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COMO ES EL PLAN DE TABARE VAZQUEZ
Tercera vía uruguaya

Esta semana, el equivalente uruguayo de la Alianza recuperó posiciones para las elecciones de octubre y está parejo con su principal oponente. Esta nota explica cuál es el plan si triunfa.

Tabaré Vázquez lanza un “Plan de Emergencia”.
Se dirige a segmentos específicos de la población.

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Página/12 en Uruguay
Por Alejandro Sosa Dias Desde Montevideo

t.gif (862 bytes) “El cambio a la uruguaya” es el slogan central de la campaña del Encuentro Progresista y el Frente Amplio. ¿Es posible tal cosa? Algunos creen que el reducido tamaño del país, similar al recomendado por las utopías de los demócratas rousseaunianos, favorece las políticas de cuño progresista. Otros piensan que esto no es así y, más sombríamente, imaginan al Uruguay como una suerte de Albania capitalista. La izquierda local no resigna sus chances electorales y ha lanzado a la consideración de la opinión pública un Plan de Emergencia que muestra la o-rientación económico-social que tendría su gobierno, en caso de vencer en las elecciones de octubre próximo.
Apenas dado a conocer, el documento fue sometido a duras críticas por parte de los otros partidos. Luis Hierro López, candidato a vicepresidente por los colorados, afirmó que el Plan de Emergencia presentaba falsamente la realidad uruguaya, como si ésta se encontrase en un estado similar al de Kosovo. Otras críticas, menos enfáticas, ponían en duda la realidad de las cifras manejadas por la coalición para llevar a cabo su diagnóstico. El documento caracteriza la situación uruguaya como una “emergencia social y productiva”, fundado en varias cifras que han desatado una, hasta ahora, intrascendente polémica estadística. Allí se menciona la existencia de 700.000 pobres y 500.000 uruguayos en condiciones de desocupación y subocupación. La situación del campo, tradicional bastión de la economía nacional, es vista con el mismo pesimismo, pues el documento sitúa a un 40 por ciento de los productores rurales por debajo de la línea de pobreza.
El origen de estos males, según el Plan de Emergencia, radica en la continuidad de una política económica que “se preocupa del equilibrio fiscal antes que de la gente” y de “un gobierno que proclama grandes éxitos” mientras que la población observa “que la producción disminuye y aumenta el desempleo”. El documento afirma que “ya probamos 15 años con esta receta. Llegó el tiempo de cambiar”. Estos 15 años aludidos son el conjunto de políticas económicas llevadas adelante por los gobiernos posteriores al paréntesis autoritario (1973-85).
El eje de las soluciones propuestas por Tabaré Vázquez y el Encuentro Progresista radica en el cambio de la distribución de la riqueza social. El Plan de Emergencia se ve a sí mismo como “una acción combinada en materia de empleo, salud, educación y vivienda”. Su objetivo es superar lo que caracteriza como “estado de pobreza estructural” en el que, coligen, se encuentra el país. El plan apunta a obtener una mejora inmediata en la situación de los sectores postergados. Más que a clases sociales o a los pobres en general, el documento se refiere a segmentos de población con problemas específicos. Estos son: las mujeres jefas de hogar pobres, los que carecen de vivienda, los jóvenes sin trabajo o estudio y los niños de los sectores populares. Las medidas que se llevarían adelante para cumplir con este programa incluyen reducciones impositivas a sectores que empleen más mano de obra o que se encuentren por debajo de la línea de pobreza, el apoyo financiero y tecnológico a las Pymes, una reducción tarifaria lo más amplia posible (que incluye tanto a empresas como la supresión de los impuestos a los salarios), un plan para la construcción de 10.000 viviendas y la gestión de la salud en los sectores populares a partir de policlínicas barriales, entre otras.
