|
Por John Gittings Aunque los líderes occidentales se manifestaron aliviados, advirtieron inmediatamente sobre serios problemas en cuanto a las dimensiones, alcance y oportunidad para el despliegue de una coalición de "hombres de buena voluntad" con la bendición de la ONU. "El demonio se esconde en los detalles", resumió un alto funcionario norteamericano. Australia ya está lista para enviar 4.500 tropas, su mayor compromiso desde los años de Vietnam. Con el ejército indonesio involucrado en los incendios y carnicerías de los paramilitares pro Jakarta, ésta puede la más difícil de las operaciones pacificadoras en las que haya intervenido la ONU. Con su declaración, Habibie realizó una enorme concesión de principio, ya que pasó
por encima El presidente norteamericano Bill Clinton celebró la decisión, y sus asesores afirmaron que Estados Unidos estaba dispuesto a aportar apoyo logístico. Clinton había amenazado a Indonesia con sanciones económicas horas antes de que Habibie pronunciara su discurso. Annan dio la bienvenida a lo que describió como "una decisión difícil" para Habibie. El asesor de Seguridad Nacional de Clinton, Sandy Berger, calificó a la decisión de Habibie "sabia y de un estadista", pero condicionó que esto sólo sería cierto si "realmente la implementa". En la sitiada misión de la ONU en la capital timorense de Dili hubo regocijo por la decisión de Habibie, pero todos estaban preocupados por la suerte que les espera en los próximos días a las decenas de miles de refugiados. Ayer continuaban las versiones no confirmadas sobre masacres y ataques de los paramilitares pro-indonesios contra los refugiados timorenses orientales. El grupo de derechos humanos Amnesty International (AI) instó a que los refugiados sean devueltos inmediatamente a su lugar de origen, y la comisionada de la ONU para los derechos humanos, Mary Robinson, dijo que los oficiales indonesios que cometieron crímenes de guerra debían ser procesados.
|