La decisión
del gobierno brasileño de aplicar desde hoy la eliminación del tratamiento preferencial
a 400 productos argentinos promete generar un nuevo y grave conflicto en la relación
entre los dos principales miembros del Mercosur, cargando con más preocupaciones aún a
la industria y el agro locales. La medida, anunciada el viernes, continuaba siendo objeto
de exhaustivo análisis por parte de funcionarios de la Cancillería, a los que tomó por
sorpresa la dura actitud de la administración del presidente Fernando Henrique Cardoso,
al adoptar represalias contra las medidas proteccionistas establecidas en favor de la
industria argentina del calzado. La supresión de las preferencias para un importante
número de productos argentinos fue resuelta inesperada y unilateralmente por Brasil,
luego de que no se alcanzaran resultados en las negociaciones por el mercado del calzado.
Además del juego de lobbies en cada país, lo determinante en este enfrentamiento es la
recesión que padecen las dos economías al mismo tiempo. Esto impulsa a cada una de ellas
a traspasarle el problema a la otra. En la primera oportunidad en que esta recesión
conjunta sucede, toda la integración del bloque austral está crujiendo, mostrándose
mucho más débil de lo que se suponía.
Los 400 productos afectados, entre los que se encuentran el petróleo, los lácteos y
los automotores, tendrán en Brasil desde hoy el mismo régimen de importación que los
provenientes de fuera del Mercosur, lo que implica teóricamente desactivar éste, si bien
las mercancías que lleguen desde Uruguay o Paraguay no serán alcanzadas por la
restricción. De todas maneras, pese a que las trabas impuestas por el socio mayor del
Mercado Común del Sur agravan la escalada de medidas proteccionistas adoptadas en los
últimos meses por Brasilia y Buenos Aires, economistas y técnicos admitieron que no
existirá en principio un serio impacto cuantitativo sobre las exportaciones argentinas
hacia el vecino país.
Los que prefieren adoptar un tono tranquilizador, incluyendo a funcionarios del
Gobierno, estiman que el grueso de las exportaciones a Brasil están aseguradas a pesar de
las medidas restrictivas. La serie de iniciativas proteccionistas fue dada a conocer el
viernes por la secretaria de Comercio Exterior del Ministerio de Desarrollo de Brasil,
Lytha Spindola, quien comunicó públicamente que desde hoy lunes se elimina el
otorgamiento de licencias automáticas que permiten el ingreso de los productos argentinos
en venticuatro horas.
Los funcionarios brasileños anticiparon días atrás que los productos argentinos no
incluidos en la presente medida estarán bajo observación para determinar si se les
aplican represalias próximamente. Esto debe leerse como una advertencia de la
disposición brasileña a aumentar la presión todo lo que sea preciso para imponer sus
condiciones.
Dudas sobre la pulseada
dólar/real
"No existen, en principio, razones económicas suficientes que
justifiquen el abrupto aumento en la cotización del dólar, registrado durante agosto en
Brasil", asegura la Fundación Capital en un informe distribuido ayer. Aunque la
guerra comercial declarada el viernes por los brasileños desaloja al real del centro de
la atención de empresarios y economistas argentinos, en la medida en que el vecino sea, y
pueda seguir siendo, el principal partenaire mercantil del país, la suerte de su moneda
seguirá siendo determinante para medir la competitividad argentina y las amenazas que se
ciernen sobre la Convertibilidad.
Matizando su optimismo, después que el real
se desplomara un 7 por ciento frente al dólar (y al peso) en agosto, repuntando apenas un
punto en lo que va de septiembre, la Fundación que conduce Martín Redrado enumera las
vulnerabilidades del vecino y piensa que con lo que está haciendo no le va a bastar:
* Brasil es fiscalmente inviable: mientras el
superávit primario ronda el 3 por ciento del PBI, los servicios de la deuda superan el 10
por ciento del Producto.
* Al reducir la tasa de interés hasta
niveles inferiores al 20 por ciento, crece el riesgo brasileño, ya que nunca lograron
mantener esos valores por mucho tiempo. Ante el surgimiento de crisis externas, la tasa se
disparó a más allá del 40 por ciento.
* Si bien Brasil no ha tenido problemas para renovar su deuda
(sobre todo la interna), continúa padeciendo al tener el 60 por ciento de ella indexada a
tasa variable, y ahora más del 25 por ciento ajustable por tipo de cambio. Por si esto
fuera poco, casi toda la deuda vence a menos de un año. |
|