|
Por Juan José Panno Ganó Vélez. Ganó tres puntos, ganó porque pegó primero, ganó porque terminó pegando, ganó en el duelo Chilavert-Palermo, ganó confianza para enfrentar lo que se le viene en el campeonato local: Gimnasia y Esgrima de Jujuy en Liniers y Boca en el Monumental. La tabla canta que ahora Vélez y Boca comparten el segundo puesto con 14 puntos, pero el espejo donde se reflejan devuelve imágenes opuestas: la sonrisa abierta de uno, el rictus amargo del otro. Boca se quebró en la adversidad, se sintió perseguido, padeció largos momentos de neurosis colectiva, perdió identidad, mostró impotencia; fue un equipo vulnerable.
Obviamente, Vélez no sólo ganó por Chilavert o por Palermo. Al cuadro de Falcioni deberán reconocérsele varios méritos: a) Lo tuvo a Bardaro, vivo para el contraanticipo en el primer gol, apenas a un minuto de juego; hábil para gambetearlo a Córdoba y cruzar el remate en el segundo, movedizo, preocupante siempre. b) Lo tuvo a Bassedas, fundamental en las asistencias y en el manejo de la pelota, en los 15 minutos iniciales y en gran parte del segundo tiempo. c) Tuvo solidez en los centrales. Muy bien Federico Domínguez en el primer tiempo y Méndez en el segundo. d) Se serenó en el segundo período para llevar el juego al terreno que más le convenía. En el primero, después del 2 a 0, el equipo se puso muy nervioso, al compás de su aparatoso técnico que desde su corralito gesticulaba y reclamaba todo como un hincha más. Falcioni se quedó piola en el complemento y sus jugadores hicieron lo que más les convenía, defender con la pelota y esperar el momento propicio para liquidar el pleito. Obviamente Boca no perdió sólo por Chilavert o por Palermo. En el equipo de Bianchi, Guillermo esta vez apareció poco, Riquelme anduvo bien en el primer tiempo, pero se fue sin aviso en el segundo, Samuel se complicó con las apariciones de los rapidísimos Bardaro y Husaín, Córdoba y Arruabarrena anduvieron por debajo de su nivel habitual y no alcanzó con el despliegue de Cagna y Serna. Boca se pareció al de siempre en la segunda mitad del primer tiempo. En ese lapso encontró el gol con un soberbio cabezazo de Bermúdez y dejó la sensación de que en el segundotiempo terminaría por desnudar las limitaciones de su rival. Y mucho más cuando Domínguez, lesionado, le dejó el lugar a Zandoná y obligó a modificar la línea de fondo. Pero no pasó nada de eso porque, como quedó dicho, Vélez se tranquilizó y el viento le empezó a soplar a favor con la borrada de Riquelme, la expulsión de Palermo, los escasos aportes de Pereda y Ruiz, reemplazantes de Arruabarrena y Gustavo y el agrande de los chicos de Falcioni. Por todo eso no extrañó que sobre la hora, Federico Domínguez (habilitado, aunque en la cancha hubiera dado la sensación de off-side) metiera el toque de gracia. Ahora Bianchi deberá rearmar al equipo en los entrenamientos y las sesiones que se vienen. En una de ésas le pide asesoramiento al doctor Segura el personaje que encarna Jorge Marrale en la tira Vulnerables.
|