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“No somos una sociedad que
tenga enorme apego a la ley”

Federico Storani, presidente del bloque radical de diputados, explica la derrota de la Alianza en la provincia de Buenos Aires por “la alianza de centro-derecha” y por la seducción del voto autoritario.

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“Me niego a decir ‘los errores de Graciela’”, dice Storani, “porque socializo las pérdidas y ganancias”.
Se opone a la designación de Rico, “un hombre violento que no es suficientemente idóneo para tomar la seguridad”.
Por Romina Calderaro

t.gif (862 bytes)  Le molesta, pero lo reconoce: “Pensábamos que aquella frase de ‘meter bala a los delincuentes’ le iba a piantar votos a Ruckauf, pero terminó sumándole muchos”. En diálogo con Página/12, Federico Storani, presidente del bloque de diputados de la UCR, analizó la derrota de Graciela Fernández Meijide en la provincia de Buenos Aires, habló del gobernador electo, de la designación de Aldo Rico al frente del Ministerio de Seguridad y de su disputa con Rafael Pascual por presidir la Cámara de Diputados. –¿Por qué la Alianza perdió en la provincia?–Porque se tejió una alianza de centro-derecha, que fue la alianza inicial del menemismo. Alrededor de Carlos Ruckauf se nuclearon Cavallo y la UCeDé. Yo creo que de aquí en adelante hay que hablar del cogobierno Cavallo-Ruckauf en la provincia de Buenos Aires. En la provincia hay una tendencia al voto autoritario que no hay que desdeñar. También hubo cierta trampa en el sistema electoral. Mientras la Justicia nos exigió presentar una alianza, a ellos les permitió hacer una ley de lemas de hecho. –¿Cuáles piensa que fueron los errores de Graciela?–Me niego a decir “de Graciela”. En todo caso socialicemos. Yo no era candidato a nada, pero socializo las pérdidas y las ganancias. Me enferman los oportunistas que se tratan de diferenciar en el momento de las derrotas. Quizá confiamos en dos cosas: por un lado, en la muy buena instalación del año ‘97 de la Alianza, que produjo un plus por sobre la suma aritmética de los partidos. A lo mejor, algo de ese encanto se perdió dos años después y debimos haberlo avivado de algún modo. Tuvimos que haber tenido más imaginación. El otro aspecto es que quizás se confió demasiado en el efecto arrastre que podía tener la fórmula nacional. Y, si leemos bien los números, la fórmula nacional ganó por dos puntos la provincia de Buenos Aires, con lo cual no hubo tal efecto arrastre. –¿Cómo explica que tanta gente haya votado a Ruckauf con lo que representaba como candidato?–Tengo explicaciones parciales. Creo que hubo temas coyunturales que incidieron con muchísima fuerza. Uno, la seguridad. Hay, razonablemente, una preocupación colectiva, pero en algunos casos también una histeria colectiva que busca el camino más simplista, que es decir “bueno, seamos todo lo duros que haya que ser, aun transgrediendo la ley, para ser eficientes”. No venimos de una sociedad en ese sentido que haya sido muy... no importa si esto no me vale popularidad, pero no venimos de una sociedad que justamente haya tenido un enorme apego a la ley. Vivimos en una sociedad que hizo la vista gorda de un genocidio masivo. Aquella frase que creíamos que iba a ser contraproducente para Ruckauf “hay que meter bala”, que se tradujo literalmente en la masacre de Ramallo con víctimas inocentes, pensamos que le piantaba votos y terminó sumándole muchos. En Ramallo no, ahí ganamos por primera vez en la historia. –¿Qué opina de la designación de Aldo Rico en Seguridad?–Yo a Rico no lo cuestiono sólo por sus antecedentes, creo que es un hombre que no tiene apego democrático, que se levantó en armas contra la Constitución en dos oportunidades, que utilizó métodos violentos para reprimir conflictos de tipo gremial-médicos como ocurrió en el hospital de San Miguel, que no es suficientemente idóneo. El hecho de ser militar no lo hace idóneo para el tema de la seguridad, en la complejidad que tiene. Además, considero que la seguridad tiene que ser una política de Estado. Y creo que él es la persona menos indicada para construir consenso.–Hablemos de su “disputa” con Rafael Pascual. Los dos quieren presidir la Cámara de Diputados. ¿Piensa que De la Rúa va a terciar a favor suyo?–No, yo no pido eso, porque si fuera eso, sinceramente me retiro de la carrera ya mismo. Lo que planteo simplemente es quién puede responder mejor al desafío de la gobernabilidad. Acá tenemos dos fenómenos: un gobierno de coalición nacional y cohabitación en el poder. Gobierno decoalición porque es la primera vez que es un gobierno de partidos que tiene mayoría relativa en diputados porque no tenemos quórum propio y tenemos minoría en el Senado de la Nación. Y cohabitación porque la mayor parte de las provincias están gobernadas por el peronismo. Yo creo que en ese aspecto, habiendo sido cuatro años presidente del bloque de diputados nacionales de la UCR, estoy en condiciones de poder articular junto con Chacho Alvarez la posibilidad de la gobernabilidad.–¿Cree que es mejor que Pascual para ese rol?–Yo hablo exclusivamente de mí. Yo no digo que la aspiración de Pascual no sea legítima. Yo digo por qué yo aspiro. Aspiro porque creo que tengo antecedentes de haber conformado en la Alianza, estuve en la reunión del dos de agosto, en los antecedentes del Molino, tengo la posibilidad de ayudar en materia de gobernabilidad, pero además existe un respaldo en una cantidad de legisladores del interior y de la provincia de Buenos Aires y un compromiso. Si todo eso no sirve, tendría que señalar entonces que se rompen reglas de juego elementales y que va a ser difícil la convivencia en la Alianza. De todas formas, yo apuesto al éxito de este gobierno en cualquier papel que me toque cumplir.–¿Se tuvo que tragar muchos sapos en la campaña?–No, yo he dicho todo lo que pensaba en la campaña. A lo mejor, no todo lo que yo digo les gusta. Yo digo que la Alianza tiene que ser una Alianza de centro izquierda, que tiene que ampliarse a sectores económicosociales. Yo digo que la Alianza justifica su razón de existir si tiene un proyecto transformador.

 

 

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