Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

 

ESTERHELD EN LA REVISTA “SOLDADOS”
El teniente Eternauta

La revista oficial del Ejército publicó una rara interpretación de “El Eternauta” y distorsionó el mensaje de su autor.

na17fo01.jpg (17986 bytes)

Por Juan Sasturain

t.gif (862 bytes) Soldados aparece mensualmente desde 1995 y es la publicación oficial del Ejército Argentino, un house organ, si cabe. Se distribuye, general y coronelmente, entre sus hombres y aledaños, y el previsible grueso de su contenido lo ocupan reseñas de actividades institucionales, actos protocolares, dibujitos, alguna historieta, todo light y desideologizado. Se trata de un producto de estos tiempos de Ejército reciclado, con formal buena letra y a la defensiva –culposo y/o resentido– encaramado de buena o mala gana en una Balza grandota que no los contiene a todos. Y lleno de alevosas contradicciones, como debe ser. Vale el juicio sobre todo para el último ejemplar de esta Soldados desmovilizada.
Este número es el 45, de agosto del ‘99, que tiene una evocación por lo menos insólita de El Eternauta a través de Solano López, su dibujante original. El mecanismo para “justificar” la presencia es subrayar (encontrar) el vínculo con el Ejército: está acá porque tiene que ver con nosotros, sería la idea a transmitir a ese peculiar lector cautivo de Soldados, acaso repentinamente erizado. Claro que para eso hay que hacer algunos malabarismos. Con El Eternauta el rescate es complicado. Porque uno de sus autores, el guionista Héctor Germán Oesterheld, militante de Montoneros, fue –junto con sus cuatro hijas– secuestrado y desaparecido en 1977. En este caso, Armando Fernández, responsable de la nota y también guionista de historietas, ha buscado caminos indirectos para hablar como quiso y como pudo sólo de lo que quería o podía.
Así, el polisémico texto se presenta como reportaje a Solano López, el “dibujante de historietas argentino más famoso del mundo”, pero también descendiente del caudillo paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza y, él mismo, fugaz estudiante en el Liceo General San Martín durante la adolescencia: ésa es la “pata militar” del entrevistado. Lo que no hay es reportaje. Hay visita, hay entrevista, pero no transcripción textual. La notable y pormenorizada trayectoria de Solano es pretexto para el desarrollo del objetivo final o meramente justificativo de la nota: enfatizar el papel protagónico de la institución Ejército en la historia original de 1957-59. La hermosa ilustración elegida –el comienzo del memorable episodio de la cancha de River– muestra a Juan Salvo, el futuro Eternauta, de uniforme y convertido en teniente Salvo, jefe orgánico y ejecutivo que grita cosas como “¡Manténgase unidos!” ante los hostiles cascarudos. La lectura, si no fuera parcial y tramposa, tendría su ingenio. Veámosla en detalle.
“En El Eternauta –subraya Soldados en un recuadro esclarecedor titulado Ficción y realidad–, la ficción se emparenta con la realidad. Cuando la terrible invasión desatada por los Ellos cae sobre Buenos Aires y los dispersos sobrevivientes se debaten en el caos y la anarquía, aparece en escena un elemento disciplinado y organizado que, aglutinándolos, presenta batalla al invasor y logra vencerlo en el inolvidable ‘Combate de River Plate’. Ese elemento no es otro que el Ejército Argentino. Y enrolado en la milicia, Juan Salvo llega con su valor y aptitudes a ostentar el grado de teniente... Ya sabemos que en crisis desatadas por el descontrol de la naturaleza (tornados, inundaciones, etc.) nuestros hombres de armas no vacilan en entregar medios y esfuerzos en ayuda de la población en emergencia. El Eternauta reflejó en su ficción, y admirablemente, esta realidad...”
Un verdadero discurso esquizofrénico: en primer lugar, como obra artística, El Eternauta no “reflejó” nada; y menos aún que el Ejército cumpla la misma función en la guerra –que de eso se trata– que en un terremoto como el de San Juan. Precisamente Oesterheld no hizo otra cosa sino reflexionar en voz alta y en dibujitos sobre quién es el Enemigo enla guerra. ¿Quiénes somos Nosotros y quiénes Ellos y por qué? En segundo lugar, también hay que contar pérdidas: en El Eternauta los Ellos nos destrozan con Ejército y todo en el combate de Plaza Italia: quedan sólo Juan, Franco y Favalli, y será ese grupito sobreviviente el que destruirá la cabeza de invasión en el Congreso. La próxima vez que aparezca el (falso) Ejército será como legiones de hombres robots servidores del invasor en el terrible final. Vamos... Y eso sin salir del “admitido” Eternauta original, el “no subversivo” para la categorización de Soldados.
Porque lo que sí hizo aquella historieta extraordinaria fue iluminar metafórica, oblicuamente, aspectos contextuales de esa Argentina que va de la Libertadora en repliegue al frondizismo triunfante, cuando todavía parecía posible la viabilidad de armar una alianza de clases y sectores que incluyera al peronismo con las Fuerzas Armadas adentro y no enfrente. No iba a andar y no anduvo. Los militares eligieron ser Ellos y no Nosotros. No jodamos.
Por todo esto, la simple viabilidad de la nota exigía el ninguneo, la parcialización o la distorsión del papel de Oesterheld. Por un lado, insólita, auspiciosamente, se recoge cómo Solano “recordó al creador de la trama original de El Eternauta, el fecundo guionista Héctor Germán Oesterheld, quien fuera un desaparecido más en los años de la lucha contra la subversión” al que –dice el dibujante– “lo recuerdo como un buen amigo perdido en aquellos dolorosos tiempos”. Por otro, se descalifica desde la “falta de humanidad” a la producción posterior del guionista –la nota se refiere a El Eternauta 2, realizada por Oesterheld-Solano entre 1975 y 1976, sin nombrarla– ya que (esta humanidad del personaje) “desaparece en las secuelas siguientes, lo que hace de ellas productos inferiores y perfectamente olvidables para quienes las hemos leído”. Acaso lo de la valoración artística pueda discutirse (la primera parte es superior en términos de relato) lo que no se puede es olvidarlas: están escritas y dibujadas –mal que le pese a Soldados– con tinta sangre del corazón.

 

PRINCIPAL