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Patricia Walsh, José Montes, Lía Méndez, Jorge Altamira, Jorge Reyna y Domingo Quarracino son los candidatos que representan en los comicios de hoy a las distintas corrientes de la izquierda argentina.
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![]() Se reivindica como peronista revolucionaria y no es que sea una recién llegada a la política, pero el día en que le ofrecieron ser candidata a presidenta se sorprendió. Es que no estoy afiliada a ningún partido, explicó más de una vez Patricia Walsh. Dice que la palabra militante no me gusta, pero es lo que hace desde los 17 años. Hace cuatro se sumó a HIJOS; su padre no es otro que el escritor y periodista Rodolfo Walsh, asesinado en 1977 por los militares de la dictadura. Patricia siguió sus pasos en el periodismo y es psicóloga social. Madre de tres hijos, vive en José León Suárez, el mismo lugar donde se produjeron los fusilamientos de 1956 que su padre documentó en Operación Masacre. Asegura estar por la unidad de la izquierda y al frente de un proyecto contra el modelo. José Montes. Mameluco, casco, botines industriales. Ese es el uniforme que José Montes usa todos los días en el Astillero Río Santiago de Ensenada. Allí trabaja como operario de la sección cobrería desde 1983. Su horario: de 7 a 15.15, sin contar las horas extras para sumar algo más que 700 pesos. El Negro, como le dicen sus compañeros, empezó a militar en el movimiento trotskista en 1973. Abrazo los ideales del marxismo revolucionario, el único programa que expresa las necesidades de la clase trabajadora, se ufana. Padre de dos hijos, Montes espera un tercero para febrero y además es abuelo. Vive en Berisso, cerca del astillero, pero lejos del Tucumán en el que nació hace 49 años, en una familia de fuerte tradición sindical. Como a tantos otros, las carencias familiares lo obligaron a abandonar sus estudios en tercer año y dejó su provincia en busca de una oportunidad. Lía Méndez. De izquierda no marxista. Así se define Lía Méndez. Abogada especializada en mediación, abrazó la causa ecologista hace 18 años. Entonces, tenía 30 y nunca antes había militado. Méndez no es una novata en materia de campañas políticas. Ya en 1989 fue candidata a vicepresidenta por la alianza entre los partidos Humanista y Verde. Al fusionarse ambas agrupaciones en el 94, resultó designada como secretaria general del Consejo Nacional partidario y al año siguiente volvió a probar suerte un peldaño más arriba: la presidencia. Ahora va por una revancha y lleva como compañera a Liliana Ambrosio, algo inédito porque nunca hasta ahora hubo una fórmula integrada por dos mujeres. De su militancia en el humanismo dice que es un estilo de vida y su sueño no es otro que humanizar a la Argentina. Jorge Altamira, Su nombre es José Saúl Wermus, aunque todos lo conocen como Jorge Altamira. La explicación que da a su seudónimo es que lo usaba para firmar artículos periodísticos en la época de la dictadura y evitar que lo persiguieran. Es, desde hace años, la cara visible de su partido y una vez más probará suerte en las urnas. Espero sacar el 5 por ciento de los votos, confiesa. Admira a Marx, Lenin y a Trotski, de ellos tiene retratos en su oficina; a Stalin, en cambio, no duda en calificarlo como un asesino. Estudió Economía Política y, como periodista especializado en economía, dirige el periódico partidario Prensa Obrera. Además, es traductor y sabe cuatro idiomas. Casado y con un hijo, a Altamira lo apasiona leer historia, es un eximio ajedrecista y un fanático del básquet. Domingo Quarracino, Salvo porque es un ferviente católico y siempre lleva un crucifijo colgando sobre su pecho, Domingo Quarracino no se parece en nada a su hermano Antonio, quien condujo el Arzobispado porteño hasta su muerte el año pasado. Hipercrítico de la actitud de la Iglesia durante la dictaduramilitar, Quarracino la cuestiona ahora porque no se juega como debería en la opción por los más pobres. Siempre militó en defensa de los derechos humanos y nunca se imaginó como candidato; mucho menos como presidente. En el 90, fundó la Democracia Popular junto con Carlos Auyero y Graciela Fernández Meijide. Hace unos años se afilió al partido que ahora lo postula para la presidencia y en el que la mayoría es agnóstica. De la gente dice, importa cómo piensan y actúan, no a qué Dios invocan. Jorge Reyna. En la década del 70 fue montonero. Eso le valió primero la cárcel y después el exilio. Así, Jorge Reyna jugador de las inferiores de Estudiantes de La Plata llegó a Mozambique para hacer propagandas para el Frente de Liberación Nacional y terminó como entrenador de uno de los principales equipos de fútbol de ese país, el Costa do Sol. De esos años, todavía recuerda la vez que con aquel equipo fuimos a una zona de guerra en Angola, porque era una decisión política, y acabamos jugando en medio del tableteo de las ametralladoras. Fue como una experiencia sacada de la película MASH. De todos modos, Reyna no se arrepiente del camino que eligió andar. Aclara que hoy no plantearía la lucha armada, aunque volvería a hacer lo mismo en la Argentina de los 70.
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