Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


La “teoría del esperpento”, el
aporte al siglo de Valle Inclán

La complejidad de la puesta es la principal razón por la cual la obra “Luces de bohemia” tardó medio siglo en llegar al teatro. La puesta argentina de Villanueva Cosse recoge el guante con dignidad.

30.gif (6572 bytes) na30fo01.jpg (11914 bytes)

Por Cecilia Hopkins

t.gif (862 bytes) Ramón del Valle Inclán escribió en 1924, ya casi sesentón, una de sus obras más complejas, que deja al descubierto segmentos de su propia biografía. Luces de bohemia retrata con humor irónico y amargo la apatía y la estupidez de la sociedad española de su época. Natural de Galicia, el autor engrosó desde joven las filas de la bohemia madrileña que defendió a capa y espada las estéticas literarias de moda en fondines y cafés. Su inclaudicable rebeldía lo llevó a plantear una obra que rompió con las estructuras usuales en el teatro: Luces... desarrolla quince escenas que transcurren en diferentes rincones de Madrid sin divisiones en actos ni cuadros, como estaba establecido. Quince momentos en la vida de un hombre que aparecen entenebrecidos, además, por obra de la enmarañada red de referencias a personajes reales (históricos y contemporáneos), sucesos y textos literarios de todos los tiempos.
La obra tuvo que esperar poco menos de medio siglo para ser representada en su país de origen, porque su complejidad parecía insalvable desde un punto de vista escénico. Que el director argentino Villanueva Cosse, junto a una treintena de actores, haya afrontado el desafío de llevar a escena obra tan singular y críptica merece un reconocimiento aun independientemente de los resultados obtenidos. Muchos de los actores deben cubrir varios personajes, algunos de ellos de valor coral. El dispositivo escénico ideado por Tito Egurza (dos plataformas móviles que van presentando unas escenas y ocultando, otras apelando siempre a los contrastes de la iluminación) busca reforzar el carácter itinerante de la pieza. No es tan evidente, en cambio, la función de la pantalla cinematográfica instalada en lo alto del imponente escenario, que no realiza, en verdad, ningún aporte significativo a la narración. Sobre ambos platos giratorios se despliega la historia de Max Estrella (interpretado por Patricio Contreras), un poeta ciego que acaba de ser despedido de su empleo como periodista.
El viaje que inicia por la ciudad comienza en su miserable bohardilla, de donde sale acompañado por su lazarillo, el cínico Don Latino de Hispalis (Antonio Ugo). Max será víctima de los guardias civiles, será testigo de una violenta represión a un mitin obrero y morirá abandonado en la vía pública. Aparte de la enorme carga crítica de este texto escrito durante la dictadura de Primo de Rivera –que fustiga a la policía y a los funcionarios públicos tanto como a los intelectuales y comerciantes–, el viaje de Max representa una toma de conciencia del rol social del escritor. Y expone, además, una teoría que hizo famoso a su autor, la teoría del esperpento, una suerte de expresionismo a la española que Valle Inclán elaboró inspirándose en la estética deformante de Goya.
Esta búsqueda de la expresión del sentido trágico de la vida a partir de imágenes distorsionadas reclama un discurso definido de actuación. Lapuesta de Villanueva presenta una amplia galería de interpretaciones que cubren desde el registro realista (él mismo tomó ese camino cuando debió reemplazar por unas funciones a Osvaldo Bonet) hasta el melodramático, ubicado en ciertas secuencias que expresan el pensamiento del protagonista. En cambio, los escorzos gestuales que parecen acompañar el discurso estético de la esperpéntica se ven aquí reducidos a exageraciones desmedidas, acompañadas en muchos momentos de voces altisonantes que desvían la potencia expresiva del texto.

 

PRINCIPAL