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OPINION
Siempre el fantasma de Vietnam

PROS Y CONTRAS DE INTERVENIR EN COLOMBIA
Por Claudio Uriarte

Cualquiera puede imaginarse que una superpotencia no comete el mismo error dos veces, sino que en todo caso comete otro nuevo. Comparando Vietnam con Colombia, esto parece surgir sobre todo en la doctrina de “cero baja” del Pentágono, que ha establecido como un artículo de fe en Washington que la llegada de las bolsas de cadáveres a Estados Unidos, aun en un ejército profesional como el norteamericano, es una catástrofe para el presidente en funciones. Sin embargo, considerando las semejanzas y diferencias de las dos situaciones en abstracto, como si ese tabú político no existiera, el resultado del análisis es más complejo. Lo que se distingue en cada caso es esto:
1) Semejanzas. En Vietnam, como en Colombia, la escalada hacia la plena participación de tropas estadounidenses empezó con la entrada de tropas norteamericanas para entrenar al ejército local. En Vietnam del Sur, como en Colombia, el ejército local era una formación desmoralizada, desorganizada y corrupta, incapaz de ganar el conflicto por sus propios medios, cuya fuerza nominal (120.000 hombres en el segundo caso) no se traducía en la capacidad de presentar una defensa creíble, y era propensa a pactos tácitos y de los otros con sus oponentes para evitar entrar en combate. Además, a los militares survietnamitas –como a los colombianos– en cierto modo les convenía la perpetuación indefinida del conflicto, como forma de seguir embolsándose crecientes remesas de ayuda: Colombia ya es el tercer receptor de asistencia norteamericana, detrás de Israel y Egipto (en estos dos últimos casos para mantener bajo el precio del crudo, en el primero para subir el de la cocaína). Y está la topografía: en Colombia, como en Vietnam del Sur, Estados Unidos debería combatir en la jungla, en un territorio que conoce menos que sus oponentes, y en una operación de final necesariamente abierto.
2) Diferencias:
a) locales: Las FARC controlan 42.000 kilómetros cuadrados en el medio del territorio colombiano, y no limitan con ninguna potencia militar que los apoye (como el Vietcong disponía de Vietnam del Norte). Por lo tanto, están más desprotegidas y carecen de otras fuentes de suministro de material que no sean sus propias redes. Al mismo tiempo, las FARC tampoco tienen apoyo fuera del territorio que controlan, un poco en el estilo de señores de la guerra; a lo sumo disponen de células para atacar cuarteles en algunas de las principales ciudades, y en la reciente ofensiva contra las afueras de Bogotá actuaron menos como una guerrilla clásica que como un ejército, enviando columnas para el enfrentamiento desde el territorio que controlan, y luego replegándose a él. El Vietcong, por el contrario, disponía de una sofisticada red clandestina y apoyo popular en Saigón, en las principales ciudades y en las aldeas más pequeñas.
b) internacionales: En Vietnam del Sur, Estados Unidos tuvo que combatir contra dos enemigos: el ejército de Vietnam del Norte, con sus incursiones contra el sur, y el Vietcong, desde el propio territorio, lo que no sería el caso en Colombia. Más importante, para Estados Unidos era políticamente imposible invadir Vietnam del Norte, que era respaldado por la fronteriza China, y que podía repetir el temible precedente de comienzos de la guerra de Corea, cuando Pekín lanzó su masivo ejército en una ofensiva que echó a las fuerzas prooccidentales de sus conquistas en el Norte. En el Caribe -y salvo que uno tome como cierto el dislate propagado desde Bogotá sobre un eje FARC-Venezuela-Cuba–, no hay nada comparable a eso. Y más importante de todo, el mundo de la guerra de Vietnam era el de la bipolaridad nuclear, y no había forma de garantizar que un ataque a full contra el Norte no fuera leído como una agresión por la Unión Soviética, precipitando entonces una peligrosa escalada.
De este rápido cotejo, se advertirá que las semejanzas parecen desaconsejar la intervención, mientras que las diferencias parecen alentarla. En cierto modo esto es lógico, ya que el precedente de Vietnam es el de una guerra perdida. Pero la perspectiva intervencionista plena enColombia está bloqueada por el rechazo regional (salvo Perú y quizá sectores militares brasileños), la inestabilidad que crearía en la zona y la imposibilidad de compatibilizar las diferencias en una fuerza de intervención continental.
Lo que deja una perspectiva a mitad de camino: la intervención que se está practicando, con la reconstrucción y refuerzo desde adentro del ejército colombiano, combinados con un bloqueo de las rutas de suministro fronterizas a las FARC. Lo que ya está ocurriendo, y lo que sí tiene apoyo regional (como no ocurría en Vietnam). Es una especie de “intervención gris”.

 

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