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AUN HAY 11 PROFUGOS EN SAN JUAN.
LES HABIAN DADO BALAS DE FOGUEO
“Mejor contar fugados que contar muertos”

El ministro de Gobierno sanjuanino reconoció a este diario que a los presos amotinados que tomaron rehenes les dieron dos armas con balas de fogueo. Hasta anoche habían recapturado a 15 de los 16 fugados. El gobernador dijo que la cárcel no puede recibir presos “peligrosos”.

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Los presos amotinados, en una imagen tomada por uno de los periodistas rehenes.
Según el gobierno, entre los 15 recapturados están los 6 cabecillas, los más peligrosos.
Por Eduardo Videla

t.gif (862 bytes)  “Es preferible estar contando cuántos presos faltan recapturar que estar contando los muertos”, dijo a Página/12 Tulio del Buono, ministro de Gobierno de San Juan, uno de los funcionarios que piloteó la negociación con los reclusos que se amotinaron en la cárcel de Chimbas y tomaron nueve rehenes, entre ellos un juez y cinco periodistas. El gobierno sanjuanino los había dejado escapar, con el objetivo de poner a resguardo la vida de los cautivos y accedió al reclamo de los reclusos: dos vehículos, chalecos antibala, armamento y la garantía de que no serían seguidos. El compromiso se cumplió, pero según confirmó Del Buono, las armas –un fusil FAL y una pistola 9 milímetros– sólo tenía balas de fogueo. La policía tampoco los siguió, aunque montó operativos en las rutas de salida de la ciudad y en la frontera de la provincia. Fue así que hasta anoche pudieron ser recapturados 15 de los 26 fugados, entre ellos, los seis cabecillas, considerados por la policía como los más peligrosos. El gobernador, Jorge Escobar, admitió la precariedad de la unidad penal donde se produjo la fuga, prevista para 150 internos, pero que aloja a 450. “Uno de los evadidos fue capturado cuando caminaba por las vías como un linyera, rumbo a Mendoza, junto a otros dos que lograron escapar”, contó a este diario el ministro de Gobierno. Otro fue detenido cuando deambulaba por una calle céntrica de la capital sanjuanina. Los seis cabecillas fueron apresados en la frontera con Mendoza, hasta donde habían llegado tras recorrer 90 kilómetros en dos autos que habían robado. Terminaron corriendo a campo traviesa y se tirotearon con la policía hasta que comprobaron que la munición que llevaban era falsa.El intento de fuga se generó a las 15.30 del miércoles, cuando un grupo de reclusos tomó como rehenes a dos guardiacárceles y al procurador penitenciario, Luis Salcedo Garay. Pedían la presencia del juez y de la prensa. Noventa minutos después, el juez Agustín Lanciani ingresó junto a cinco periodistas para negociar una solución, pero de inmediato los seis se convirtieron en rehenes. “A partir de entonces no estábamos en condiciones de negociar nada: ellos tenían rehenes calificados. Nos decían: ‘Las condiciones las ponemos nosotros’”, relató Del Bueno a Página/12. Al frente de la negociación estuvo el jefe de la policía, Dante Marinero, pero también participaron el arzobispo de San Juan, Italo Distéfano, y el ministro de la Corte Suprema provincial Carlos Balaguer. Primero dialogaron a través de los celulares que llevaban los periodistas. Pero cuando las baterías se agotaron, la negociación prosiguió a los gritos, a través de las rejas. Dispuestos a evitar un nuevo Ramallo, los funcionarios aceptaron las demandas. “Pero se demoró el desenlace porque hubo que preparar las armas, armar el operativo para recapturarlos y esperar una orden del juez. Aunque no del juez que estaba como rehén, que no estaba en condiciones de dar ninguna orden: pedía desesperadamente que accediéramos a las demandas”, relató Del Buono.El ministro no cuestionó la actitud del juez que terminó prisionero. “Es cierto que al ingresar a la cárcel nos complicó la negociación –dijo–. Pero también pudo haber evitado que mataran a los guardiacárceles. Lo que hubiera desencadenado una tragedia, porque afuera había otros guardiacárceles armados hasta los dientes, que hubieran reprimido. Del Buono también elogió la actitud de los reclusos que no se sumaron al motín. “Los internos más normales, para llamarlos de alguna manera, trataban de calmar a los más exaltados, para que no cometieran ninguna locura”, afirmó.La policía sanjuanina cuenta con un grupo de elite a la manera de los halcones o los geos, para actuar en casos extremos. Pero, según argumentó el gobernador Escobar en conferencia de prensa, “usar la fuerza pudo significar la pérdida de vidas”. Por eso se optó por acceder a las demandas. De lo que carece la provincia –admitió el ministro de Gobierno- es de “gente preparada para negociar en casos de tomas de rehenes”. “La nuestra fue una solución intuitiva”, reconoció.Los evadidos fueron liberando a los rehenes y, a un kilómetro y medio de la cárcel, abandonaron la trafic en la que habían huido y se dispersaron en distintos vehículos robados. La recaptura más dramática ocurrió en el barrio Aramburu, donde dos jóvenes de 20 años habían tomado a una mujer como rehén. El gobernador Escobar admitió la precariedad de la principal unidad carcelaria de la provincia, que no está en condiciones de admitir prisioneros considerados como “peligrosos”. Para resolver esta falencia imaginó una solución original: en lugar de construir penales más seguros, propuso la sanción de una reforma de la Constitución provincial para permitir que los presos peligrosos puedan ser alojados en otra provincia.

 

“Había gente muy loca”, dice el juez

Por M.C.

