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Amanecer de una noche
agitada en el Panamericano

Por Luis Bruschtein

t.gif (862 bytes)  “Hubiera querido traerles una victoria...” expresó en las primeras horas de hoy Graciela Fernández Meijide a Fernando de la Rúa en el piso 20 del Hotel Panamericano. En el comando aliancista había pasado el momento del festejo y empezaban los análisis de los resultados. Fernández Meijide había viajado desde La Plata junto a su compañero de fórmula, Melchor Posse. En la madrugada llegaron también al hotel algunos candidatos a intendentes bonaerenses y comentaban con resignación las cifras que lanzaba el cómputo oficial sobre cada distrito de la provincia.
La mayoría no esperaba estos resultados. “Hubo un cambio en el humor de un sector del electorado a último momento”, decía uno de los candidatos derrotados. Ninguno aceptó que el error de las encuestadoras hubiera sido una maniobra. Creían sinceramente en las cifras anunciadas. La fórmula presidencial y los candidatos perdedores de la provincia estuvieron reunidos en el piso 20, donde la Alianza tiene una sala y cuatro dormitorios. Finalmente se retiró De la Rúa y Chacho Alvarez permaneció despierto casi toda la noche.
El lugar de Alvarez adquirió doble importancia a partir de la derrota bonaerense porque lo convirtió en el garante más importante para la estabilidad de la coalición. En realidad los malos presagios que circularon durante la campaña ante la posibilidad de un resultado adverso de Fernández Meijide no se verificaron esta madrugada. No hubo un clima de pase de facturas por la derrota, sino más bien preocupación por revertir el traspié. “Todos hicimos lo que estuvo a nuestro alcance”, fue la respuesta de De la Rúa a la diputada.
Chacho Alvarez no durmió y en las primeras horas de la mañana atendió por teléfono a distintos medios. Durante las 24 horas entre ayer y hoy, además de los discursos, el vicepresidente electo concedió, entre tumultos y amontonamientos, más de 60 entrevistas a la radio y la televisión. Esa fue la disculpa de sus voceros esta mañana cuando Alvarez se fue a dormir y suspendió los contactos con la prensa. “Casi no tiene voz”, lo disculparon ante los periodistas. Una mano de la calle Carlos Pellegrini, en la cuadra donde se encuentra el hotel, está ocupada por los móviles de transmisión. “No festejen tanto que vamos a volver”, gritaron a todo pulmón al pasar frente al lugar varios pegatineros colgados de un camión. Los carteles que estaban pegando, apenas unas horas después de la derrota justicialista, decían: “Menem presidente en el 2003”. Fernando de la Rúa descansó en su habitación durante toda la mañana hasta que anunciaron que ambos realizarían una conferencia de prensa (ver aparte).
El gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf, también fue perseguido infructuosamente por los medios. Los políticos parecían decididos a sacar sus propias conclusiones antes de enfrentarlos. Es que durante todo el día de ayer, la conjunción de las encuestas más la insistencia periodística provocó situaciones, por lo menos extravagantes. La presión fue tan grande a las siete de la tarde, sobre el candidato a vicegobernador Felipe Solá, que prácticamente se vio obligado a reconocer una derrota que no era tal. Pinky en La Matanza estuvo a punto de festejar una victoria que tampoco era. Algunos medios lanzaron resultados de boca de urna antes de que finalizara los comicios. En la televisión, los principales encuestadores hablaron sobre resultados que no se produjeron. Esta mañana, el malhumor de los periodistas con las encuestadoras era evidente. Pero también había que reconocer que la presión por la noticia, por la instantaneidad, y la carrera por decir las cosas antes que los demás, hizo que el periodismo manejara las encuestas con total irresponsabilidad. El candidato perdedor se permitió por lo menos una sonrisa cuando se habló de las encuestas.
Pero el que tenía la sonrisa más grande era Ruckauf, el ganador “tapado” por las encuestas. “Resultados de plástico”, las definió con lógica revancha cuando empezó a hablar pasado el mediodía. “Tenemos que volver a la época en que esperábamos los resultados con la Spica”, expresó en unalarde de vanguardismo tecnológico. En la conferencia de prensa que efectuó ayer con Duhalde pareció despuntar la estrategia que seguirá el PJ. Las declaraciones permitían vislumbrar que Ruckauf se dispone a aglutinar al justicialismo bonaerense para convertirlo en el eje de la recomposición del PJ. Tratará de impulsarlo como un solo bloque en la interna para el 2003 y la primera víctima de esa estrategia podría ser el propio Menem.
También es evidente que el justicialismo tratará de trabajar sobre cualquier resquebrajadura en la Alianza por la reacción de los frepasistas que renovaron la imagen de la UCR sin obtener casi nada, o la de sectores del radicalismo que, ante la derrota bonaerense, podrían avanzar sobre la candidatura de Aníbal Ibarra a la jefatura de gobierno porteño.
Un efervescente Domingo Cavallo anunció ayer que no descartaba ser candidato a ese cargo el año que viene. El PJ sacó otra lección de los resultados: a nivel nacional, dividido y solitario, perdió, pero en la provincia de Buenos Aires logró un triunfo resonante gracias a que pudo reproducir la alianza social y política que sostuvo al menemismo, sumando a Cavallo y la UCeDé. En el 2000, ese frente podría estrenarse en la Capital con Cavallo como candidato para enfrentar al de la Alianza.
Todo esto era sabido y generaba cierta inquietud en la cúpula de la coalición. Bajar la candidatura de Ibarra produciría una brecha profunda. Esta mañana, Chacho Alvarez, consciente de su función de equilibrista, aseguró que se mantenía la candidatura de Ibarra y sugirió que se le podría ofrecer un cargo ejecutivo a Graciela Fernández Meijide.

 

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