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Balza se retira tras un plazo record de ocho años

Tras anunciar su pase a retiro en Uspallata, el jefe del Ejército fue consultado por Página/12 sobre su actitud si Menéndezo Bussi fueran apresados. “Respetamos las leyes”, respondió.


El nuevo presidente deberá designar el sucesor.

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Por Martín Granovsky

t.gif (862 bytes)  “Las Fuerzas Armadas respetan estrictamente las instituciones y las leyes de la República”, dijo ayer el jefe del Ejército a Página/12. No estaba participando de un seminario sobre militares y sociedad sino contestando una pregunta: “¿Protestaría el Ejército ante la eventual detención de Luciano Benjamín Menéndez o Antonio Bussi?”. Martín Balza habló con este diario minutos después de anunciar su retiro tras ocho años en el puesto.
–¿Le molesta el auto de detención internacional resuelto por Baltasar Garzón? –le preguntó Página/12 en una breve conversación telefónica.
–Es algo totalmente ajeno a mi competencia. El Gobierno y la oposición se han pronunciado, y yo no he variado mi respeto por los derechos del hombre y del ciudadano.
–Suponga que un juez argentino concede alguna de las 98 detenciones con extradición reclamadas por Garzón. ¿Usted qué posición adoptaría?
–Nunca cruzo el puente antes de llegar al río. Mire, todavía soy jefe del Estado Mayor del Ejército y el tema me supera. Tienen que jugar las instituciones y actuar las instancias correspondientes. Lo dije en mi mensaje. El Ejército está disciplinado, prestigiado en el extranjero y es respetuoso de las instituciones. El mensaje al que se refirió Balza es el de su despedida, ayer por la tarde en Uspallata, donde llegó a tiempo después de un increíble periplo desde Kuwait y Kosovo. El jefe del Ejército cumplió ocho años exactos al frente del arma, un record en este siglo, y eligió como escenario del retiro el mismo sitio que fue su primer destino en enero de 1956.
–Me acompañó mi mujer –dijo–. Y le confieso que acá, entre los esquiadores de Puente del Inca, lloré cuando firmé mi retiro en la misma oficinita que usé como subteniente. Pero no quise hacer ni un balance ni un análisis. Eso lo haré delante de los jefes.
–¿Ya tiene el sucesor?
–Eso le corresponde al nuevo Presidente.
–Este diario publicó que, entre otros nombres, circulan con fuerza los de los generales de división Mario Acconcia y Ricardo Brinzoni.
–Al igual que otros generales de división, son excelentes profesionales, y por eso han sido distinguidos con esa jerarquía. Mire, estoy seguro de que quien se haga cargo del Ejército es alguien que ha compartido conmigo toda mi gestión. Algunos, inicialmente como coroneles, que después fueron generales y generales de división. Hicieron una gran experiencia y harán las cosas mejor que yo, y ésa es la mejor continuidad. En el mensaje, de tono personal, Balza agradeció “a nuestra sociedad, sin distinción de sectores políticos, por su comprensión y por su crítica constructiva”. También envió, sin mencionarlo por nombre y apellido, su “especial reconocimiento a quien confió en mí para el cargo que detento, a quien le agradezco su confianza, su permanente apoyo y su elevada consideración a mi persona”. Tras el comentario sobre el Presidente Carlos Menem, Balza se felicitó de que “gracias a Dios este cambio de jefe del Ejército se realizará con la normalidad propia de un país maduro, donde tienen plena vigencia las instituciones de la república”. Balza seguirá en el cargo hasta que Fernando de la Rúa designe un sucesor, seguramente entre alguno de los siete generales de división. El Presidente electo aún no definió quién será su ministro de Defensa, un cargo para el que dirigentes de la Alianza lanzaron los nombres del diputado Juan Manuel Casella, el senador Antonio Berhongaray y el experto en cuestiones de Defensa Angel Tello. De todos modos, es habitual que el Presidente consulte a su ministro, o a su futuro ministro, pero que incida él mismo en la designación de los jefes de Estado Mayor. Además de Acconcia y Brinzoni otro nombre en danza es el de Ernesto Bossi, actual secretario general del Ejército, pero acaba de ser citado a indagatoria en la causa del contrabando de armas y es difícil que el nuevo Presidente searriesgue a designar un jefe del Ejército que pueda tener complicaciones con la Justicia. Acconcia es del arma de Ingenieros e ingeniero militar. Brinzoni es artillero, como Balza, y fue su cadete preferido en el Colegio Militar. Compartió estudios con Adalberto Rodríguez Giavarini, con quien sigue manteniendo una relación de amistad. Rodríguez Giavarini es uno de los principales asesores económicos de De la Rúa y suele funcionar como un interlocutor del Presidente electo más allá de que ocupe o no un puesto en el próximo gabinete después del 10 de diciembre. Balza era coronel cuando Menem asumió la Presidencia por primera vez en 1989. En 1991 reemplazó en el cargo al general Isidro Cáceres, un simpatizante de los carapintadas que murió siendo jefe del Ejército. El 25 de abril del ‘95 comenzó públicamente lo que el propio Balza llamó “política institucional”, es decir una autocrítica de la represión ilegal y en especial del robo de bebés que los organismos de derechos humanos reconocen pero reprochan insuficiente hasta que no aparezcan las listas de desaparecidos.   

