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Por Juan José Panno Las virtudes de San Lorenzo están a la vista: corre, mete, corre, marca, pone, corre, no le tiene miedo al ridículo, corre, no da por terminada ninguna jugada, corre, no le hace asco a la pierna fuerte, corre, va al frente, corre, no tiene reparos en reventar la pelota, corre, muerde,se defiende con todo, corre, se maneja con cierta comodidad en el contraataque, no da ventajas, corre, tiene dos delanteros ambiciosos, corre, corre González, corre López, corre Franco, todos corren. Las limitaciones de San Lorenzo también están a la vista: juega poquito, se apura siempre, parece desconocer la imprescindible pausa, no tiene manija, tiene dificultades cuando se le cierran los espacios y se asusta cuando lo presionan. Lo que tiene y lo que le falta da como resultado un equipo duro, difícil,
poco lujoso, previsible, casi nada sutil: más cerca de Los Picapiedras que de los
Simpson; un equipo formado por gasoleros que tienen, sin embargo, un legítimo sueño de
campeones. Es hoy un cuadro sin gracia, pero se puede pensar en Futurama si se considera
la edad de la mayoría de sus jugadores: Franco tiene 22 años, Morel Rodríguez 21,
Córdoba 23, González 22, Romeo 21. Michelini, que debutó ayer, Ariel López, Tuzzio y
Ameli, tienen 25. El más veterano es Borrelli, que anda por los 28. En lista de espera
aparecen Gallardo (20), Saric (21), Estévez (21) y Romagnoli (18). Por eso más que
dale Ciclón, la gente canta vamos vamos vamos los pibes, vamos los
pibes y se ilusiona con el presente de punteros y el porvenir de estos chicos
aplicados, de atrevimiento contenido.Todos parecen consustanciados con la línea que baja (y la historia futbolística) de un técnico con personalidad ganadora, Oscar Ruggeri. En el partido de ayer parecían tan preocupados en responder a los mandatos del entrenador que únicamente atacaron por la derecha, por el lado de los bancos. Y todo se hizo tan obvio como aburrido. Michelini, encaja fenómeno en cualquier esquema que le da más importancia a la lucha que al fútbol. Se sabe todo lo que es capaz de recuperar el ex jugador de Racing; el asunto es que no le entregue la pelota a los contrarios después de cada quite y que se la alcance a los que más saben. Ayer hasta la mitad del segundo tiempo jugó como enganche Borrelli, que mostró algo de su jerarquía, pero pesó poco. Después cuando se fue Borrelli el pibe Franco dejó la raya izquierda y pasó al medio y se sintió autorizado para desplegar algo de talento. Franco, en tres o cuatro pinceladas, le dio color a la victoria de su equipo y generó un par de llegadas clarísimas (las únicas, lo mejor de la tarde) que no pudo concretar Romeo. Si el juego pasa por el pibe Franco o por
Borrelli; si el Chupa López se desgasta un poco menos corriendo a los defensores rivales
guardando energías para el desborde, si a tanto fervor se lo matiza con un poco más de
fútbol, si los pibes obedecen un poco más a sus instintos San Lorenzo crecerá
rápidamente. Ayer, los pibes de Boedo tuvieron enfrente a Talleres, un equipo que mostró la siguiente particularidad: los volantes y uno de los delanteros, Gigena, juegan a 20 kilómetros por hora y el otro delantero, FloresCoronel, a 150. Conclusión: no creó ni media situación de gol en todo el primer tiempo. No corrió demasiados peligros, porque San Lorenzo tampoco llegó en esa etapa inicial, pero cuando Talleres quiso pasar al ataque nunca encontró la marcha adecuada. Mejoró un poquito, con la entrada de Marzo y Silva, le dio un susto grande a su rival y pudo empatar en la última bola de la tarde. Después de un corner cabeceó Maydana, manoteó Campagnuolo y Marzo, solito, pero muy abierto, reventó la pelota contra el palo. La suerte de los campeones, dijo poniendo cara de objetivo, un hincha disfrazado de periodista, mientras pedía desesperado la hora, como todos los demás. Los hinchas de los pibes sufrieron con el partido, pero disfrutan, con todo derecho, cuando miran la tabla: cuatro jugados, cuatro ganados, únicos punteros, doce puntos de rating.
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