“Siempre pensé en preservar la vida de los rehenes”, afirmó ayer el juez de instrucción Agustín Lanciani, el magistrado que quedó cautivo dentro del penal de Chimbas durante el amotinamiento que terminó en la noche del miércoles sin derramamiento de sangre. En diálogo con Página/12, Lanciani salió al cruce de críticas del gobierno de San Juan por su decisión de permitir el ingreso de periodistas al pabellón tomado por los reclusos: “La prensa accedió a entrar voluntariamente. En ese momento, los internos estaban muy convulsionados. Había gente empastillada, muy loca. Tenían de rehenes a tres guardiacárceles y al cuarto lo habían sacado herido. Pedían hablar con el juez de turno y con periodistas. Si en ese momento no tomaba una decisión personal, hubiera habido muertes”, respondió.En la noche del miércoles, el ministro de Gobierno Tulio Del Bono calificó de “irresponsable” la actitud del magistrado. Ayer, el gobernador Jorge Escobar sostuvo que “yo no lo juzgo” porque fue “una decisión de vida”, pero advirtió que “indudablemente si no hubiese entrado (al pabellón) el problema no hubiese sido tal”.Lanciani explicó que decidió ingresar al epicentro de la revuelta para escuchar los reclamos de los reclusos. “Hice una valoración de la situación y actué para preservar la vida de todos”, indicó. El fantasma de Villa Ramallo lo acompañó en todo momento. “El clima en el pabellón era muy convulsionado. No había un solo jefe. Tenían seis o siete cabecillas. Yo traté de ganarles la confianza. Traté de hablar con las personas más conscientes para intentar calmar el ánimo de las otras que estaban más locas. En ningún momento nos maltrataron”, relató el magistrado. Según su versión, la orden de entregarles la Trafic y el armamento fue suya. “Las órdenes las di yo para que no hubiera ningún derramamiento de sangre. Esa decisión salió de adentro”, afirmó, contrariando declaraciones del gobernador Escobar, quien aseguró que él encabezó la negociación y dispuso acatar los reclamos de los reclusos. “A los reclusos les planteé como condición para abandonar el penal, que dejaran salir a todos los periodistas y al resto de los rehenes: si peligraba alguna vida, que fuera la mía. Finalmente, aceptaron si en el auto iban un camarógrafo y un personal del Servicio Penitenciario junto conmigo”, indicó. –¿Temió que los policías dispararan sobre la Trafic?–Estaba completamente seguro de que no lo harían. En San Juan no hay Ramallo.

HABLAN LOS PERIODISTAS TOMADOS COMO REHENES
“Cuando salía pensé en Ramallo”

Por Mariana Carbajal

t.gif (862 bytes) “¿Sabés cuándo temí por mi vida? Minutos antes de que me liberaran, cuando estaba en la puerta del pabellón, detrás de la reja, encañonado por los reclusos. En ese momento pensé en Ramallo. Temí que la policía intentara reprimir”, describió a Página/12 Orlando Arias, fotógrafo del Diario de Cuyo, uno de los cinco periodistas tomados como rehenes por los presos amotinados el miércoles en el penal de Chimbas, en las afueras de la ciudad de San Juan. El fotógrafo admitió que temió más por la reacción de los uniformados que de los internos que dominaban el pabellón Nº 8. Aun cuando lo apuntaban con un arma en la espalda y otra en el cuello, su preocupación estaba en la fuerza de seguridad. “Pensaba que, si alguien hacía un movimiento que no les gustara a los reclusos, podía ocurrir lo peor”, describió. Arias fue el primero en ser liberado, alrededor de las 21. “Me dijeron que corriera y corrí hacia la salida. En la carrera me di vuelta para sacar una foto más y un policía me gritó: ‘no la saques porque se arma el desparramo y seguí corriendo’”, recordó, el fotógrafo, de 47 años y más de 20 de profesión. Nunca antes había vivido una situación tan violenta. La odisea comenzó a las 17. Llegó a la cárcel con un cronista del mismo diario para cubrir la revuelta junto con periodistas de otros medios de la provincia. “En el patio del penal nos recibió el juez (Agustín Lanciani). Nos pidió que no sacáramos fotos, porque el clima estaba muy tenso y nos preguntó si queríamos entrar, ya que los presos querían dialogar”, precisó. Los cinco periodistas aceptaron la propuesta del magistrado. “En ese momento no medí los riesgos. Simplemente pensé que iba a cubrir una nota y nada más”, agregó Arias. Al ingresar en la enfermería del pabellón Nº 8, con el magistrado, el director del penal y otros miembros del Servicio Penitenciario, el grupo quedó cautivo. “Nos anunciaron que éramos rehenes y nos encañonaron”. En esas condiciones, el fotógrafo siguió con su trabajo. “Como estaban encapuchados, nos permitieron sacar fotos”, dijo y añadió: “En ningún momento nos agredieron físicamente, aunque sí verbalmente: nos decían que nos iban a hacer boleta si no les daban lo que pedían. Se veía que estaban dispuestos a cualquier cosa”, continuó Arias. “Uno de ellos decía: ‘yo tengo una granada y ya no tenemos nada que perder o salimos todos o no sale ninguno y se produce el reventón’”, precisó Patricia Moreno, de LV 5 radio Sarmiento, una de las dos mujeres tomadas como rehenes. Moreno elogió el desempeño policial. “Creo que siempre primó que no sucediera un segundo Ramallo y que ninguno de los rehenes tuviese problemas”, consideró, al recordar el copamiento al Banco Nación de Villa Ramallo, que terminó con dos rehenes y un ladrón muertos por balas policiales.


 

 

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