 

MENEM HABLO DE CONMUTAR PENAS A SEINELDIN Y GORRIARAN
El tema de fin de año

t.gif (862 bytes) “No vayan a titular los diarios ‘conmutación de penas’”, dijo el presidente Carlos Menem. Acababa de anunciar que “puede caber la posibilidad de una conmutación de penas” para el carapintada Mohamed Alí Seineldín y el líder del Movimiento Todos Por la Patria, Enrique Gorriarán Merlo. Esta vez no habló de indultos, pero a efectos prácticos la medida es la misma. La conmutación dejaría en libertad a Seineldín y Gorriarán. “Gorriarán Merlo tiene ya tres años preso. Seineldín lleva más de diez. Puede caber la posibilidad, más adelante, de una conmutación de penas”, dijo textualmente el Presidente. El año pasado Menem utilizó el mismo argumento para justificar un anuncio de indulto que finalmente no fue concedido. “Bueno, ya estuvieron nueve años en la cárcel”, aseguró en ese momento sobre Seineldín y los presos del MTP. Pero ayer Menem se cuidó de aclarar que no estaba hablando de “indultos” para los carapintadas y los catorce integrantes del MTP que coparon La Tablada.Sobre la conmutación de temas, Menem reiteró que no pasa de una alternativa y admitió que hay “sugerencias” en ese sentido, aunque no dijo de qué sectores.Desde 1991, cada víspera de Navidad, el Presidente anuncia que indultará a Seineldín, condenado por la rebelión carapintada de diciembre de 1990, y a Gorriarán Merlo, responsable de dirigir el ataque al cuartel de La Tablada en enero de 1989. Esta será la última oportunidad para concretar la libertad de ambos presos. Cada año, el aviso desata polémicas. El año pasado se supo de las negociaciones cuando el diputado César Arias fue sorprendido en la cárcel de Devoto momentos antes de reunirse con el ex líder guerrillero. Se supo también que Gorriarán Merlo había condicionado aceptar el perdón presidencial a si esa medida alcanzaba también a los demás miembros del MTP condenados por el asalto al cuartel de La Tablada, entre los que figura su esposa, Ana María Sívori. Varios organismos de derechos humanos reclaman desde hace tiempo la libertad de los quince presos del MTP. Basan la solicitud en que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos encontró severas irregularidades en su detención y enjuiciamiento y propuso que los presos sean “reparados”. La resolución de la CIDH no alcanza a Gorriarán Merlo ni a su mujer. Por la existencia de esa recomendación de la CIDH, los abogados de los integrantes del MTP estuvieron siempre seguros de que no llegaría la libertad de Gorriarán sin la del resto de los presos. “Ya no creo en nada. Menem es un perverso. Me traicionó”. Fueron las palabras de Seineldín al ser consultado el año pasado, cuando la versión del indulto inminente parecía más fuerte que nunca. Durante este año existieron dos pedidos formales de perdón para Seineldín. Uno fue presentado por Nemen Nader, un dirigente dominicano que aseguró haber negociado dinero de origen árabe para la campaña presidencial de Menem de 1989. El segundo fue hecho por Carlos González Cabral, ex secretario político del ex presidente Arturo Frondizi. Cabral también fue secretario de Seineldín. La solicitud fue fundamentada en el hecho de que el carapintada fue combatiente en la guerra de Malvinas.

“Mohamed Alí Seineldín lleva diez años preso.”
Menem aseguró que no tiene nada decidido.

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