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UN JUEZ BUSCO ACORDAR EL CONTRATO DE TBA
Insólita negociación

El Gobierno junto a la empresa definieron una ampliación de la concesión, frenada en la Justicia por las asociaciones de consumidores.En ese mismo juzgado las partes empezaron a negociar un nuevo contrato.

TBA, líneas Mitre y Sarmiento, pidió un ajuste de las tarifas del 80%.
La empresa y los consumidores negociaron en el juzgado, sin éxito.

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Por Cledis Candelaresi

t.gif (862 bytes) Las privatizaciones realizadas por este gobierno son verdaderamente prolíficas en novedades institucionales. Después de que el concesionario de las líneas urbanas Mitre y Sarmiento acordaran con el Estado los términos de un nuevo contrato sin que mediara licitación, la Justicia abrió el juego a las asociaciones de usuarios, que ahora son parte de esa controvertida renegociación. El escenario ya no es el Ministerio de Economía ni las oficinas de Trenes de Buenos Aires sino el juzgado Contencioso Administrativo de Osvaldo Guglielmino, donde la empresa y ocho entidades de consumidores intentaron infructuosamente llegar a un acuerdo.
La discusión se dio en el marco de la causa promovida por esas asociaciones en contra del decreto 210, que permite poner en ejecución la addenda o contrato renegociado. El documento modifica de cuajo las reglas de las privatizaciones de trenes de pasajeros, ya que admite al adjudicatario cobrar un ajuste tarifario promedio del 80 por ciento, a cambio de inversiones no previstas originalmente.
Los usuarios denunciaron la presunta inconstitucionalidad de aquel decreto, porque estaría consagrando una adjudicación directa y avalando un contrato en cuya elaboración los consumidores del servicio no tuvieron la intervención que les garantiza la ley. El juez dictó el amparo y, desde entonces, se abrió una insólita segunda vuelta en la renegociación.
A pedido de Guglielmino, las entidades propusieron una serie de obras adicionales para mejorar la prestación, sobre la base del contrato vigente. Realizarlas hubiera exigido a la empresa desembolsar 250 millones de dólares, alternativa que TBA rechazó de plano.
“Eso sólo sería emparchar el contrato. No va. O todo (un nuevo contrato) o nada (ningún retoque sobre el que está en vigencia)”. Palabras más palabras menos, así expresó su negativa frente al juez Claudio Cirigliano, presidente del grupo concesionario y titular del Grupo Plaza, uno de los más fuertes en autotransporte.
TBA también acercó su propuesta a la misma oficina de Carlos Pellegrini, donde se realizaron estas singulares audiencias de conciliación. La empresa sugirió tímidos retoques a la addenda, entre ellos, el de extender un abono que excluya del aumento a los desocupados “que certifiquen esta condición” o ampliar el horario para jubilados, quienes representan menos del 1 por ciento de su pasaje.
En su último intento para forzar un acuerdo (o tomar una decisión más fundada), Guglielmino propuso a las partes que designen peritos que analicen cada punto del contrato revisado. Las asociaciones de usuarios integraron de inmediato un equipo con ingenieros y técnicos ferroviarios ligados al Frepaso y los economistas Daniel Azpiazu, Eduardo Basualdo y Claudio Lozano, quienes no tardaron en suscribir muchos de los cuestionamientos ya señalados en la primera presentación ante la Justicia.
Estos especialistas no dudan en estar frente a un nuevo contrato, que modifica sustancialmente la ecuación económico-financiera original. Pero para probarlo definitivamente necesitan un elemento que tanto el Gobierno como la propia empresa parecen esconder bajo siete llaves: los anexos del contrato original, que permiten desmenuzar el negocio actual.
Algunas de las anécdotas que ilustran esa dificultad para acceder a la documentación quedaron registradas en la correspondiente secretaría del juzgado. Estos papeles denuncian, por ejemplo, que el gerente de concesiones del órgano regulador hasta se negó a facilitar documentación para fotocopiar.
La batalla podría ser aún más dura si se tiene en cuenta que el de TBA es un caso testigo: si prospera esta renegociación, las que encararon las empresas adjudicatarias de otras líneas tendrán el camino allanado.

 

Se levantan las barreras

Otra causa semejante, iniciada por el Defensor del Pueblo, Jorge Maiorano, tuvo un final poco alentador para quienes cuestionan la renegociación: la jueza María José Sarmiento avaló el nuevo contrato de Trenes de Buenos Aires y la Sala V del fuero Contencioso Administrativo –sospechada de favoritismo hacia el Gobierno– ratificó ese dictamen. TBA ahora busca el mismo destino con el expediente que tiene en manos el juez Osvaldo Guglielmino y para ello pidió la unificación de las causas. Si esto ocurriera, lo más factible es que por profusos y convincentes que resulten los argumentos contra la revisión contractual, ésta quedaría habilitada. En ese caso, TBA logrará ampliar el plazo de la concesión, además de obtener un fuerte ajuste en las tarifas.


QUE SE DISCUTE EN LA RENEGOCIACION
Pelea por ganar la vía

t.gif (862 bytes) Si no mediara una prórroga, las partes tienen plazo hasta dentro de dos viernes para presentar al juez el resultado de sus respectivos peritajes. Con esos elementos, Osvaldo Guglielmino tendrá que disponer si la renegociación es viable o no, despejando el camino para que otras empresas adjudicatarias avancen con sus renegociaciones.
El principal argumento empresario para defenderla es que existe una demanda insatisfecha, que el plan de obras original no permite atender. Mientras que los peritos contratados por los usuarios trabajan sobre la base de que la adendda de TBA constituye un nuevo contrato, cuya ecuación económica es diferente y sustancialmente más ventajosa que la que el Gobierno previó en el momento de licitar.
Pero, además, se modifica el propósito de la licitación. El negocio no estará basado en la prestación de un servicio sino en ejecutar un plan de inversiones cercano a 2000 millones.
* Cambia la fuente de ingresos: desaparece el subsidio a las inversiones que se costearán con un ajuste tarifario.
* Se extiende de diez a treinta años el plazo de la concesión.
* Se modifica el objeto del contrato. La empresa podrá explotar el negocio inmobiliario en las estaciones y el ramal Rosario-Retiro.
* Se cambia la forma de ajustar la tarifa. Hasta ahora sólo es posible incrementar el boleto si existe un aumento promedio en el conjunto de los precios superior al 6 por ciento. En el futuro, bastaría que se incremente un solo ítem de la matriz de costos para habilitar un aumento.
* Cambia la capacidad del grupo concesionario para endeudarse. Podrá prendar no sólo los activos de la explotación, que son propiedad del Estado, sino también el flujo de fondos futuro.
* A través de un decreto –el que pone en ejecución el contrato–, se viola la Ley de Convertibilidad, habilitando un ajuste tarifario.
* Se elimina la regulación tarifaria para los servicios especiales, es decir, para cualquiera que se preste durante los fines de semana y feriados, ya que el nuevo contrato no prevé servicios regulares esos días.

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