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COMIENZA EL JUICIO POR EL ATAQUE A LA CASA DE EDUARDO MENEM
Dos acusados y muchas dudas

Hay dos detenidos que son los acusados por la investigación que hizo el ex juez Trovato, que solo apuntó a un intento de robo. na09fo01.jpg (14593 bytes)

El senador Menem y su esposa abonaban la teoría del atentado.
Eso fue hace tres años. Ahora parece que cambiaron de opinión.

Carlos García, inculpado.Condenado por otros delitos.

Carlos García

Mauricio Rolón, un acusado.El móvil: intento de robo.

Mauricio Rolón


Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) El próximo lunes 23, a las diez de la mañana, comenzará el juicio oral por el ataque a la casa del senador Eduardo Menem. Tres jóvenes –todos con pesados antecedentes– serán juzgados en la pequeña sala de audiencias del Tribunal Nro. 16 por su supuesta participación en aquel oscuro episodio. El grueso de la pruebas que se ventilarán en el proceso oral fue recolectado por el ahora destituido juez Francisco Trovato durante los agitados meses que marcaron el fin de su carrera, aquellos en los que descubrió su abultado patrimonio y salió a la luz el escandaloso caso del placard que terminó llevándolo a la cárcel. Después de tres años de investigación la causa Menem entrará en su etapa de definición bajo la hipótesis central de que todo se trató de un intento de robo. La única línea que siguió Trovato a lo largo de una pesquisa atravesada por horribles actos de violencia policial, reconocimientos dudosos y muertes bajo sospecha.
El 6 de julio de 1996 tres desconocidos entraron a balazos al garaje del chalet de la familia Menem. Allí se toparon con cinco custodios a los que ordenaron que se tiraran al piso. Uno de los agresores trató de llegar a la cocina, donde estaba el senador junto a su mujer. Otro mató de un disparo a quemarropa al sargento Aníbal Sopeña y dejó herido de gravedad al cabo Oscar Escalante. Después huyeron en un Volkswagen; los guardaespaldas alcanzaron a ver una Trafic alejándose del lugar a toda velocidad.
“Fue una intimidación”, dijo entonces la esposa del senador, Susana Valente. “Para ser un robo hubo una violencia inusual, y no se llevaron nada”, la acompañó su marido. Los dos agregaron que ese sábado uno de los teléfonos de la residencia, cuyo número no figuraba en la guía y conocían sólo los íntimos, había sonado varias veces. Llamaban y colgaban al ser atendidos, como si del otro lado de la línea alguien quisiera chequear que los Menem estuvieran en casa. Pocos minutos después los atacantes entraron al garaje. Curiosamente, las cámaras de seguridad que vigilan la entrada del chalet de Núñez no grabaron lo sucedido, a pesar de que funcionaban a la perfección.
Desde el Gobierno se insistió en la hipótesis del intento de robo; Trovato orientó sus pasos en esa dirección. Al comienzo, los Menem manifestaron sus dudas en voz alta y los enfrentaron, pero con el paso del tiempo el senador aseguró haber descartado sus originarias sospechas.
Al día siguiente del ataque, cuando el tema estaba en la tapa de todos los diarios y la familia Menem se mostraba convencida de que había sufrido un atentado, los custodios reconocieron en un álbum de malvivientes a Mauricio Rolón y Carlos García. Los dos eran caras conocidas para los hombres de Robos y Hurtos de la Policía Federal, quienes estaban a cargo de la instrucción.
Trovato difundió las fotos de los sospechosos. Tiempo después, Carlos García fue detenido en un barrio marginal de La Matanza donde estaba escondido junto a su mujer. Los vecinos todavía recuerdan que la noche del operativo escucharon golpes y desesperados gritos de la pareja. García denunció haber sufrido apremios ilegales al igual que su mujer, por entonces embarazada. También dio a Trovato un listado de testigos con los que intentó demostrar que cuando ocurrió el ataque a la casa de Menem él estaba en La Matanza, pero el juez nunca los llamó a declarar.
Mauricio Rolón se entregó a la Justicia por gestión de un pastor evangelista que intermedió para garantizar su seguridad. Durante meses guardó silencio, pero en diciembre de 1996 solicitó ser indagado, se declaró inocente, deslizó sus sospechas sobre García y pidió que se investigara a Fernando Costa, a quien señaló como posible “entregador” dela casa de Menem. Agregó también otros datos que fueron corroborados por la Justicia: dijo que el muchacho era hijo de “Cacho” Costa, un empresario matarife amigo del presidente Menem y con entrada a la residencia de Olivos. Pero Fernando Costa nunca llegó a declarar: tres semanas más tarde fue asesinado por dos patovicas de Junior, una discoteca cuyo dueño había sido muy amigo de Carlitos Menem, el hijo del Presidente. Los dos que dispararon contra Costa fueron condenados por un tribunal bonaerense, pero Trovato no tomó una sola medida para establecer o descartar su posible conexión con el ataque que investigaba.
Lo mismo hizo con otros elementos que abonaban la pista de un atentado. Nunca investigó, por ejemplo, de dónde provinieron los llamados telefónicos denunciados públicamente por Eduardo Menem y Susana Valente. Tampoco movió un dedo cuando el abogado Pedro Bianchi declaró en su juzgado que el entonces ministro de Justicia Elías Jassan había sido el instigador del episodio. El testimonio de Bianchi había sido propuesto por el propio senador Menem.
Los guardaespaldas del senador los reconocieron a Rolón y a García en rueda de detenidos como dos de las personas que entraron al garaje y señalaron a Rolón como el que disparó contra los custodios.
Los acusados habían cometido juntos –según probó el mismo tribunal oral que ahora se abocará al caso Menem– por lo menos un asalto en el que fue asesinado el dueño de una carnicería. Cargaban además otras acusaciones por robo con armas.
El tercer procesado es Dante Salto, quien fue acusado de haber facilitado a Rolón y García un automóvil para su fuga. Quedó involucrado cuando su novia y su suegro, luego de ser detenidos junto a él, lo acusaron espontáneamente. Pero después ambos revelaron que habían firmado sus declaraciones forzados por una golpiza; “me ponían una bolsa de plástico en la cabeza hasta ahogarme, cada tanto paraban y me ofrecían declarar”, dijo la adolescente a este diario. Su padre lo ratificó.
El vehículo utilizado por la banda había sido robado a un tal Mario Nakamura, quien testificó en tres oportunidades. La primera vez, mirando el álbum de malvivientes, señaló la foto de Carlos García y subrayó sin ninguna duda que esa era la cara del ladrón. La segunda reiteró el reconocimiento “de manera indubitable”. Pero días más tarde repasó el álbum de fotos y cambió su versión para decir que en realidad estaba seguro de que el que se había llevado su auto era Dante Salto y no Carlos García. García y Salto aseguran que no se conocen, y los investigadores no encontraron un solo indicio que los desmienta. Salto fue llevado a un proceso conexo acusado del robo. La Justicia no halló elementos de prueba para condenarlo.

