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Por Juan José Panno miradas de desconcierto cuando se
trata de descubrir dónde tiene que ubicarse cada uno, permiten suponer que el equipo de
Costas más que movimientos tácticos hace movimientos sísmicos: es un tembladeral. En
los primeros 20 minutos del partido de ayer resultó curioso, casi grotesco verlos a
Falaschi y Ubeda discutiendo entre ellos y repartiendo órdenes y contraórdenes a los
demás mientras Zanetti no parecía entender nada y Banegas dudaba entre quedarse, salir,
pararse como lateral o correrse al medio y por las dudas cada vez que le llegaba la pelota
la reventaba a cualquier lado, por ejemplo a la medialuna de su propia área. Lo más
increíble de todo es que en esa primera parte del encuentro, San Lorenzo no descubrió
ninguno de los huecos que se le abrían y no generó ni media situación clara de gol,
pese a manejar casi con exclusividad la pelota. Como contrapartida, Racing, con el casi
único recurso de tirar la pelota al medio como escala para que Sixto Peralta o Monserrat
busquen a los de arriba, tuvo no menos de cuatro situaciones netas de gol en el primer
tiempo. En una de ellas Chatruc, con un cabezazo de casi quince metros puso el 1 a 0.
Delgado desperdició un cómodo mano a mano con Campagnuolo y el arquero tapó no menos de
tres claras pelotas de gol, por lo que el 0-1 al final del período inicial debía
entenderse como un buen negocio para los visitantes.Los cambios que se dieron en el juego
desde el primer cuarto de hora y hasta el final del segundo tiempo se explican
fácilmente:a) Romagnoli reemplazó a Borrelli y como había ocurrido la semana anterior
ante Talleres, Franco asumió el papel de manija y levantó su producción y la del
equipo. b) Estévez fue expulsado por un foul estúpido con el que sumó la segunda
amarilla y de yapa, Costas sacó a Sixto Peralta, que podía aguantar la pelota en el
medio, y lo puso a Liendo. c) Ruggeri sacó a Tuzzio y mandó a la cancha a Raúl Estévez
cuando estaban 11 contra 10.Con Racing metido en las pagos de Cáceres, la presión del
rival se hizo insostenible: hubo un tiro de Romeo en el palo, varios revolcones del
arquero y cuando quedaban diez minutos para que Racing concretara lo que ya a esa altura
podía considerarse una hazaña, Franco empujó la pelotadesde la boca del arco, de punta
y de derecha, tras una jugada de flipper y clavó el empate que antes que nada ponía
justicia. A partir de ahí los hinchas, los jugadores y los técnicos de cada uno hicieron
las cuentas que pudieron y saltaron alternativamente del lógico entusiasmo a la natural
frustración.
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