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La mano dura de la UBA alcanzó
también al resto de sus colegios

Después de la sanción por la vuelta olímpica en el Nacional Buenos Aires, la UBA extendió la prohibición del festejo en todos sus colegios. Los padres estudian ir a la Justicia.

Con sus padres en asamblea, los alumnos sancionados hicieron oír sus quejas frente al Nogaró.
Pidieron también ellos una entrevista con el rector para plantear su postura a puertas cerradas.

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Por Alejandra Dandan

t.gif (862 bytes) Las prohibiciones se suceden, contagiosas. La veda llega ahora rubricada por el Consejo Superior de la UBA. El rector, Oscar Shuberoff, firmó ayer una resolución que prohíbe las vueltas olímpicas en todos los colegios universitarios. La medida es terminante: prohíbe el festejo y prevé la pérdida de regularidad. Y se extrema: “En casos graves –adelanta el rector– habrá suspensiones que pueden llegar a la expulsión del ámbito de la universidad”. No está dirigida a los 85 alumnos del Buenos Aires que quedaron libres por participar de la vuelta que había sido prohibida internamente. Pero los incluye: “La dieron fuera de fecha –dice Shuberoff –como una especie de desafío, sabían que la UBA estudiaba esta nueva disposición”. En tanto, los padres de los 85 chicos que ahora deben rendir todas las materias a fin de año acordaron “buscar el camino del diálogo” con las autoridades del colegio. Anoche quedó formada una comisión de padres-abogados que estudiará la situación legal y un eventual inicio de acciones legales. Mientras, pedirán al Consejo Superior la moderación de las penas.
La UBA cerró filas. Lo hizo detrás de la pena impuesta por el rector del Nacional Buenos Aires, Horacio Sanguinetti. Un día después de formalizada la resolución que estableció la condición de libres para los alumnos del colegio, el Consejo votó por unanimidad una norma que lleva el número 2491, impulsada por Shuberoff en diciembre. “La decisión se tomó en la primera sesión después de aprobado el dictamen de comisión”, intenta separar el rector. El proyecto se originó al quedar al descubierto el vacío de normativas universitarias sobre las vueltas o festejos similares en los colegios de la UBA. “No existía una norma general de la Universidad que prohibiera este tipo de actividades. Esas normas eran hasta ahora aisladas y dictadas por cada rector”, dice el rector.
Ese vacío permitía hasta ahora que los alumnos sancionados en cada escuela contaran con la alternativa de apelar el castigo ante la Universidad. Para Sanguinetti, “los padres tienen los recursos abiertos ante el Consejo Superior y si quieren pueden plantear las acciones administrativas que correspondan”. De todos modos, en el Consejo se descartan revisiones que suavicen el castigo. En diálogo con este diario, la secretaria de Asuntos Académicos, Alicia Camilloni, cerró discusiones próximas: “Los padres deben tener claro –advirtió– que para que un descargo prospere deben demostrar que no se ha participado. De lo contrario, la voz de la Universidad es sancionar la vuelta”. Así, como ahora lo manda la joven disposición.
A partir de esta nueva orden deberán cuadrarse rectores y alumnos. Mientras el ILSE suspendió las vueltas hace cuatro años, esos festejos considerados rito de transición continuaban actuándose en el Pellegrini y el Buenos Aires. A partir de ahora, el punto final parece definido desde el polo más alto de la jerarquía académica: “Los alumnos que incurran en incumplimiento de la prohibición –prevé la nueva resolución– serán sancionados con la pérdida de la regularidad en el año en que ocurran los hechos”. Enseguida indica que, cuando corresponda, se aplicará el régimen disciplinario de la Universidad y se perseguirán los delitos en que se incurra.
Frente a la escuela, los chicos ayer decidían si aceptarán seguir en clases como oyentes. La duda se estableció porque de acordarlo, la concesión del rector los obliga a sujetarse al reglamento de regulares:
“Si recibiesen nuevas sanciones –prescribió Sanguinetti en el articulado- o superasen el límite de las 20 inasistencias, cesará la franquicia y quedarán nuevamente en estrictas condiciones reglamentarias de los alumnos libres”. Categoría que los obligaría a rendir sus 12 materias en marzo y no en diciembre. Esta consecuencia se repetirá para quienes no alcancen el cuatro de promedio en las materias. Por eso discuten y siguen invalidando con argumentaciones propias el castigo del rector: “Qué nivel de democratización tiene el colegio –se pregunta Candelaria Gil Marquis– si los alumnos se enteran de las sanciones a través de los medios”. Anoche, los chicos no habían recibido en forma oficial el parte de sanciones. Pidieron, también ellos, una entrevista con el rector. Allí plantearán su postura. Exigen una condición: a puertas cerradas.

 

Ex alumnos a favor y en contra

Horacio Verbitsky
(periodista)
“Estoy totalmente de acuerdo con Sanguinetti. Me parece que la vuelta es un entretenimiento de niños bien. Con la situación económica y educativa que vive el país resulta ofensivo que estos niños bien rompan los bienes a los que tienen el privilegio de acceder. Merecen todo el rigor de la sanción que se les impuso. Me parece perfecto lo que ha hecho el ‘Chancho’.”

Martín Caparrós
(periodista y escritor)
“Yo di la vuelta en el ‘73 y en esa época el significado que tenía era la revancha histórica después de la represión, era la revancha después de marcar el paso. Nos reconfortaba ser por un día los dueños del establecimiento. Pero en esa época el país era distinto y la escuela también. Además, los que dieron la vuelta han estado cinco años en la escuela, son un producto de la educación del colegio. Si éste quiere castigar a alguien deberá ser a sí mismo. La responsabilidad de educarlos es de la escuela.”

Gustavo Oliva
(docente, ex secretario de Educación bonaerense):
“Lo que me preocupa es la reiteración de estos hechos y la liviandad con que se analiza el tema, no se analizan las causas. La educación tiene dos planos, el aspecto cognitivo y la relación socio-afectiva con el alumno. Es evidente que se llega a esta situación porque hay un fracaso en la gestión del rector Sanguinetti, que no pudo evitar que sucediera el hecho que nadie quiere que ocurra. Sin el tratamiento previo del problema, sin analizar las causas, llegar a una sanción que significa prácticamente la expulsión es un disparate. Es como aplicar una ‘picana pedagógica’ y que me perdonen la expresión.”

José Eliaschev
(periodista)
“Lo de estos chicos no es una vuelta olímpica, no es así como se festeja un triunfo. Lo que ellos hacen es un ataque de vandalismo, es romper todo lo que se encuentra a mano; creo que la medida del rector era previsible y la actitud de los padres me da vergüenza ajena. Cuando nosotros dimos la vuelta olímpica el artefacto más violento era harina, nunca destruimos vidrios o tiramos pintura. Festejábamos el final de un ciclo, la llegada del calor, la adolescencia, pero no en contra de lo que el colegio era. Los enemigos nuestros eran más poderosos que un rector.”

Ricardo Monner Sans
(abogado)
“Me preocupa menos la situación represiva puntual y mucho más el marco general. En cierto modo, el hecho parece darles la razón a los que dicen, alentados desde el poder, que la educación pública no sirve para nada. No justifico los actos de vandalismo, pero tampoco me gusta la resolución del director del colegio. Esto es como querer solucionar el problema de la seguridad dejándolo en manos de quienes propician soluciones desde la lógica de (Carlos) Ruckauf o (Luis) Patti. Si el debate del colegio queda en el tema de la sanción, es un tema minúsculo. Lo que hay que debatir es la decadencia institucional en la Argentina.”

 

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