 

Una Trafic misteriosa
Por L.V.

En el mismo momento del ataque a la casa de Eduardo Menem, un segundo grupo merodeaba la zona, preparado para dar un estudiado golpe. Estaban a punto de secuestrar, a doscientos metros de la casa del senador, a un empresario al que venían siguiendo hacía meses. Los integrantes de este grupo eran miembros de la Organización Revolucionaria del Pueblo (ORP), los mismos que atentaron contra el médico torturador Jorge Bergés y extorsionado al dueño de los supermercados Coto. Ahora se dirigían a concretar su planeado secuestro extorsivo. “Pero lo sucedido en la casa de Menem frustró el plan”, confesó a la Justicia Federal uno de los cabecillas de la ORP, Adrián Krmpotic; “porque la zona se sembró de policías”. Los investigadores dijeron a este diario que el grupo siempre usaba una Trafic en sus operativos. También en la causa Menem aparece una Trafic que terminó convertida en un misterio. Un vecino del senador la cruzó los días anteriores al ataque. Después, los custodios dijeron que la vieron la noche del 6 de julio. Cuando tiempo después uno de los acusados vinculó a Carlos García con una Trafic, pareció que el círculo había cerrado y que el utilitario había servido de apoyo a los que entraron a la casa de Menem. Sin embargo, los investigadores nunca encontraron una sola pista concreta sobre ese vehículo, su rastro se perdió en la nada.


