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Antón repitió en el maratón y Pedroso en el salto más sabroso

El atleta español Abel Antón ganó por segunda vez el maratón y el cubano Pedroso reiteró su dominio en largo en el Mundial de Sevilla.

Vuela Iván Pedroso y clavará los 8,56m que le darán el título.
El plusmarquista cubano reiteró su supremacía con la autoridad habitual.

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t.gif (862 bytes)  El Mundial de atletismo de Sevilla necesitaba un último toque para ser plenamente celebrado por su afición española. Necesitaba una noche inolvidable, un momento de gloria y locura colectiva como los que se vivieron en Barcelona ‘92. Ese instante histórico llegó al fin en la noche de ayer. Lo hicieron posible un campeón y un subcampeón, un veterano y un joven que crece: Abel Antón consiguió su segundo campeonato consecutivo en maratón y Yago Lamela alcanzó la segunda plaza en salto en largo.
Ni siquiera el triunfo del gran campeón cubano Iván Pedroso, que saltó 16 centímetros más que Lamela —8,56 por 8,40—, empañó el enloquecido festejo de las gradas, repletas de 50.000 espectadores que podrían compartir su alegría con los 100.000 que llenaron las calles de Sevilla al paso del maratón. El triunfo de Abel Antón en el maratón fue incontestable. El atleta español repitió su victoria de hace dos años, en Atenas. Antón siguió la carrera desde la cabeza y atacó con valentía cuando llegó el momento de la verdad, a cinco kilómetros de la meta. El japonés Nobuyuki Sato marchaba cincuenta metros por delante, pero sucumbió. La plata fue para el italiano Vincenzo Modica, pero lejos del tiempo de 2h13m36s horas de Antón. El español pudo permitirse tres kilómetros de goce en su camino hacia la meta, en unos instante que él mismo calificó como “apoteósicos”. Se convierte así en el primer atleta que vence por dos ocasiones en el maratón mundialista, un éxito sin precedentes en el fondo internacional. Lamela saltó 8,34 metros de salida, planteando seria batalla al brillante tricampeón cubano Pedroso desde el primer instante. Pero el de Cuba logró en su tercero un 8,56 que se veía inalcanzable para el español, y pudo conseguir el oro sin forzar sus problemas físicos.
La gran protagonista en el resto de la jornada fue la estadounidense Gail Devers, que tuvo que hacer la mejor marca mundial del año, 12s37, para imponerse en los 100 con vallas. Fue segunda la nigeriana Glory Alozie, mientras que la sueca Ludmila Engquist ponía fin a su pesadilla personal —sufrió un cáncer de pecho este mismo año— con un bronce que debió saberle a gloria. Los 5000 metros coronaron la hegemonía africana en el fondo en pista, con siete de los ocho primeros representando a ese continente... aunque el restante, el belga Mohammed Mourhit, tercero, tiene un origen más que claramente magrebí. El triunfo fue para el marroquí Salah Hissou con 12m58,13, un tiempo francamente rápido para una prueba teóricamente táctica –no se busca record sino ganar– como debe ser en un campeonato del mundo. La otra final del día fue la jabalina femenina, dominada por la griega Mirela Maniani-Tzelili con 67,09 metros. Pero por cierto que la posta norteamericano de 4x100 protagonizó una de las actuaciones más brillantes del día: su tiempo de 38,06 segundos supone la mejor marca del año y abre la puerta para que Maurice Greene y sus compañeros se acerquen mañana al record mundial de 37,40 segundos en poder de su país.

 

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