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OPINION

El paralelo argentino

Por Florence Toussaint

En el marco de estos tiempos preelectorales, mientras los dos principales precandidatos priistas, Francisco Labastida, producto del dedazo presidencial, y Roberto Madrazo, caballo de Troya del salinismo-hankismo, inician su guerra, los partidos de oposición se encuentran abocados seriamente a buscar acuerdos que les permitan llevar a cabo una alianza electoral, hecho inédito en la política mexicana que habrá de sacar del poder en forma pacífica al hoy temeroso, viejo y esclerótico PRI.
La alianza parece la única manera de lograr una alternancia en el poder pues el PRI se niega a dejar paso a la democracia por temor a perder lo único que ya les queda: lograr beneficios para su grupo que llegó a convertirse en una verdadera mafia que gobierna el país. Y es prioritario conformar dicha alianza flexibilizando las posiciones de cada uno sin mezquindades.
En este contexto vale la pena señalar dos párrafos de una entrevista que Bernarda Llorente le hace a Chacho Alvarez y que fue publicada recientemente en la revista Milenio. Carlos “Chacho” Alvarez fue, junto con el ex presidente Raúl Alfonsín, el artífice de una alianza de las dos principales fuerzas políticas opositoras de la Argentina: la Unión Cívica Radical (UCR) y el Frente País Solidario (FrePaSo), que puso en jaque al poder del presidente Carlos Menem y colaboró a desvanecer su tercer sueño reeleccionista. Hoy Alvarez es compañero de fórmula del radical y actual jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Fernando de la Rúa. Según las últimas encuestas, unos pocos meses lo estarían separando de la vicepresidencia de la Argentina. La alianza no sólo les permitió ganar las elecciones parlamentarias de 1997, sino además encabezar las encuestas previas a las próximas elecciones presidenciales de octubre.
El primer párrafo que transcribimos de la entrevista se refiere a los puntos de acuerdo en un posible gobierno compartido. Dice Chacho Alvarez: “Nosotros elaboramos un programa de gobierno seis meses antes de las elecciones. Se basa en cambiar los objetivos de la política del gobierno actual, adecuar el presupuesto a los nuevos objetivos y reconstruir un Estado que sea capaz de alcanzarlos. Partimos del pleno empleo, de la igualdad de oportunidad, de mejorar la educación, de que la salud sea un derecho, de un Estado sin corrupción y una comunidad sin miedos. Constituimos la alianza como una alternativa ante la hegemonía política del Partido Justicialista, el cual se ha convertido en los últimos diez años en un instrumento de las políticas neoliberales. La permanencia prolongada lleva a la concentración del poder, al debilitamiento del sistema institucional. Es malo para la democracia. Esto pasa en la Argentina, en México, pasó en España. Es absolutamente disfuncional para el sistema democrático (...). Hemos logrado algo que parecía imposible, ya que en la Argentina no existe tradición de coaliciones”.
Las alianzas han dado frutos importantísimos en América latina. En Chile así fue desplazado Pinochet. En Venezuela así Hugo Chávez logró conformar su partido-movimiento. En Uruguay se maneja mucho este mecanismo de las alianzas. Como se puede entender, PRD y PAN están obligados a superar sus diferencias, ya que separados no van a lograr nunca desplazar al PRI y así reconquistar el México que nos han arrebatado. PAN y PRD, fuera de esta posición, no tienen perspectiva viable.

 

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