Un planteo significativo del documento es la renegociación de aspectos parciales de los convenios del Mercosur. La actual impasse de este espacio económico común ha generado expectativas aislacionistas que abarcan sectores muy diversos en el país, pero que quizá sea la izquierda la que más coherentemente pueda canalizar. Después de todo, la experiencia internacional en políticas de integración de mercados muestra que han sido los sectores conservadores los que han logrado ajustar bloques económicos con mayor permanencia. El proyecto no plantea, claro está, la salida uruguaya del Mercosur. Más bien parece buscar una ralentización en la integración, una protección a sectores económicos de pequeños y medianos productores que no se hallan en condiciones de competir exitosamente.
El costo del Plan de Emergencia, según el Encuentro Progresista, es de 300 millones de dólares. Dos tercios de esa masa dineraria se volcarán al aspecto social del plan y un tercio a la inversión productiva. A primera vista esto puede extrañar pero, aunque no está dicho explícitamente, la expectativa de Tabaré Vázquez y sus equipos es que parte de la inversión social pueda reconvertirse en productiva puesto que el Plan de Emergencia no busca sólo asistir sino también la recalificación de la fuerza laboral disponible. Una parte importante del éxito de un eventual gobierno del Encuentro Progresista se cifra en que esa expectativa sea producto de una evaluación realista.
Los progresistas esperan financiar este plan a partir de varias fuentes. La primera es la reorientación del gasto público y de los excedentes generados por estos años de mayor disciplina fiscal, producto de los gobiernos de Lacalle y de la coalición blanqui-colorada de Sanguinetti. En otro documento, Vázquez y sus asesores han bosquejado ideas sobre cómo reducir gastos burocráticos e improductivos y mejorar la inversión social. Las otras fuentes de ingreso evaluadas son la emisión de títulos en el exterior y el crédito disponible en los organismos internacionales. Internamente piensan emitir unos bonos llamados de “Emergencia social” que podrán adquirir particulares del país, dispuestos a invertir. Hay que considerar, sin embargo, que este tipo de planes tiene más éxito cuanto más coactivos son y menos librados a la voluntad o solidaridad de los particulares.
El leve escándalo causado por el documento del EP-FA puso en el tapete las discusiones acerca de una tercera vía alternativa al llamado –principalmente por sus adversarios– “modelo neoliberal”. El presidente Julio María Sanguinetti se refirió hace poco a esta cuestión, afirmando que para los uruguayos la Tercera Vía no es “ninguna novedad”, pues si ésta quiere decir combinar la resolución de los problemas sociales de los excluidos con el respeto a la libertad individual y la propiedad privada, ésos han sido los criterios con que tradicionalmente se manejó la democracia uruguaya. El discurso electoral del Partido Colorado busca ganar el voto de los ciudadanos preocupados por la eficiencia económica como el de los que presentan inquietudes sociales “razonables”. Los instrumentos técnicos que han utilizado tanto frenteamplistas y colorados en la administración no son tan distintos. No han recurrido a la privatización directa de organismos sino más bien a fórmulas mixtas (privatización de áreas periféricas, subcontratación, etcétera). La diferencia principal se halla en la asignación de recursos, de orientación más conservadora (aunque dirigista) en los colorados.
El distribucionismo económico de la izquierda es bastante más audaz. Luis Alberto Lacalle y los blancos, más liberales en lo económico, se colocan de forma distinta en el mercado electoral. Consideran los planes de Vázquez como disparatados y se abocan a discutir punto por punto su gestión y la de Sanguinetti. Ahí corren con cierta ventaja, pues en los aspectos macroeconómicos las cuentas les han cerrado mejor que a las administraciones coloradas. Sus argumentos electorales son sus virtudes en tanto conservadores. En una campaña que a partir de setiembre comenzará a tomar color, se podrán observar mejor cuáles son las expectativas de cambio que anidan en la sociedad uruguaya, y a qué se le teme más, si a la continuidad de la coalición gobernante o a un cambio que, si bien es deseable, es visto por algunos como prematuro.

 

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