 

Para la jueza, hubo sabotaje, pero no hay sospechas de narcotráfico

Los investigadores ya asumieron que el micro fue quemado con una bomba y hablan de una empresa competidora. Descartaron las sospechas de drogas.

La empresa Almirante Brown tendrá que enfrentar cargos por negligencia.

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Desde Rosario

t.gif (862 bytes) "Si bien no se descartó la hipótesis del accidente, la idea que está primando es que no fue (un hecho) accidental." La jueza rosarina Alejandra Rodenas ratificó que la investigación está orientada hacia la posibilidad cierta de un sabotaje como causante del incendio del micro de la empresa Almirante Brown, que provocó la muerte de 12 personas. Fuentes allegadas a la investigación precisaron que está en danza el nombre de otra compañía de transporte, competidora de Almirante Brown, como presunta instigadora. De todos modos, también se tiene en cuenta la negligencia en la que habría incurrido la firma afectada. El micro incendiado quedó estacionado en el parador de Fighiera "con el motor en marcha, con las puertas abiertas y sin ningún tipo de control", explicaron las fuentes. Las medidas mínimas de prevención hubieran impedido el ingreso del hombre que, supuestamente, colocó en el baño el bolso que habría provocado el fuego. El jefe de la Policía local, Oscar Partal, corroboró el rumbo de la pesquisa: "Es un caso de negligencia o intencionalidad", dijo.

"No hay indicios serios para pensar que en esta causa está involucrado el tema del narcotráfico", aclaró Rodenas, descartando las versiones según las cuales el caso tendría vinculación con el traslado de estupefacientes. Aunque el destino final del micro era la localidad salteña de Agua Blanca, en la frontera con Bolivia, la jueza descartó vínculo alguno con el narcotráfico porque "ésta no es la ruta que sigue la droga".

La jueza también se defendió de quienes criticaron su decisión de convocar a los hombres del FBI, cuya llegada a Rosario está prevista para hoy. "Si en primer término le dimos intervención a la policía del lugar de la Unidad Regional II, a la Brigada de Explosivos, luego a Gendarmería Nacional, que se llevó material para periciar, y finalmente a las Tropas de Operaciones Especiales (TOE), ¿por qué ahora no podemos aceptar la ayuda extranjera?". En ese sentido puntualizó que es un hecho grave "donde hay una docena de víctimas" y además "el FBI nos sale gratis".

Recalcó que en casos como éstos "no se trata de soberanía" sino de "reconocer las limitaciones técnicas que tenemos". Para la jueza será importante contar con las opiniones y pericias de todos los organismos, nacionales y extranjeros, que participaron en la investigación. Según la jueza, por el momento no puede darse por cierto "todo lo dicho sobre la existencia de elementos fosforados, aluminizantes y con mercurio en una supuesta pericia del bolso hallado en el baño".

Anticipó que los resultados de la pericia realizada por personal de Gendarmería recién se conocerán en una semana y los que haga el FBI demorarán por lo menos un mes. La jueza precisó que llegarán ocho expertos del FBI, cuatro de los cuales llegarán directamente desde los Estados Unidos. Algunos de los agentes son los mismos que participaron en algunas pericias relacionadas con la voladura del arsenal de Río Tercero.

Ayer fue dada de alta Lidia Salas, de 25 años, la mujer embarazada que al ver las llamas decidió subir al micro y así pudo rescatar a su hija, María Marlene, de ocho meses.


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