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Posse Jr., Franco y Donald se pelean por san Isidro

La Alianza, con más probabilidades de ganar, lleva al hijo  del actual intendente. El PJ va con el controvertido director de Migraciones. Cavallo apuesta al cantor con sucundún.

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Por José Natanson
t.gif (862 bytes)  Las elecciones de octubre tendrán en San Isidro una pelea interesante. Tres dirigentes de perfil y trayectorias bien distintas disputarán el lugar que dejará vacante Melchor Posse. Gustavo, hijo del viejo caudillo radical, es el favorito para suceder a su padre al frente de la intendencia. Deberá enfrentar al controvertido director de Migraciones, el justicialista Hugo Franco, y a un tercer candidato: el dirigente cavallista Donald McKluskey, autor del añejo hit “Tiritando”, quien confía en dar el sacudón o, en todo caso, el sucundún.
En San Isidro conviven los dos extremos de la pirámide social, desde las fastuosas casas frente al río hasta la pobreza extrema de La Cava, la villa más grande del país. Melchor Posse conoce bien la fisonomía social de su distrito. Desde los comienzos de su carrera política, cuando militaba en el desarrollismo, se esforzó por construir vínculos con los sectores más humildes, lo que le permitió gobernar entre 1958 y 1962 e imponerse en todas las elecciones de 1983 hasta hoy. Luego de obtener el segundo lugar en la fórmula de la Alianza detrás de Graciela Fernández Meijide, Posse decidió candidatear a su hijo.
na12fo02.jpg (10292 bytes)Gustavo Posse tiene 37 años y es abogado, experto en cuestiones civiles. Además del respaldo de la poderosa estructura política que construyó su padre, cuenta con una larga experiencia en la Municipalidad de San Isidro. Fue durante más de una década jefe de Gabinete de la intendencia, hasta que en 1995 asumió como diputado provincial. “Yo siempre actué como nexo con los vecinos. Soy consciente de que se está plebiscitando la gestión de mi padre y aspiro a que la gente apoye la profundización de todo lo que se hizo, como la extensión de la red cloacal, el sistema integrado de salud y las obras en los hospitales”, señaló Posse (hijo).
Franco tuvo más dificultades para obtener su candidatura. Se presentó solo a las internas del PJ bonaerense, sin el apoyo de ninguna de las dos listas. A pesar de la falta de respaldos, organizó un eficiente equipo que mandó 200 mil cartas y el 9 de mayo se impuso con el 41 por ciento de los votos. Dos días después, el flamante candidato se reunió con Eduardo Duhalde y Carlos Ruckauf. Al término del encuentro, como para despejar cualquier fantasma, Franco aseguró: “Ya estoy alineado”.
Menemista de la primerísima hora, Franco –54 años, casado, dos hijos-fue nombrado en 1993 subsecretario de Seguridad Interior, cargo al que renunció luego de que el 18 de julio de 1995 estallara la sede de la AMIA. Continuó trabajando como asesor del ministerio hasta que en diciembre de 1995 fue designado interventor de Migraciones.
Su gestión estuvo marcada por una serie de escándalos. En octubre de 1996, Domingo Cavallo lo acusó de haber quemado todos los archivos de Migraciones para ocultar los movimientos de Alfredo Yabrán. En mayo del año pasado, el juez del caso Cabezas, José Luis Macchi, protestó formalmente porque Franco se negó a facilitarle información sobre las salidas del empresario con el argumento de que la repartición no estaba informatizada.
Este año protagonizó otra polémica. Víctor Ramos, titular de Instituto contra la Discriminación, había presentado una denuncia luego de que los funcionarios de Migraciones dificultaron la salida de dos hombres por la sola razón de que eran morochos y vivían en Fuerte Apache. El candidato se indignó porque Ramos no lo consultó previamente y lo acusó –por escrito– de “falta de ética e idoneidad”.
Franco suele usar camisas de seda y nunca se desprende de una gruesa cadena de oro de la quena12fo03.jpg (11530 bytes) cuelga una cruz. De antiguos vínculos con el masserismo, Franco es un católico practicante que mantiene un excelente diálogo con algunos sindicalistas –como Lorenzo Miguel– y con vastos sectores de la Iglesia. La sala de espera de sus oficinas de la calle Venezuela está adornada con un retrato del Papa. Dentro de su despacho, una foto lo muestra sonriente junto a Juan Pablo II. En 1997, Francoadmitió haber actuado de nexo entre Yabrán y el arzobispo de Córdoba, Raúl Primatesta.
Franco nunca atendió el teléfono a pesar de los insistentes llamados de este diario.
El tercer postulante es un novel dirigente de Acción por la República, la criatura política de Domingo Cavallo. Un mes atrás, Donald McKluskey se encontró de casualidad en una cena con el diputado Guillermo Francos, quien lo invitó a sumarse al partido. Una semana después, en un largo café en un bar de Palermo, Donald recibía el okey de Cavallo. “Si querés ser intendente, tenés todo mi apoyo”, le dijo el ex ministro.
Donald está casado y tiene cuatro hijos. Después de recibirse de abogado, a principios de este año, comenzó a trabajar en un estudio jurídico especializado en derecho penal. Pero su actividad principal es la música. Su éxito de principios de los 70 le permitió instalar una pizzería en Punta del Este bajo el nombre “Las olas y el viento”, en donde suele cantar su viejo hit. Este año, cuenta a Página/12, tuvo un ofrecimiento para trasladarla a Pinamar. Todavía no se decidió. “La política –dice– es una actividad de tiempo completo”.
Donald no quiere descalificar a sus adversarios y prefiere hablar de la alternancia institucional. “La familia Posse es muy respetada en San Isidro. Pero creo que la renovación es buena, es uno de los principios de la democracia. Yo tengo ideas para aportar. Si me eligen intendente, lo primero que voy a hacer es preguntar a los vecinos qué puedo hacer por ellos”, sostiene.
–¿Cuáles son sus propuestas? –le preguntó Página/12.
–San Isidro tiene un estilo de vida muy verde, que hay que preservar. Mi objetivo central es encontrar un equilibrio entre los vecinos, buscar una solución a los problemas de marginalidad y de vivienda.
–¿Por qué alguien debería votarlo a usted y no a los otros?
–Los candidatos son como los disc jockey: todos tienen más o menos los mismos discos, pero el tema está en cómo hacen los enganches.

 

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