología de la UBA–, empezó en 1980: “Entonces, la Corte Suprema de Estados Unidos admitió la patente de un microorganismo modificado genéticamente. Hasta el año pasado, Europa mantenía una posición más restrictiva, pero la industria biotecnológica presionó y el año pasado el Parlamento Europeo aprobó la directiva a la que, todavía, Holanda sigue oponiéndose”.
Ejemplos: “Una empresa patentó un gen que causa el cáncer de mama; otra, células del cordón umbilical humano, que podrían tener usos terapéuticos” –cuenta Correa–. Es que, “según la doctrina que se desarrolló en Estados Unidos y ahora se acepta en Europa, basta con aislar un gen para que se lo considere patentable. La diferencia entre lo que se descubre y lo que se inventa, esencial desde el origen de la noción de patente, se borra”.
Para Salvador Bergel, titular de la cátedra Unesco de bioética en la UBA, “claro que esos patentamientos son ilegítimos: un gen es algo que integra el cuerpo humano y patentarlo no tiene ningún mérito inventivo. Secuenciar un gen es una tarea mecánica que puede hacer un auxiliar de laboratorio. Pero la codicia de los laboratorios estableció estas esferas de apropiación ligadas a intereses de mercado y no al fomento de la investigación científica, que es el sentido último de un sistema de patentes”.
A veces, lograr una patente no es cuestión de tecnología sino sólo de poder: “‘Investigadores’ norteamericanos patentaron plantas como la ayahuasca y la quinoa, de uso milenario en Latinoamérica –cuenta Correa-: es que la legislación de Estados Unidos admite como ‘nuevo’ todo lo que no figure por escrito en publicación reconocida por ellos, lo cual les permite recorrer las selvas, obtener informaciones de los chamanes y patentarlas. Estados Unidos no suscribió la Convención de Río de Janeiro, donde 160 países reconocieron la soberanía de los estados sobre sus recursos genéticos. Se prevé que los países en desarrollo insistan sobre el tema en la próxima reunión de la Organización Mundial de Comercio, en noviembre”.
Alejandro Mentaberry –especialista en ingeniería genética, profesor en la UBA e investigador del Conicet– observa que “desde hace tres años, gran parte de la soja que se produce en la Argentina es transgénica y está patentada en Estados Unidos. Y en los próximos años llegarán los productos de la segunda ola, que incluyen datos mucho más avanzados en ciencia genómica, que estarán cada vez más protegidos y reservados”.
Es que “la revolución genética ya es lo que fue la revolución informática hace 20 años –anuncia Mentaberry–, y en las próximas décadas va a estar presente en la vida cotidiana”. Por ejemplo, alimentos naturales dietéticos: “Ya se obtuvo una remolacha diet, modificada para producir fructano, que se utiliza como sustituto de las grasas y como edulcorante”; o bien “arroz con vitamina A, bananas con vacunas contra infecciones intestinales o, más adelante, dentífricos que, al incluir anticuerpos contra las bacterias bucales, realmente eviten las caries”. Para Mentaberry, “la discusión de fondo es la incapacidad crónica de nuestros países para explotar la ciencia y la tecnología. Aun en los proyectos de acceso libre, la interpretación de los datos requiere investigación, y para acceder a datos de otros países hay que negociar sobre la base de investigaciones propias: los brasileños, los mexicanos, incluso los cubanos tienen proyectos genómicos funcionando, aunque sean modestos: armaron una estrategia para entrar en las redes internacionales de investigación. La Argentina no tiene con qué negociar”.

 

POLEMICA EN EUROPA POR LA DECISION DE LA OFICINA DE PATENTES
La especie humana en manos privadas

Página/12
en Francia

Por Eduardo Febbro
Desde París

t.gif (862 bytes) Si la Comisión Europea aprueba las modificaciones efectuadas por la Oficina Europea de Patentes sobre la posibilidad de que, a partir de setiembre, los genes y las células humanas, y los animales y las plantas transgénicos puedan ser patentados en Europa como vulgares productos, los miles de adversarios de los polémicos OGM –organismos genéticamente modificados– habrán perdido una gran batalla. Según confirmó en Munich un portavoz de la Oficina Europea de Patentes, el consejo administrativo de esta entidad que controla las patentes de todos los organismos vivos .genes, tejidos, órganos-. se apresta a modificar las disposiciones que existen actualmente. Con todo, la reglamentación en vigor en el seno de los 15 países de la Unión Europea no hace fácil la tarea, tanto más cuanto que antes de poder ser aplicadas las disposiciones deben estar “de acuerdo” con las Constituciones y las leyes nacionales.
Por un lado, como lo manifestó a Página/12 Jerome Rouhaud, miembro de la organización Les Amis de la Terre, “las incertidumbres que rodean aún el conocimiento científico de los OGM obligó a los países europeos a modificar constantemente sus legislaciones”. El fondo del problema reside en la facultad que tienen las grandes firmas de patentar las manipulaciones genéticas que éstas efectúan. En principio, la iniciativa de la Oficina Europea de Patentes apunta a “ponerse al día” con lo que se hace en otras partes del mundo. Jerome Rouhaud pone en tela de juicio esa facultad al considerar que “esa capacidad para patentar la vida representa una forma de expropiación de un patrimonio universal en nombre de los enormes intereses financieros que están en juego”.
La pregunta que se hacen los biólogos como Pierre Henry Gouyon consiste en saber si, cuando los 60 mil genomas que constituyen la huella genética de la humanidad sean identificados dentro de algunos años, éstos pertenecerán acaso a las grandes compañías. Ruth Tippe, coordinador de la organización Ninguna Patente para la Vida, juzga que la decisión europea, si consigue aplicarse, equivale a que “los seres vivos sean tratados como cosas”.
“Si no tenemos cuidado, vamos hacia un mundo donde las grandes multinacionales serán dueñas del patrimonio genético de la humanidad”, afirma Rouhaud para quien, además, esas compañías detentarán así el poder de dictar el destino de la especie humana.

 

PRINCIPAL